Influencer por accidente. La anti-romantica.

Conversaciones.

Camila estaba en su cuarto, con la laptop abierta, su camisa de Piolín puesta y un pan a medio comer. Revisaba MiMore sin muchas expectativas.

Dos mensajes nuevos, pero con las típicas frases que ya se sabía de memoria.

Uno decía: Hola, linda. ¿Crees en el destino? Porque estoy seguro de que estamos hechos el uno para el otro

El otro: “Hola, hermosa. Me encantó tu perfil. ¿Te gustan los paseos bajo la luna?”

—Ajá, y también bajo el sol, bajo el estrés y bajo la deuda y bajo todo lo que se te ocurra —murmuró, mientras los bloqueaba sin remordimiento.

Pero entonces apareció uno distinto.

De LeoTech.

—Interesante ¡me ha escrito! —exclamó emocionada Camila. Así que abrió el chat, con sus ojos brillando de algo más, ya queria saber lo que contenía.

💬 LeoTech:
“Hola señorita, espero que se encuentre bien en cuanto lo vea, no sé si este mensaje te va a sacar una risa o una ceja levantada. Pero me llamó la atención tu bio. No por los gatos ni las empanadas —aunque respeto profundamente ambas cosas— sino por la frase del delivery. Precisión logística emocional. Eso no lo había leído nunca. Y eso… me gustó.”

Camila se quedó en silencio, releia una y otras vez el mensaje, porque no era cursi. No era invasivo. Era como si alguien hubiera leído entre líneas… y entendido.

Pensó un momento y luego respondió:

💬 Valerygatita97:
“Me alegra que respetes las empanadas. Eso ya te da puntos. Pero no te emociones: no soy fácil de impresionar. He leído más frases cliché que contratos mal redactados. Y si estás aquí para venderme el amor como si fuera un producto premium, te aviso que estoy en modo ‘no comprar, solo mirar.’”

Cuando el mensaje llegó al otro lado de la línea, Leo sonrió frente a su pantalla y el sabía que no estaba hablando con cualquiera.

💬 LeoTech:
“No vendo amor, señorita. Ni lo empaqueto. Solo estoy aquí porque, después de muchas citas fallidas y conversaciones que parecían entrevistas de trabajo, encontré tu perfil. Y pensé: de seguro esta vez no se trata de convencer, sino de conversar.”

Camila levantó una ceja.

—Este tipo no es normal… o es muy bueno fingiendo.

💬 Valerygatita97:
“Conversar está bien. Pero si me preguntas por mi mes de nacimiento te bloqueo. Y si me dices que eres ‘diferente’, te denuncio por plagio emocional, ja, ja, ja”

Leonardo se rió al leer la respuesta.

—Esta mujer tiene filo. Y eso… me gusta.

💬 LeoTech:

“Tranquila, no creo en eso de los signos zodiacales. Creo más en las señales. Y esta conversación, aunque breve, ya es una.”

Camila se quedó mirando la pantalla. No sabía quién era LeoTech. Pero algo en él… no sonaba a copia y pega. Y por primera vez en mucho tiempo, no sintió que tenía que defenderse. Solo responder y disfrutar de una buena conversación. Porque eso al final, es lo que aporta a cualquier conversación momentos especiales.

Y así fueron pasando los días. Pero lo que empezó como un mensaje curioso entre Valerygatita97 y LeoTech se convirtió en una rutina inesperadamente reconfortante para ambos.

—¿Puedo saber con quién chatear? —pregunto Sofía curiosa.

—¿Sabes que la curiosa mató al gato? ¿Verdad?

—Te conozco pajarita —Sofía la señalo mientras la miraba con picardía.

—Ja, ja, ja, ja, creo que los doritos te están haciendo daño.

Sofía no insistió más, pero estaba casi segura que su amiga había encontrado a alguien en Mimore, y como era tanta su curiosidad, también descargo la app.

Mientras tanto, Camila y Leonardo conversaban de noche, a veces en la mañana, a veces a media tarde cuando ella se tomaba un break de sus diseños y Leo escapaba de alguna reunión aburrida.
Pero no hablaban de amor, sino que hablaban de fracasos, tanto de negocios como de amor. De las veces que confiaron en la persona equivocada. De las citas que terminaron en silencio incómodo o en bloqueos preventivos. De los “te juro que no soy como los demás” pero que resultaron ser peores que los demás.

Y entre cada historia, se colaban risas. Comentarios sarcásticos, frases que parecían ser memes y audios con voz de ardilla, ambos tenían una complicidad que no necesitaba etiquetas.

Una noche, mientras Camila estaba en su cuarto con su pijama de Piolín y una taza de café con leche, le escribió:

💬 Valerygatita97:

“¿Sabes qué me gusta de esto? Que no estamos corriendo. Que no hay presión. Es como preparar una torta, sabes. La harina no va directa al horno. Primero se mezcla con otros ingredientes, se bate, se prueba. Y si algo sale mal, se arregla antes de que se queme en el horno"

Leo tardó unos minutos en responder, ya que estaba en su oficina, solo, con la ciudad iluminada detrás del ventanal y sonrió al leer el mensaje.

💬 LeoTech:
“Me encanta esa metáfora. Aunque confieso que soy malísimo en la cocina. Una vez quemé un bizcocho. Pero sí, esto… se siente como una receta que no quiero arruinar.”

Camila se rió.
—Este tipo si que tiene respuestas que no suenan a libreto. Qué raro. Qué raro… y qué bonito a la vez.

💬 Valerygatita97:
“No te emociones. Si me sales con que amas el reguetón y odias el queso, esto se acaba.”

💬 LeoTech:

“Tranquila, ja, ja, ja, amo el jazz, tolero el reguetón y el queso… el queso es religión.”

Camila se quedó mirando la pantalla. No sabía quién era LeoTech. Pero cada vez le importaba menos. Porque lo que estaban construyendo no era un match. Era una conversación que no quería que terminara.

Y por primera vez en mucho tiempo, no sentía que tenía que protegerse. Solo disfrutar la preparación de la mezcla, antes de meterla al horno.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.