Inmarcesible

2- ¿Odio o café?

—Lynn ¡¿Por qué no ha puesto en práctica los ejercicios que te di?!—ya comenzó los regaños de mi queridísimos profesor en plena clase.

—Profesor Tyler lo estoy poniendo en práctica, si no que la gente no me lo pone fácil.—me excuse como siempre hago en toda las clases con él.

—Siempre es el mismo cuento de siempre Lynn. Tienes que interactuar con más personas….—y ahí se pegó como el Loro repitiendo las mismas cosas, dándome la misma charla de todos los días de siempre.

Para cuando termino ya el timbre sonó, salí a almorzar encontrándome a Sam con varios chicos sentado en nuestra mesa, en su plan de seducción. Pase de largo de la mesa y me senté en una que estaba al fondo. La cafetería estaba repleta de estudiaste y hablaban mucho. Me coloque mis audífonos y deje que la música me inundara como siempre.

Me sentía más cómoda en mi mundo negro con música corta venas, que escuchar lo que dicen la gente de su vida. Y es que yo tenía un problema, y no cualquier problema que se puede curar de la noche a la mañana.

Tengo trastorno de despersonalización/desrealización, se caracterizaba por una sensación persistente o repetitiva de separación del propio cuerpo o de los propios procesos mentales, como un observador externo de la vida (despersonalización) o como sentirse totalmente desconectado del entorno que le rodea a uno (desrealización).

Tras trastorno, tras trastornos que ocultaba con una cara angelical a algo que no le podía dar nombre y prefería que siguiera así hasta el final. Ya que el único tratamiento era terapia de comunicación.

<<Era demasiado difícil para una persona que odiaba comunicarse o hablar con otras personas>>

Estaba revisando mi celular mientras me comía una manzana y disfrutaba de la música cuando sentí la vibración de dos pequeños golpe a la mesa. Solo alce la mirada para encontrarme con el primo de Sam con su aura de chico malo sonriéndome con maldad.

El chico se vestía como si fuera un mafioso, tenías más tatuajes en sus brazos, que perdí la cuenta contándoselo cada vez que me decía que tenía uno nuevo. Ropa de marca para que muchos envidie y era el deseado por muchas chicas excepto una que eso lo volvía loco.

¿Adivine quién es esa chica?

—No voy a salir contigo.—le solté de una vez comiendo mi manzana.

—Ni siquiera me diste tiempo en preguntar.—el idiota me seguía sonriendo con su estúpida sonrisa.

—Borra esa sonrisita de tu rostro, sí.

—Inanna no entiendo por qué te resiste siempre de mis encantos.

—Porque tus encantos son para ellas.—señale con la cabeza a un grupito de chicas que no dejaban de babear y suspirar por él.

—Un día tú también va a estar así como ellas comiendo de mi mano.—eso me provoco que me riera de él y no lo pude contener.— ¡No sé de qué tanto de burla si algún día estará igual!

—Mathew.—apague mi móvil y me concentre en él muy dispuesta a bajarle su estúpido ego.— ¿Qué pasa si algún día de esto, tu fachada de chico malo se derrumban por casualidad del destino?

Él se quedó un momento en silencio analizando mis palabras pero sin borrar la estúpida sonrisa.

—Yo no tengo ninguna fachada Ina.

—Eso lo dice tu… pero tú y yo sabemos que el chico malo tiene muchas necesidades que papi no puede pagar y yo solita lo descubrir.—me encargue de hablar bajito para que solo él escuchara. Su sonrisa borro de un momento a otro poniéndose serio.—Eso lo pensé, ahora levántate y déjame sola.—volví a colocarme mis audífonos y lo vi perderse entre la multitud.

Me encanta observa, analizar y descubrir que las personas que nos rodean no son como dicen que son.

Mathew cargar un secreto que lo oculta a través de la sonrisa y la fachada de chico malo, Sam lo esconde en los coqueteo y en la rebeldía. Hay parejas que dicen ser felices y se miente cada una de las veces.

He leído miles de novelas que todas terminan con un final feliz y otras que no. Siempre dicen lo mismo en cada texto o en cada párrafo, la chica conoce a un chico que pone su mundo de cabeza, los dos se enamoran pero se niegan aceptar la realidad que se gustan, pasan mil cosa como odio, rencor, llanto, gritos y risas, que al final termina más felices que las misma historias de amor.

El mundo está colapsado de muchas mentiras, que a la final salen a la luz por sí solo.

Pero ¿qué pasa si no sale?... Pues cada día la persona se llena de mentiras que termina un día creyéndosela, y esa es la triste realidad.

<<Como yo, todo guardamos secretos que al final saldrán a la luz quieras o no.>>

Mi padre y mi madre terminaron creyéndose que éramos felices viviendo así, que hasta el día de hoy se lo creen. Yo, solo finjo que no existen y termino de arruinarle su papel de felicidad.

—¡Tengo media hora llamándote!—me chilla Sam quitándome el auricular.

Del susto casi me caí de la silla.

—¡Esta loca!—me lleve una mano al pecho porque siento que mi corazón va muy rápido y que va a salirse en cualquier momento.

Ella me observa con los ojos entrecerrados antes de estallar en una carcajada.

—¡Perdón, es que tu cara de susto me gusta más que tu cara de “Estoy amargada, no me miren que tengo ganas de querer matar a toda la sociedad”!—ni siquiera me lo dice a mí, sino que lo grito y algunos que estaba a nuestro alrededor comenzaron también a reír.

—¡Yo también te quiero!—dije levantándome de la silla y recogiendo mis cosas.

Salí tan rápido de ese lugar que escuchaba los gritos de Sam tras mío. Mi celular volvió a sonar y esta vez conteste sin ver quien era.

—¡¿Qué quieres?!—le chille furiosa deteniéndome en la cera cuando Sam se me acerco poniéndome una mano en el hombro.

—¡Jovencita a mí no me grites!—me regaño mi padre.

Increíble, voltee los ojos ya más cabreadas.

—¡¿Qué quieres Alex?!—otro más que lo llamo por su nombre.— ¡¿Si sabes que no quiero saber nada de ti, para que rayos sigues insistiendo?!




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