La oficina de Leonardo, parecía sacada de una revista de arquitectura minimalista y sobre todo con la vista al Ávila, era un deleite. El estaba sentado tras su escritorio de diseño italiano, su traje impecable y el reloj reluciente en su muñeca.
Leonardo revisaba los últimos detalles de Mimore. Por lo que estaba muy feliz de eso. En los últimos meses, el crecimiento es impresionante, el engagement en alza, incluso su app había sido la protagonista de varias noticias.
—Leonardo, ¿viste el programa está mañana? —preguntó Óscar, su tío y socio entrando con una sonrisa y una bolsa de golfeados—. Dijeron la velocidad que van las descargas porque llevan una semana que se dispararon en un dos por tres como si el amor fuera trending topic. Y aparte de eso, entrevistaron a la primera pareja que se casará en Europa, pero su relación empezó con Mimore. Los chamos están tan felices que nos dieron las gracias, porque fue a nosotros que encontraron lo que no sabía que les hacía falta a sus vidas.
Leonardo sonrió, como quien ya sabe el final del cuento antes de que lo cuenten.
—Obvio, tío. Sabes que yo jamás apostaré a nada que no tenga potencial. Mimore no es solo una app, es una plataforma emocional en medio de mucha tecnología. Y sí —Leonardo lo señalo—. sabía que funcionaria, para eso lo diseñe.
Oscar se sentó frente a él, saco un golfeado y lo partió en dos.
—Ajá, y tú ¿cuando vas a hacer algún match, sobrino? Porque mucho algoritmo, el éxito escalando a las nubes... pero te veo igualito, más soltero que el wifi de cantv.
Leonardo soltó una risa breve.
—Ya llegará, algún día. Pero, por los momentos no tengo intenciones de enamorarme.
Óscar lo miro con picardía.
—¿Como que no? es obvio que necesitas a una, para que dejes de salir con mujeres que creen que CEO, significa, citas, exclusivas con oferta.
Leonardo se declinó en su silla, tomo el café y miro por la ventana.
—Sabes que algunas han sido, fallidas. Pero aun así sigo creyendo en el amor. Sin embargo, tío, en estos momentos, no quiero todavía, quisiera tener un manual de usuario.
Óscar levantó su taza.
—¡Brindemos por eso! Para que el día en que te enamores, sea de alguien que no sepa ni como se pronuncia MiMore.
Leonardo sonrió, sin saber que ese día estaba más cerca de lo que creía.
Oscar se limpio los dedos con una sevilleta, luego se acomodó en la silla y miró a su sobrino.
—¿Sabes qué? Me voy a inscribir en Mimore, ya le di bastante tiempo al amor para que toque la puerta, pero siempre llega más rápido el delivery de los golfeados que cupido. ¡Quiero una mujer que me haga reír, que baile salsita!
Leonardo soltó una carcajada.
—Tío, a ti te encantaría encontrar una mezcla de Shakira y la señora que vende papelón con limón en la esquina.
—Exacto, mijo y Mimore puede cumplir mi sueño. Tu mismo lo has dicho, que el algoritmo es emocional ¿no? Bueno, quiero que me emocione.
Leonardo negó con la cabeza, divertido, mientras revisaba algo en la laptop.
—Sabes que eres libre, si te inscribes, te regalo un mes premium, por ser parte de los socios, pero por favor, no vayas a poner en la bio "golfeado lover" o "buscando a mi media arepa"
—Pero que pichirre ¿un mes? —Oscar hizo un gesto como si estuviera molesto—. Y lo otro, debo ser auténtico, mi perfil será el mejor, incluso pondré mi mejor foto, la que me tomé en la playa con el sombrero de cogollo, esa está matadora.
Leonardo se llevó una mano a la frente, entre risas. Sin embargo, cuando noto que su tío le dio una mirada de conspirador dejó de reirse.
—¿Que estás pensando?
—Leonardo... tú sabes que te admiro un montón, porque eres un genio con ese cerebro que parece router de cinco bandas. Pero, esto te lo digo de cariño, ¡Ya basta de tanto algoritmo y poca acción, hombre!
Leonardo alzó una ceja.
—¿Accion tipo que, tío?
—Creo que también deberías usar Mimore, o ¿es que el creador no cree en su propia criatura?
Leonardo se recostó en la silla y cruzó los brazos.
—No es eso. Sabes que si lo hago todo el sistema colapsaría.
Óscar se río con ganas.
—Imaginate los titulares: "El creador del algoritmo romántico, atrapado en su propia fórmula" ja, ja, ja, estoy seguro que ¡eso venderá más que los golfeados de la señora Gladys!
Leonardo negó con la cabeza, aunque la sonrisa tampoco se le borraba.
—Tío, de seguro no faltaran las influencers que se quieran emparejar solo para pedirme que le regale el premium de por vida.
—No vale chico, eso no. Yo quiero es que te enamores de alguien que no tenga ni idea de quien eres. Que te llame por tu nombre, pero sin saber que eres el responsable que ha puesto al país y al mundo a hacer match.
Leonardo se quedó pensativo, miro hacia el. Ávila como si este le diera alguna señal.
—Solo hazte un perfil, obviamente deberás cambiar algunas cosas, la idea es que dejes que el algoritmo del amor te sorprenda. ¿Que es lo peor que puede pasar? ¿que te enamores?
—Por cierto tío —Leonardo cambio el tema con rapidez—.Dime, si ya tenemos a la modelo para la campaña, porque todo eso tiene que estar listo para fin de mes.
Oscar lo miro con picardía, ese pájaro siempre buscando salirse con las suyas.
—No hay modelo, todavía estamos viendo opciones. La agencia mandó tres perfiles, pero ninguno tiene ese “no sé qué” que atrape. Queremos alguien que se vea real, fresca, con chispa. No una más que parezca salida de un catálogo de muñecas barbie.
Leonardo asintió, mirando de nuevo al Ávila, que parecía dibujado en acuarela por la luz de la tarde.
—Pues hay que decidirlo esta semana. La campaña tiene que estar lista antes del 30. Y quiero que sea diferente.
—No te preocupes, tengo una corazonada… y tú también la vas a tener. Pronto.
Leonardo volvió a mirar la pantalla. Pero esta vez, sintió que algo parecía distinto. Como si algo estuviera por cambiar. Como si el algoritmo ya hubiera hecho click.
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Editado: 09.10.2025