Influencer por accidente. La anti-romantica.

Anti romántica con mariposas.

Sofía llegó a la casa de Daniela con paso firme.

Daniela abrió la puerta con una sonrisa enorme, aunque en sus ojos había sorpresa.

—Sofía ¿Qué haces aquí? —preguntó, extrañada.

Antes de que Sofía pudiera responder, apareció Tomás. Y lo hizo con una sonrisa que Daniela jamás le había visto. Una sonrisa cálida, genuina, que la desarmó.

—Yo la invité —dijo Tomás, mirando a Sofía—. Tenemos que resolver el problema que se armó.

Daniela arqueó una ceja, intentando mantener la compostura.

—Yo también estoy ayudando. Tengo contactos, periodistas, colegas que pueden mover la narrativa.

Sofía intervino con calma, pero con firmeza.

—Eso está bien, Daniela. Pero yo soy la community manager de Camila. Mi trabajo es manejar lo que pasa en redes, y ahora mismo necesitamos estrategia con la marca de mi amiga.

Daniela sonrió, pero no fue una sonrisa auténtica. Más bien una mueca, como si las palabras de Sofía le hubieran dolido. Los celos comenzaron a invadirla al ver la química evidente entre Tomás y Sofía: las miradas cómplices, la manera en que él parecía relajarse a su lado.

Óscar, que estaba sentado en un sillón observando todo, se aclaró la garganta.

—¡Ya basta Daniela! debes concentrarte en lo que estamos haciendo. Esto no es una telenovela, es una crisis.

Luego después de hablar por un rato, Sofía tomó la palabra, mostrando su experiencia.

—Lo primero es controlar la narrativa, aunque no exterminaremos por completo, pero el punto es que no podemos dejar que otros influencers definan la historia. Camila tiene que dar un mensaje oficial, claro y sincero.

Tomás asintió.

—¿Un comunicado?

—Más que un comunicado —explicó Sofía—. Un video corto, directo, donde ella hable con su estilo, sin guiones forzados. La gente confía en la autenticidad, y eso es lo que debemos mostrar.

Daniela intervino, intentando recuperar protagonismo.

—Yo puedo hablar con mis colegas periodistas. Que publiquen notas que refuercen su imagen, que digan que todo esto es parte de un proceso personal.

Óscar levantó la mano.

—Bien, pero recuerden: la transparencia es esencial. Si intentamos ocultar o maquillar demasiado, la gente lo notará y será peor.

Sofía continuó, con tono profesional.

—Exacto. Lo que haremos es:

- Mensaje oficial de Camila en video, mostrando vulnerabilidad y autenticidad, estoy segura que mi amiga lo hará excelente.

- Refuerzo con contactos de Daniela, para que la prensa hable de evolución y no de traición.

- Monitoreo constante de redes, para responder rápido a comentarios clave y evitar que la narrativa se salga de control.

- Contenido positivo paralelo, como fotos o clips de momentos cotidianos, para humanizarla y que entiendan que ella es un ser humano no un robots y obviamente bajar la tensión.

Tomás miró a Sofía con admiración.

—Eso suena sólido.

Daniela, aunque celosa, no pudo negar que Sofía sabía lo que hacía.

Óscar sonrió, satisfecho.

—Ahora sí estamos hablando como un equipo.

Sofia después de dejar todo listo, se fue a la casa de Camila, con esa energía que siempre traía cuando había que resolver un problema. La encontró sentada en el sofá, con el celular en la mano y la mirada perdida, como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida.

—Amiga, ya basta de estar como un wifi sin señal —bromeó Sofía, tratando de arrancarle una sonrisa—. No puedes esconderte. Tienes que dar la cara.

Camila levantó la mirada, con los ojos aún hinchados por las lágrimas de la noche anterior.

—¿Y qué digo? ¿Que todo lo que dije antes era mentira?

Sofía se sentó a su lado, con tono firme pero cariñoso.

—No, Camila. No fue mentira. Fue tu verdad de ese momento. Pero ahora tienes otra verdad, y la gente merece escucharla. No se trata de traición, se trata de amar cuando llega.

Camila suspiró, abrazando su peluche de Piolín.

—¿Y si no me creen?

—Pues que no te crean. Lo importante es que seas tú. Haz lo que siempre haces: habla con sarcasmo, con humor, con autenticidad. Esa es tu marca.

Camila la miró, y poco a poco una chispa de determinación apareció en sus ojos.

—Está bien. Vamos a hacerlo.

Leonardo apareció con helados que había ido a comprar.

—Eso mismo le dije, Sofía —dijo el hombre con una sonrisa de agradecimiento.

Camila preparó el celular, ajustó la luz y se acomodó en el sofá. Sofía y Leonardo se quedaron detrás, observando, listos para intervenir si era necesario.

Camila respiró hondo y comenzó a hablar, con ese tono sarcástico que la había hecho famosa:

—Bueno, aquí estoy otra vez, la anti-romántica de siempre. Solo que ahora resulta que Cupido me hackeó. Sí, señores, me enamoré. Y antes de que empiecen a sacar memes, quiero decirles algo: todos nos equivocamos. Yo juzgué mal a la app de MiMore, y resulta que gracias a ella encontré algo que no esperaba conseguir.

Hizo una pausa dramática, levantando una ceja.

—El amor.

Sofía sonrió detrás de la cámara. Mientras que Leonardo la miraba orgulloso. Camila continuó, con más fuerza:

—Y no, el hecho de que esté enamorada no significa que voy a dejar de darle lenguas al amor. Porque cupido no se librará de mi tan fácilmente, ahora tendrá que calarme con más intensidad. El amor sigue siendo un tema complicado, lleno de contradicciones, y yo voy a seguir hablando de eso. Solo que ahora, quizás, con un punto de vista más reflexivo y no tan duro como antes.

Camila se inclinó hacia la cámara, con esa picardía que la caracterizaba.

—Así que tranquilos, que la anti-romántica no murió. Solo que ahora tiene mariposas en el estómago.

Cuando terminó la grabación, Sofía la abrazó.

—Eso estuvo perfecto. Natural, sarcástico, auténtico. La gente va a entender.

Camila sonrió, aunque aún con nervios.

—¿De verdad crees que funcionará?




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