Con el rostro en frente del espejo de mi habitación me encontraba lo más concentrado posible, utilizando toda la coordinación motriz de mis manos intentaba terminar de armar una trenza en mi cabello para sujetarla con una goma de pelo.
Al terminar mi dedo índice se quedó atrapado en el nudo y tuve que hacer algo de fuerza para sacarlo sin desarmar toda la trenza que logré hacerme. Una vez que terminé me quedé unos segundos observando con satisfacción mi reflejo en el espejo, al cabello de un castaño claro me lo había dejado crecer bastante para después cortarlo a los costados pero dejando un largo mechón a la derecha con el cual armé la trenza.
La trenza de pelo sujeta por una coleta negra caía a la altura de mi hombro del lado, dejé salir un suspiro complacido por la tarea que había realizado cuando justo mi madre me gritó desde el piso de abajo. –¡Mateo!
Despegué mi rostro del reflejo del espejo y abrí la puerta de la habitación para salir, como si se tratara de una alarma el rechinar llamó la atención de mi gata la cual no tardó en acercarse a mí para frotarse alrededor de las piernas. Me empezaba a hacer una idea sobre de que trataba todo esto.
Bajé las escaleras hasta el primer piso y me encontré con mi madre en la cocina preparando todo para empezar a cocina la cena. –Tu gata ya no tiene comida, será mejor que le vayas a comprar antes de que cierre el negocio. –Al terminar de hablar ella desvió su mirada de la mesada a la mesa, yo la seguí y allí me encontré con el dinero.
–Está bien. –Chasquee los dedos antes de moverme y recoger el dinero–. Espero que no haya cerrado todavía.
Dándole la espalda a mi madre para ir a la puerta de entrada pude escuchar como ella agregó otro comentario. –Que bien te queda el pelo asi.
–Muchas gracias –respondí con una sonrisa aunque ella no pudiera verla.
De camino a la puerta mi gata no paró de moverse entre mis piernas provocando que casi me tropiece. –Si, ahora te voy a comprar comida –le decía contestando a sus maullidos–. Que exagerada, actúa como si no comió en días pero solo fue desde esta tarde.
Tomé las llaves que estaban colgadas y abría la puerta, del otro lado se podía ver un jardín verde con algunos arbustos y flores que mi madre adorada cuidar en su tiempo libre. Más adelante se encontraba el cordón de la vereda y la calle, el sol ya estaba ocultándose por lo que las luces se encendieron.
Mi gata quiso salir de la casa conmigo para acompañarme pero la detuve usando mi pie para bloquear su paso. –Oh no, no señorita. Afuera es un lugar peligroso con todos esos perros sueltos. –Ligeramente la empujé adentro de mi casa con el pie y cerré la puerta.
Tanto para la derecha como para la izquierda se extendían casas de dos pisos y lindos jardines bien cuidados, en un principio todas las casas de este barrio tenían la misma forma base pero con el tiempo cada dueño fue modificándola a su gusto. En mi caso mis padres lo único que hicieron fue pintarla de otro color.
Me puse en marcha para la derecha ya que de ese lado se encontraba la tienda de alimento para animales, a pesar de que la luz natural disminuía gradualmente de todas formas las lámparas de la calle hacían un buen trabajo alumbrando la vereda. Yo quise aprovecharme de eso y caminaba con el rostro ligeramente movido a la izquierda para poder presumir la trenza de mi cabello, a pesar de que casi no había nadie por las calles en este momento.
Eso era algo normal en mi barrio debido a su ubicación geográfica dentro de la ciudad, metí la mano en el bolsillo para asomar el celular y observar la hora, este marcaban las 19:42 PM. –Eso lo explica todo –me dije a mi mismo.
Debido a la ubicación donde se construyó mi barrio ya era una ley no escrita que pasadas las 20:00 PM uno quedaba a su merced en la calle. El vecindario donde vivo en si es un lugar muy lindo y con buena gente, estaba ubicado en la cima de un cerro; el problema venia debido a que en la ladera del cerro se encontraba una villa y la mayoría de personas de ese lugar suelen aprovechar la oscuridad de la noche para robar por esta zona.
Si uno venia en auto o colectivo desde el centro de la ciudad a mi barrio podría notar con facilidad el abrupto cambio, mientras el vehículo subiera el cerro uno pasaría de ver chosas hechas de ladrillo y con techos de lajas a casas más grandes y en mejores condiciones. Lo curioso de esta situación es que se repetía por toda la ciudad, no se quien habrá sido el genio de la gran idea pero en todos los lugares donde hubiera un barrio más o menos decente estaría pegado a una villa de mala muerte.
Dejando de lado mis pensamientos la presencia de las casas se redujo de golpe a cero, en su lugar lo que quedo fue una calle con banco de cemento y lámparas mientras que para ambos lados solo podían verse baldíos descuidados y llenos de maleza. Uno debía atravesar esa zona para llegar a una plaza circular donde se encontraban todos los negocios.
No obstante, lo que más llamó mi atención a la par que caminaba fue la presencia de una chica con una edad similar a la mía sentada en uno de esos bancos de cemento. Detrás de ella había un camino de piedra descuidado que llevaba para la villa junto a unas lámparas descompuestas que titilaban y daban la sensación de que algo aterrador saldría de la maleza.
La apariencia de esa chica me resultó linda, su cabello castaño claro estaba rizado y le llegaba hasta el pecho además de tener unos lentes circulares. Cuando pasé caminando a su lado incliné todavía mas mi cabeza para un costado en un obvio intento de que notara mi trenza, de seguro le gustaría.
Ella no hizo más que quedarse quieta como una estatua observando para el baldío en frente al otro lado de la calle, me pareció muy extraño que ni siquiera se girara un poco a verme por lo que me voltee para ver en la misma dirección que ella y no encontré nada interesante que llamara la atención. Y lo que me pareció lindo de esa chica empezó a resultarme extraño.
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Editado: 18.07.2025