POV Camila Rodríguez:
—Bueno, mis panas, aquí les va la última actualización de esta novela que ustedes mismos han seguido como si fuera serie de Netflix con arepa incluida.
Resulta que la muchacha que juraba que el amor era puro cuento chino, ahora anda con vestido blanco en la mira. Sí, yo, la anti-romántica, la que decía que Cupido era un malandro con arco, estoy a punto de casarme.
No se me desmayen, que todavía tengo mi lengua afilada. El amor no me volvió una princesita Disney, ni me quitó lo larense.
Sigo siendo la misma que dice ¡qué molleja de calor! cuando el señor sol se pone insoportable, o que suelta un no jombre cuando la vida se complica. Pero ahora, entre tanto sarcasmo, aprendí que también se puede decir gracias sin que se me caiga la ironía.
¿Qué aprendí? Que uno puede burlarse del amor todo lo que quiera, pero cuando llega de verdad, no hay sarcasmo que lo tumbe. Y sí, me enamoré. Y sí, me voy a casar. Y sí, Piolín va a estar en la boda, porque ese peluche ha visto más lágrimas y risas que cualquier psicólogo barato.
A los que me siguen desde el principio: tranquilos, no voy a dejar de darle palo al amor. Solo que ahora lo haré con más sabor, porque entendí que el amor no es perfecto, pero tampoco es enemigo. Es como una arepa mal volteada: puede que se queme un poquito, pero igual te la comes con gusto.
Y a los que decían que yo era doble cara: aquí está mi cara, con mariposas y con girasoles. No me escondo. Porque al final, lo que marca no es la pose, ni el personaje, ni el reto. Lo que marca es la autenticidad.
Bueno, les cuento que aún sigo aquí, sobreviviendo al ritmo caraqueño. uno cree que Caracas es puro estrés, pero también tiene sus rincones que enamoran. Leonardo me llevó al Ávila y yo, que siempre decía que el amor era un invento, terminé con mariposas y con vértigo.
La familia Méndez me recibió como si fuera hija de toda la vida. Me dieron sopa, me dieron abrazos, y hasta me dijeron que ya soy parte del combo. Yo pensé: no jombre, si esto es así, me caso mañana mismo.
Y hablando de eso… aunque pronto me caso. No crean que me volví cursi, sigo siendo la misma que se burla de Cupido. Solo que ahora me burlo con anillo en la mano.
Así que prepárense, porque pronto verán fotos de la anti-romántica vestida de novia. Y sí, voy a subir la foto con la frase que ya tengo lista.
Porque Cupido me agarró de bajada, pero yo le respondí con un arepazo. Lo importante es que yo me case y sea feliz.
Att: La anti-romántica con mariposas 🌻🐥
Fin:
Narrador:
Así fue como una simple chica, que vivía como ratón en su propio mundo, terminó convertida en influencer por error. Camila nunca lo planeó. No soñaba con cámaras, ni con seguidores, ni con ser tendencia. Su vida era más bien discreta, marcada por la rutina y por esa ironía que usaba como escudo.
Pero la vida, que siempre juega con cartas inesperadas, la puso en el centro de un reto que parecía un chiste: ser la voz del anti amor. Y vaya que lo fue. Con sarcasmo, con frases que hacían reír y doler al mismo tiempo, con esa autenticidad que no se puede fingir, Camila se convirtió en la reina del anti amor.
Las redes la coronaron. Sus seguidores la aplaudían por decir lo que muchos pensaban y no se atrevían a confesar: que el amor era un enredo, una trampa, una ilusión que siempre terminaba en decepción. Ella lo decía con gracia, con ese sabor larense que soltaba un “naguara” en el momento justo, y la gente se identificaba.
Pero lo que nadie imaginaba —ni siquiera ella— era que Cupido, ese malandro con arco del que tanto se burlaba, estaba esperando su momento. Porque para el amor no hay nada imposible. Llega cuando menos lo esperas, se instala sin pedir permiso y jamás te suelta.
Y así fue como Camila pasó de ser la voz del desencanto a la protagonista de una historia que parecía escrita por ironía pura. La anti-romántica terminó enamorada. Y no de cualquiera, sino de Leonardo, el hombre que apareció en su vida como un personaje más del reto y que terminó siendo el ganador de su corazón.
Lo que empezó como un juego se convirtió en verdad. Lo que parecía sarcasmo se transformó en confesión. Y lo que era un personaje digital se volvió una mujer real, con mariposas en el estómago y girasoles en la mesa.
Y las redes, que antes la habían aplaudido por su dureza, ahora la celebraban por su vulnerabilidad. La foto filtrada, el video sarcástico donde admitía estar enamorada, los paseos con Leonardo… todo se convirtió en parte de una narrativa que mostraba que incluso la reina del anti amor podía caer rendida.
Y lejos de perder su esencia, Camila la reforzó. Porque no dejó de ser sarcástica, ni de usar sus frases, ni de burlarse de Cupido. Solo que ahora lo hacía desde otro lugar: desde la certeza de que el amor, aunque imperfecto, también podía ser suyo.
Y ahora su boda no será un cuento de hadas, será un cuento real: con Piolín en primera fila, con girasoles como testigos, con música que haga que todos digan “¡qué buena rumba!”. Porque así es ella: auténtica, sarcástica, pero ahora también enamorada.
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Editado: 28.11.2025