|Capítulo 34|

Hoy cumplo 7, ¡sí, 7 meses con Esteban!

Eso me pone feliz, también estoy hecha un mar de sentimientos porque justo hoy, hace un año, Carlos falleció y no puedo sentirme bien en totalidad, no quiero arruinarle el día a Esteban y tampoco quiero quedarme sin ir a visitar a Carlos.

Me di una ducha, abrí el último cajón de uno de mis muebles de ropa, en ese cajón tenía muchos suéteres y recuerdos de Carlos, ahí los guarde cuando creí que ya no los necesitaría, estaba muy equivocada.

Perder a alguien es muy doloroso, perder a tu pareja es aún más. Saqué un suéter de los más grandes que había «me enloqueció sentir su leve olor después de tanto tiempo sin hacerlo, ese olor que tanto amé, que tanto olí, que tanto extraño» y me lo coloqué junto con unas mallas deportivas y unos tenis, dejé mi cabello al natural y salí al panteón.

El clima estaba fresco comparado con el infierno que habíamos vivido los últimos días.

El cielo estaba adornado con nubes grises, era señal de que llovería, una ráfaga de aire fresco chocó contra mi rostro, eso no impediría que fuera a ver al chico que tanto amé, que tanto amo.

Muchas personas me han dicho que no debería seguir amándolo porque ya tengo a Esteban, pero joder, ¡no es nada fácil!

Si Carlos me hubiera dañado física o psicológicamente, si me hubiera engañado o si me hubiera hecho sufrir quizás en este momento ni siquiera lo recordaría, nada de lo anterior pasó. Si ahora no estamos juntos fue porque le arrebataron la vida, porque murió, porque papá prefirió matarlo y hacerme sufrir antes de que él lo hiciera, todo eso sólo eran suposiciones, porque sé que Carlos jamás me hubiera dañado, él me amaba tal y como yo lo hacía, él era un verdadero hombre y nunca me haría sufrir, por eso es tan malditamente difícil dejarlo ir, dejarlo de amar.

Amo a Carlos, eso es un hecho y quizás lo haga por el resto de mi vida, pero Esteban es mi presente, lo quiero muchísimo, él es un increíble hombre y sé que no toleraría perder a otro chico más, a veces me siento tan culpable por no darle el lugar que se merece. Él ha dejado a todas las chicas de una noche por mí, ha dejado sus vicios, ha dejado sus celos, su manera tan agresiva de defenderme, ha dejado su vida propia por mí.

No cualquiera hace lo que él ha hecho, no cualquiera estaría enamorado a una chica con un pasado tan doloroso y oscuro, no cualquier chico me amaría a pesar de mis celos, mi frialdad y mi poca paciencia, él ha hecho todo por mí y yo, ¿qué he hecho por él? ¡Absolutamente nada!

Llegué a la lápida de Carlos y no dije ni una sola palabra, sólo me senté en el césped y comencé a llorar por varios minutos, cuando me sentí liberada, me dispuse a hablar.

—Te extraño muchísimo —acaricié su nombre —perdóname por todo, te amo.

De regreso a casa seguía llorando, podía llenar un garrafón entero con tantas lágrimas que había derramado.

Me encerré en mi habitación, abracé a mi delfín gigante y me lancé a la cama a seguir llorando, tenía muchos meses que no me sentía tan mal y que no extrañaba tanto a Carlos, además me sentía una reverenda zorra al amar tanto a un chico y estar en una relación con otro.

Me quedé dormida de tanto llorar, cuando desperté, el timbre sonaba, bajé lentamente, abrí la puerta y miré a Esteban con un enorme ramo de rosas blancas y rojas.

—Espérame, ¿sí?

—Sí, mi amor.

Subí al baño rápidamente, lavé mi cara y pasé mis dedos por mi cabello intentando peinarme.

—¡Felices 7 meses, bomboncito!

—Felices 7 meses, flaquito —lo abracé.

**Esteban.**

*Katherine abrió la puerta, me recibió con unas mallas deportivas, un largo suéter holgado, unos ojos hinchados y un rostro pálido.

—Espérame, ¿sí? —preguntó con la voz cortada.

—Sí, mi amor.

Volvió con el rostro fresco.

—¡Felices 7 meses, bomboncito!

—Felices 7 meses, flaquito —me abrazó.

—Te traje este pequeño regalo, mi niña.

—¿Pequeño? —miraba atenta el ramo de rosas —está muy enorme y muy lindo. Muchas gracias, corazón —estampó sus labios con los míos.