Infinitamente enamorada.

|Capítulo 28|

La ambulancia por fin llegó, subieron de inmediato a ambos chicos en las camillas y después prosiguieron a meterlos en la ambulancia, el camino se tornó lento, los paramédicos hacían su trabajo, sus rostros no reflejaban un pequeño indicio de esperanza.

—¿Está muerto? —pregunté entre sollozosos.

—No, pero debemos llegar rápido al hospital —asentí y mi corazón danzaba de alegría, había una mínima esperanza.

Llegamos al hospital, lo llevaron de inmediato a urgencias «últimamente he tenido encuentros muy seguidos con los hospitales y no me gusta en lo absoluto»

Me quedé en la sala de espera, que era muy iluminada debido a las pequeñas lámparas que había en el techo y al color blanco del que estaba pintado el hospital.

Mis lágrimas no dejaban de salir, ya sabía lo que sería de mi vida sin Esteban y eso sería una buena señal para alejarme de todos los hombres, lo único que les he hecho, es daño.

Las pocas personas que se encontraban en la sala y las que pasaban de prisa, me miraban petrificados por toda la sangre que tenía en mis piernas, sangre de mi hermoso chico. Ni siquiera tenía cabeza para ir a limpiarme o ir a casa por ropa, no quería irme ni un momento de aquí, no sin saber que mi chico estaba bien.

Los mismos paramédicos volvieron, me dieron sus pertenencias y se marcharon sin decir una palabra y sin dejar siquiera que les preguntara que pasaba con mi chico, la responsabilidad ya se la habían otorgado al hospital.

Encendí la pantalla de su celular y lloré aún más con su fondo de pantalla. Era una captura de cuando estaba de viaje y nos mandábamos besos por video llamada, ¡es tan tierno, tan hermoso!

Tenía mucho miedo, mis piernas flaqueaban, mi voz temblaba y mi corazón se apagaba lentamente, pese a eso desbloqueé el celular y me dispuse a llamarle a su papá.

—Heeey, hijo. ¿Cómo estás, campeón?

—Hola señor, soy Katherine —intenté guardar la calma.

—Hola linda, ¿qué pasa?

—Señor —hice una pausa —Esteban está muy grave en el hospital, tuvo un accidente.

—¡Joder! ¿En qué hospital están, linda?

—En el de la avenida principal.

—Voy de inmediato para allá, no te preocupes, todo estará bien, hija —colgó la llamada.

Unos oficiales me analizaban atentamente y caminaron en mi dirección.

—Hola. ¿Puede acompañarnos?, debemos hacerle unas preguntas —asentí.

Llegamos a un cuarto en donde sólo había un escritorio, se asemejaba a un cuarto de interrogatorio.

—¿Qué relación tenía con la víctima?

—¿Tenía? ¿Está bien? ¿Le pasó algo?

—Está bien, señorita. ¿Qué relación tiene con la víctima? —corrigió.

—Es mi novio.

—Y, ¿la chica qué es de ustedes?

—Es la exnovia de mi novio —eso sonó fatal.

—¿Quiere contarnos lo sucedido? ¿Por qué estaban en ese barrio tan peligroso?

—Está más que claro que ustedes no vivían ahí —añadió otro oficial o detective, ni siquiera tuvieron la decencia de presentarse.

—Esteban fue a visitar a sus abuelos, cuando nos dirigíamos a casa, llegó Tamara diciendo cosas que una psicópata diría —los dos oficiales escuchaban atentos y hacían sus notas —de un momento a otro sacó el arma, quería dispararme a mí, pero Esteban lo impidió —la voz cada vez me faltaba más —se puso frente a mí y fue él quien recibió el impacto.

—¿Por qué quería matarla?

—Por celos, ella nunca asimilo que Esteban ya no sería su novio.

—¿Quién le disparó a ella?

—¡Ella se disparó!

—Todo parece indicar que usted le disparó por venganza, por defender a su novio y por defender su vida misma.

—Mire oficial, con todo el respeto que se merece —si es que lo merece— deje de hacer malditas suposiciones, vaya al lugar de los hechos, lleve a sus peritos que se supone deben de estar capacitados y haga su trabajo, si encuentra que yo fui la responsable vuelva a buscarme, si no es así, ¡déjeme en paz!




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