Iniciativa Oblivion: Paranormal

Pergamino Theta 040: Escarbando en las profundidades.

Pasaron cinco días desde que me presentaron a mis nuevos compañeros de la Iniciativa Oblivion, y en todo ese tiempo con las clases, tareas y entrenamientos no tuve mucho tiempo de relacionarme con ellos más allá del ámbito profesional, sumado a eso, también estaba preocupado por el hecho de que hace cuatro días no veía a mi compañera por ningún lado y tampoco respondía a mis mensajes o llamadas. Las clases de la facultad terminaron poco después del mediodía, luego de eso me quedé comiendo en el comedor de la universidad, aunque no tuve rastros de mi compañera por ningún lado, ya que ni siquiera asistió a las clases de hoy. Más tarde comenzó nuestro entrenamiento por parte de la Santa Madre de la Naturaleza, pai; aunque este simplemente consistía en estar arrodillado frente a un altar repitiendo la misma frase una y otra vez hasta que nos duelan las rodillas y la mandíbula.

Cuando por fin acabe con todas mis tareas del día lo que hubiera seguido era regresar a mi departamento para poder descansar, revisar redes sociales y mirar televisión mientras Samael hacia preguntas tontas sobre todo y Remiel me molestaba como era costumbre. No obstante, aunque todo eso sonara tentador decidí permanecer dentro del cuartel general de OCCI y la Orden Fossanova protegido por la Barrera Esmeralda.

Ignorando la fatiga de mi cuerpo camine y camine dando vueltas por todo el cuartel general en búsqueda de una sola cosa que no podía encontrar, Maricruz, sin duda no quería que ella se sintiera apartada por todo lo que estaba sucediendo y que era superior a nuestro control. El día que conocí a Astur le prometí a ella que siempre tendría un lugar a mi lado, suelo olvidar muchas cosas, pero eso era algo que permanecía anclado en mi mente y estaba dispuesto a cumplir. Pero para mi sorpresa se estaba haciendo muy complicado encontrarla, no estaba en el patio donde solíamos entrenar, tampoco en la biblioteca o en muchos otros lugares de la sede.

En mi búsqueda gire por un pasillo a la derecha y me termine encontrando con aquella chica cuyo cabello me recuerda a un algodón de azúcar y que tenía ese peculiar medallón colgando de su cuello, ella estaba apoyando su espalda en el marco de una puerta que conducía a otro pasillo. No obstante, lo que más me llamo la atención fue el olor a humo que inundaba el pasillo y cuando me acerqué más a ella pude ver como sostenía un cigarrillo entre sus dedos el cual llevaba para la boca.

Al percatarse de mi presencia, Ciceron alejo el cigarrillo de su boca –Eyy Damien ¿Qué haces todavía por aquí? Pensé que ya te habías marchado a tu casa.

Estaba un poco avergonzado de haberla molestado en lo que parecía su momento libre o de descanso, pero por la forma en la que comenzó a hablarme podía intuir que no le molestaba en absoluto –Estoy buscando a una chica, no sé si la habrás visto. Su estatura es similar a la mía, su cabello negro es liso, aunque ondulado en las puntas.

Levantando la vista al techo mi nueva compañera reflexiono un momento buscando en sus recuerdos haber visto a alguien que encajara con mi descripción. Después de unos momentos me lleve la mala noticia cuando asintió con la cabeza para negarme, me desilusione un poco al respecto –Oh, está bien. No importa.

Iba a continuar con mi búsqueda, aunque antes de hacerlo ella abrió su boca para hablar y decirme algo más antes de que me marchara, de su bolsillo, Ciceron saco una caja de cigarrillos -¿Quieres uno? –me ofreció asomando uno por la parte abierta del empaque.

-No gracias –conteste de inmediato, no tenía ni que pensar en esa respuesta –Mis padres suelen fumar bastante, por lo que le genere un rechazo desde niño, además hace muy mal al cuerpo.

Ella separo su mirada de mi como si la hiciera recordar aquella realidad que no quería aceptar –Y lo es –respondió con lo obvio y lógico –Estas cosas lastiman mucho al cuerpo, hasta pueden dificultarte hacer circuitos mágicos. Pero debo admitir que son muy adictivos, sumado a eso no me importa realmente si lastimo a este cuerpo por fumar –ella bajo su cabeza y con una de sus manos tomo el medallón brillante y hermoso hecho con oro y piedras brillantes –Este collar es muy lindo, si este cuerpo muere alguien tomara este objeto mágico atraído por su belleza y mi alma terminara adquiriendo el cuerpo.

Instintivamente me aleje unos cuantos pasos de ella con el ceño ligeramente fruncido, de forma muy perceptiva Ciceron pareció percatarse de ese comportamiento mío –Tranquilo chico, tampoco es que me guste borrar almas y arrebatarles sus cuerpos. Los de OCCI tienen un protocolo especial si muere el cuerpo que uso, y eso incluye colocarle el medallón a un cadáver para habitarlo.

Escuchándola hablar recordé unos hechos del pasado –Ahora que lo dices recuerdo que cuando estoy fuera de combate o noqueado me parece haber visto en varias ocasiones como los miembros de la Orden actúan de forma específica para tomar mi grimorio, después de todo sus manos se incineran si intentan abrirlo sin mi permiso.

-Jajajajajajaja es agradable saber que no soy la única en una situación así con un objeto mágico.

Una sonrisa salió inconscientemente de mi rostro, ella tenía razón –Lo mismo digo –conteste para después ambos quedarnos en silencio unos segundos antes de que volviera a reaccionar –Bueno, fue entretenido hablar contigo. Tengo que seguir buscando a mi compañera, así que si la vez avísame por favor.

Me di media vuelta para continuar mi recorrido y a mis espaldas logré escuchar como ella decía –De acuerdo –antes de que girara en otro pasillo delante de mí para marcharme y dejarla continuar con su costumbre toxica.

Continúe caminando por los pasillos del cuartel general, en mi búsqueda me topaba con algunos miembros de OCCI, integrantes de la Orden Fossanova de rango maestro y gran maestro, pero no lograba localizar a Maricruz. Me detuve en frente de una puerta para tocarla y al no recibir respuesta entre para revisar si había alguien dentro, fue grande la sorpresa que me llevé al toparme con Aedos en el interior. El chico más alto que yo, de cabello castaño claro y ojos cafés oscuros se quedó mirándome fijamente al igual que yo a él –Hola –rompí el silencio rápidamente –Pensé que ya te habías ido.




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