La ciudad crepuscular brillaba bajo el sol, mientras Camila se miraba al espejo con una resignación de alguien que va a una entrevista de trabajo aún sabiendo que no la van a llamar.
—Si todo sale bien en esta cita, creo que deberían de darme un Oscar —murmuró mientras se acomodaba el cabello en una cola alta.
Sofía, asomó la cabeza como un anuncio que interrumpe una telenovela.
—Vaya nena, ¿y ese look de ejecutiva emocionalmente estable?
—Calla, es mi disfraz para que el chico no huya en los primeros cinco minutos.
—¿Y qué pasá si la cita resulta buena?
—Entonces debería de volverme una coach en el amor luego de miles de intentos y vender cursos de autoayuda amorosa por Instagram.
Sofía sin poder evitarlo soltó una carcajada.
—Pero chama, es que tú eres más difícil que conseguir señal en el Cercado.
Camila rodó los ojos y agarró su bolso. Reviso que tuviera suficiente saldo en el celular, por si le tocaba fingir una emergencia. Salió de su casa con la mejor actitud que podía tener.
La cita era en el centro comercial las Trinitarias, un lugar bonito, y lo suficientemente público como para que no la secuestraran ni que le pidieran pagar la cuenta completa. Al llegar notó que era aún temprano así que empezó a caminar, mientras miraba las tiendas, recordó en todas las citas fallidas que había tenido donde tuvo cero éxito en el amor.
El tipo que le había hablado por 40 minutos sobre criptomonedas y nunca se interesó en ella.
Otro que llegó a la cita con su mamá, solo porque la señora quería conocerla.
Y como olvidar aquel que le pregunto su mes de nacimiento y le dijo "Uy no, mayo, toda gente que nace en ese mes es mala vibra"
Camila suspiro.
—Si este no me habla de chakras ni me pide que pague la cuenta, de seguro será el indicado.
Miro la hora y ya casi se acercaba en la que habían quedado, así que camino directo a la cafetería. Al llegar lo vio, tenía una camisa con dibujos de flamencos y una sonrisa que parecía más ensayada algo que le parecía como un red flag.
Pero todo parecía ir bien, hasta que el tipo dijo:
—Te aseguro Camila, que soy diferente, no soy como los demás hombres.
Ella sonrió con ese gesto que usaba cuando quería salir corriendo, pero olvidó el efectivo para la ruta. Escucharlo era como oír el eslogan de algún detergente en una publicidad de televisión.
—¿a qué te refieres con "diferente"? —preguntó revolviendo su café con leche como si pudiera encontrar respuestas en la bebida.
—Pienso que todos somos libres ¿me entiendes?
Camila lo miró, y sus ojos se detuvieron en los flamencos de la camisa.
—Claro... seres libres. Como los motorizados sin cascos —murmuró.
Y cuando ella pensaba que podía encontrar algo mejor aún, en ese hombre, estaba equivocada, pues todo término cuando él le pidió que dividieran la cuenta.
—Camila, en una relación tiene que ser de 50 y 50, estamos en la época del feminismo.
Ella estaba tan molesta que en la siguiente luncheria que vio, pidió la empanada que les quedaba, la cual obviamente estaba fría.
Cuando llegó a su casa, la frustración y decepción se notaba en su rostro. Su madre solo la miró sin decir nada más. Ya sabía lo que había pasado con solo ver a la pobre empanada fría ser lanzada en la mesa, como si fuera la evidencia de un crimen policial.
—¡Estoy harta, mamá! —exclamó Camila y se dejó caer en el sofá.
—¿Qué pasó? ¿El muchacho no era lo que esperabas?
—Lo que pasa, es que esas apps de citas son una mentira, son como el metro de Caracas, y como los políticos, prométen y prometen pero nunca cumplen.
—Hija, tranquila, ya llegará el indicado, creo que deberías de dejarlo y no forzar nada.
—Mamá, estas apps deberían de venir con una advertencia, así, uno se evita estos malos ratos ¿no crees? Porque es que todos, no hay ni uno que se salve de estos hombres que son personajes fantasmas, nadie es quien dice ser, no son reales.
—Pero, ve el lado positivo, hija.
—¿Lado positivo? ¿que lado positivo mamá? El amor es una mentira en estos tiempos, una muy bien maquillada y yo, ya no tengo ganas de desmaquillar a nadie. Todos vienen con esas frases recicladas, prometen cosas que duran menos que un story, en fin, el amor es un cuento de hadas que no existe en la vida real.
Camila suspiro tratando de calmarse, hasta que la carcajada de su amiga llegó a sus oídos.
—Chama, esto esta mas bueno que un café con pan.
—¿Que hacés? —sus ojos se abrieron al ver que Sofía tenia el celular en la mano.
—Es que tu odio al amor es tan auténtico, que esto merece ser viral.
Camila se levantó como si le hubieran dicho que se quedaría sin agua.
—¡Sofia! Ni se te ocurra subir eso. Bórralo, ¡estas loca!
Pero Sofía ya había alzado la mano y había grabado con la habilidad de un ninja.
Camila se lanzó sobre ella, pero fue demasiado tarde, ya el video estaba subido en las redes.
—¡SOFIAAAAAAA!
—Tranquila nena, nadie lo verá, de acaso mis seguidores y eso no pasan los 20.
Camila se dejó caer en el sofá de nuevo, su rostro era un poema y sin saber que en menos de 24 horas, su cara estaría en todos los memes del país.
—¡Estas loca!
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Editado: 24.09.2025