De a poco la luz del sol comenzaba a asomarse para iluminar y calentar las calles de la ciudad, esto provoco que un poco de luz se filtrara por la cortina que tapaba la habitación de cierto departamento de cierto estudiante universitario. Casi como si estuviera sincronizada la alarma de su teléfono celular empezó a sonar en la mesa de luz junto a un peculiar grimorio.
En la cama se encontraba durmiendo profundamente un chico de cabello negro despeinado moviendo de un lado a otro su cabeza en la almohada, pero lo más sorprendente era la presencia de dos personas más quienes observaban dormir al chico desde un lado de su cama. La poca luz entrante remarcaba sus figuras: Una con seis alas angelicales en su espalda, mientras que la otra con dos alas de murciélago brotando de sus omoplatos, uno tenía una aureola dorada sobre su cabello blanco y el otro un par de cuernos que brotaban de su cabello negro.
Bruscamente el ángel de ojos azules como el hielo empujo su hombro sobre el de su antítesis demoniaca –Ya está sonando el despertador, apresúrate y haz algo –le ordeno con una voz firme a la cual era imposible ponerle resistencia.
Sin perder tiempo el demonio observo el cuerpo dormido del vinculado al libro y de debajo de la cama saco la misma sartén que uso a la noche –Si golpearlo una vez lo puso a dormir, hacerlo una segunda vez lo haría despertarse –el ser demoniaco analizo muy seriamente su lógica y lleno de narcisismo concluyo –Oh si Remiel, sin duda eres un genio.
Levantando en alto su brazo con la sartén si dispuso a volver a golpear al chico con fuerza, no obstante, antes de que bajara su brazo, con fuerza, la mano de alguien más lo detuvo –No seas tan estúpido por favor –dijo Samael con una fría voz que congelaba el lugar –Eso no va a despertarlo, podría matarlo. Busca otra manera que sí funcione o te arranco lo cuernos.
Con miedo, el demonio llevo sus manos hacia los cuernos de su cabeza por protección, él paso suficientes milenios junto a su homólogo como para saber que sería muy capaz de hacerlo. Preocupado, Remiel dio vueltas en círculo pensando en algo mejor que hacer, su cuerpo desnudo por alguna razón se paseaba por la habitación a la vez que su cola se movía similar a la de un gato.
-Apresúrate –exigió el ángel sin querer perder un segundo de tiempo.
-Oh si, comenzare a pensar más rápido –haciéndole la contra aumento la velocidad con la que daba vueltas y como si eso en realidad funcionara se le vino una idea a la mente –Ya lo sé –se detuvo de golpe y con su rostro brillando.
Inseguro sobre eso el ser celestial arqueo una ceja –Me preocupa un poco eso.
El demonio lo ignoro para llevar a cabo lo que se le había ocurrido, utilizando sus alas negras de murciélago levito ligeramente hasta colocarse encima de la cama, arriba del chico dormido –Esto lo recuerdo de un cuento que me mostraste, mientras te informabas sobre este mundo –la expresión del ángel cambio al percatarse de que su compañero si le prestaba atención y solo fingía no hacerlo.
Protagonizando una escena homo erótica Remiel abrió sus piernas arriba de la entrepierna de Damien y se agacho hasta que su boca se unió con la del vinculado para comenzar a besarlo. Los segundos pasaron y para sorpresa de Samael los ojos rojos del chico en la cama se abrieron de golpe y empujaron al demonio con tanta fuerza que lo mando a volar de espaldas al suelo –Oh si –soltó un gemido de placer aquel ser infernal.
-¡No podía respirar! –exclamo el vinculado al libro con el rostro violeta.
Samael analizo el rostro del chico, mientras este intentaba retomar agitadamente el aire para acercar su cuerpo pálido hacia él –Creo que tu plan no funciono –comento el ángel con un aura fría, pero tranquilizadora. El chico claramente no entendía a que se refería, por lo que hizo aparecer un espejo para que lo entendiera.
Analizando su reflejo, Damien cayó en cuenta de lo que quería decirle uno de los guardianes del grimorio. A pesar de no haber tenido pesadillas al momento de dormir, todo su rostro estaba hecho un desastre. No era solo su cabello despeinado y enredado, sino que también tenía grandes ojeras debajo de los parpados, su piel estaba ligeramente de un tono verde y le habían salido un par de granos en el rostro.
El chico llevo su mano al rostro sin poder creer lo que observaba –Maldición, maldición. Esto era justo lo que quería evitar, no entiendo como sucedió todo esto.
-Sin duda puedo sentir que algo está andando mal. Pero no logro saber que es.
En su lugar Remiel si se hacía una idea más clara de lo que estaba ocurriendo, pero prefirió mantener silencio avergonzado después de lo que sucedió la última vez.
-No puedo ir a la universidad así –dijo Damien levantándose de la cama muy preocupado.
Con un movimiento de su dedo Samael hizo levitar el grimorio Albanum Maleficarum hacia su lado, al mismo tiempo que este se abría en una página determinada –Los Draconianos era tan curiosos e investigadores que descuidaban su propia salud física en afán del conocimiento. Por ese motivo desarrollaron un hechizo que les permite restaurar sus cuerpos para no tener problemas biológicos por unos días, te proporcionare el Thelema que te falte, así que intenta hacer el hechizo –explicaba el ángel al chico vinculado que se estaba cambiando para ir a la universidad.
Una vez con la ropa que usaría hoy, Damien se acercó al libro para observar detenidamente el circuito mágico que tenía que hacer. Unió sus dos manos y concentro su energía para materializar algo de su Thelema con el cual copiaría ese circuito que implementaría en la línea Ein Sof para cambiar la realidad de su cuerpo. Abriendo las dos palmas de su mano una mándala casi idéntica a la de las páginas apareció, él le hizo algunos ajustes para que fuera completamente idéntica a la otra y cuando por fin estuvo lista le metió más de su energía para activarlo. Obviamente eso no sería suficiente, aunque podía sentir un cosquilleo recorrer su cuerpo generado por la energía que el ángel le estaba proporcionando.
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Editado: 12.02.2022