El vagón del tren andando a toda velocidad comenzó a tambalearse de un lado a otro frenéticamente, aproximadamente un 40% de todo el vagón había pasado del estado sólido al líquido concentrado en burbujas que flotaban en el espacio a nuestro alrededor. Si esto seguía de esa forma en poco tiempo el vagón se desprendería de las ruedas y quien sabe lo que pasaría, pero sin duda no sería nada bueno.
Con su mano izquierda el vampiro presionaba con fuerza el cuello blanco del tétrico maniquí sin rostro en contra de la pared, mientras que con su mano derecha se tapaba la herida que tenía en el abdomen. Al mismo tiempo este “merodeador” clavaba sus afiladas garras en el rostro del chico pálido, aunque este ignoraba eso –Necesito alimentarme para sanar –comento Aedos presionando con fuerzas sus dientes y la herida.
-Controla tú sed de sangre –dijo Maricruz –Lo último que nos falta es que se deje llevar por su hambre también –susurro al final. Acto seguido una mándala se generó en su mano y un rayo salió disparado hacia el merodeador femenino, el cual creció y le salieron tentáculos, eso distrajo al ser de acercarse a los civiles aterrados en una esquina, para que se concentre en ella.
Yo me encontraba en medio de ambos, totalmente perdido y asustado. No es que no quisiera reaccionar, pero mi cuerpo no me lo permitía, mis articulaciones ignoraban las órdenes de mi cerebro y preferían quedarse paralizados; entre el motor del tren, la lluvia de arriba y los gritos de desesperación de las personas en la completa oscuridad no me permitían hacer nada.
El merodeador mutado levanto su brazo y los tentáculos que antes eran dedos golpearon con fuerza a la bruja mandándola a volar a la otra punta del vagón de tren, después estos tentáculos se enrollaron en el vampiro para también lanzarlo a un costado y liberar a su compañero. Aedos salió volando al otro lado del vagón y casi se cae al túnel por un agujero si no se hubiera agarrado a la baranda a tiempo.
Un destello de chispas eléctricos proveniente de los circuitos del tren ilumino todo por un momento, entre las burbujas liquidas flotando en el aire observe a la chica de cabello liso y ondulado en las puntas, su frente estaba manchada de sangre y con un brazo se sostenía el otro -No hay que permitir que esos seres infecten a los civiles, si la corrupción comienza a expandirse atrapar a esa chica será el menor de nuestros problemas.
-¡Maldición haz algo Damien! –exclamo furioso Aedos intentando reincorporarse al interior del tren.
Yo si quería ayudar, pero simplemente no lo podía hacer -Ehm… ehm –encima ahora ambos seres se encontraban a mis costados y los dos se lanzaron contra mí para morder todo mi cuerpo como perros sarnosos. No obstante, a pocos centímetros de que sus dientes entraran en contacto con mi cuerpo estos fueron detenidos por una barrera protectora, y varios símbolos hechos de fuego solar aparecían en donde sus colmillos querían impactar.
Esos tétricos seres sin rostros continuaron intentando lastimarme, pero al no conseguirlo logre recuperar un poco el control de mi cuerpo, en ese momento recordé el motivo por el cual estaba aquí y la razón de que formara parte de la Iniciativa Oblivion. Tome el grimorio en mis manos –Por favor denme algo que pueda acabar con estas cosas –les suplique a ambos guardianes, que, aunque no estaban presentes sabía que me escuchaban.
Una imagen mental del ángel apareció en mis ojos cuando escuche sus palabras en mi mente //La corrupción de estos seres es distinta a la naturaleza corrosiva de un Arconte, esto es algo más físico que pasa a lo espiritual, que al revés//
//En serio estos seres son desagradables, su existencia es una falta de respeto para nuestras presencias superiores// como sucede una vez cada mil años ambos guardianes se pusieron de acuerdo. La gama roja en el centro del libro hecho de escamas comenzó a brillar y este se abrió hasta detenerse en dos páginas: la primera tenía en el centro el dibujo de un circuito mágico rodeado de mucho texto, la segunda tenía los dibujos de unas cadenas y una frase destacada con otro color seguido de más texto.
Intente concentrarme para copiar el hechizo y manifestarlo con mi Thelema, sin embargo, al intentarlo uno de los seres abrió en grande su mandíbula para intentar devorar toda mi cabeza de un solo trago, pero al intentarlo choco ante esa barrera mágica. Aun así, eso me hizo pegar tal susto que me distraje, el libro se cayó de mis manos y la copia del hechizo se detuvo –Maldición –susurré intentando volver a concentrarme para rehacer el circuito mágico.
Eso llamo la atención del merodeador mutado que intento tomar el grimorio con sus tentáculos, aunque al hacerlo estos comenzaron a quemarse hasta teñirse completamente de negro y acto seguido volverse polvo. Reaccionando molesto ante esto, ese ser me pateo con tal fuerza que me mando a volar cerca de Maricruz –Tanto poder y tantas herramientas dadas a alguien tan inútil –me dijo la chica observándome decepcionada.
-Lo…lo…lo siento –respondí muy apenado de lo inútil que me sentía, de lo inútil que era.
Esos horribles seres volvieron a concentrarse en los civiles del tren, pero Aedos intervino una vez más para distraerlos, era un dos contra uno. El joven de piel pálida paso su mano sobre la herida en su abdomen y la sangre que manchaba su palma se separó de su piel para flotar delante de él y formar una mándala de color rojo oscuro –Ratio Circularis. Motus Stop –las palabras del encantamiento salieron de su boca, mientras observaba al merodeador deforme delante de él, pero nada sucedió.
-Magia de sangre, los Vermibus hacen más que solo comer humanos. Usando la sangre como materialización física del Thelema realizan hechizos muy poderosos –la bruja aun herida me explico la situación para después tomar un pequeño silencio antes de volver a hablar –Intento detener el movimiento de los líquidos de su cuerpo, pero parece que esos seres no tienen liquido dentro.
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Editado: 12.02.2022