-¡Dios mío ¿qué te paso?!-exclamo Sam asustada mirando mi rostro.
Ya me imagino que debo estar más hinchada que un pez globo. Me limpie las lágrimas mientras me dejaba caer en su cama y me tapaba con la sabana.
-Necesito... quedarme contigo un tiempo.-sorbí la nariz todavía llorando.
-Te puedes quedar todo el tiempo que quieras Ina.-Sam se acostó a mi lado pasándome la mano por la espalda consolándome.-Voy a ir abajo a buscar hielo y vengo.-me susurro y yo asentí.
La vi salir de su habitación, cuando mi celular no dejaba de sonar, lo apague. No quería saber de ningún de los dos. Suficiente tuve con lo de hoy, para estar escuchándolos otra vez.
No sé en qué momento me quede dormida, pero sentí que Sam se acomodaba a mi lado arropándonos a las dos. Cuando llegue corriendo ya era de noche y me imagino que deberían ser las once por si Sam ya se está durmiendo. Volví a cerrar los ojos y deje que el sueño me invadiera.
No fui a clases porque todavía estaba hinchada como un pez globo, lo malo de llorar toda la noche. Mi celular seguía apagado por motivos que no quería, ni siquiera pensar. Como en algunas ocasiones me quedaba a dormir con Sam ya tenía ropa de sobra en su closet. Los padres de Sam seguían por fuera y podía pasar unos días con ella hasta que las aguas se calmaran.
Como mi laptop seguía en casa y yo no pensaba poner un pie en esa casa, solo me conforme en usar la de Sam. Todo el día me la pase adelantando trabajos, y tratando que la hinchazón bajara. Además tenía que reportarme en otros sitios el fin de semana, por lo que confirme los correos que tenían ya llevaba días postergándose en la bandeja de entrada.
Ya eran las tres y media y lo único que estaba rosado era la marcar de la abofeteada que me dio mi padre que se notaba mucho.
Los pies y manos me picaban por salir de esa casa, porque ya tenía que estar en otro lugar y no me importaba si hoy llegaba tarde por una vez en dos años. Me coloque mi sudadera con capucha, agarre mi celular y la laptop de Sam. Y salí de esa casa.
En todo el camino iba escuchando música y tapándome la cara con mi pelo y la sudadera. Para cuando llegue solo me senté en la misma mesa sin alza la vista.
-¿Desea algo de beber o comer?-esta vez no fue la chica de siempre. Esta vez la voz era de un chico.
Aunque su voz se me hacía muy familiar. Trague saliva con dificulta agarrando mi celular fuertemente ignorando por completo ese cosquilleo en el fondo de mi interior.
-Solo café negro y una magdalena.-murmure con dificulta colocándome los audífonos. Agache la cabeza un poco más porque no iba a dejar que me vieran la marca roja.
El chico se fue con mi pedido y yo solo me enfoque en mi celular. Mis dedos me picaban y solo significaba una sola cosa.
<<Necesitaba escribir la personalidad de una persona antes que me volviera loca.>>
Si, otro trastorno al cual sumarle a la lista.
Creo que Tyler lo llamo trastorno compulsivo.
Saque muy rápido la laptop de Sam y abrí un documento en blanco, cuando vi de reojo que me acercaban mi pedido y cerca del plato había una nota.
¿Una nota?
Será la cuenta.
Fingí que no la vi y me enfrasque en mi siguiente víctima pero quede en blanco en ese momento al ver a Trina con los niños entrar, lo que provoco que agachara más la cabeza y esta vez sí que la pegue contra la laptop de Sam.
<<¿Qué diablos hace aquí?, No estaban de viaje a Londres o que se yo.>>
Me quite los audífonos cuando uno de los niños comenzó a meterse con el otro y yo seguía ocultándome de ellos.
-¡Mamá dile a Trevor que me deje en paz!-le chillo Travi a Trina.
-¡Calmasen de una vez los dos o no le compro dulce!-los regaños sentándose en unas mesa aparte de mí.
-¡¿Cuando viene papá?!
-Está buscando a su hermana, ya viene en camino.- ¿Camino? Yo creo que se me fue el color en ese momento que recogí mis cosas muy rápido y pague la cuenta sin molestarme tocar nada.
Ya estaba casi saliendo cuando unos de los mocosos infernales se dieron cuenta de mi presencia y me llamo.
<<¡Misión fallida amiga, repito misión fallida!>>
Ya lo sé conciencia, ya lo sé. No me lo recuerde que estoy que me meo de los nervios.
-¡¿Inanna?!-me llamaron asiéndome que me detuviera de golpe todavía dándole la espalda.
Quería corre, quería largarme de ahí antes que llegara él, pero ya Trevor me está abrazando por la cintura con el otro mocoso.
La mayoría no sabía diferenciarlo porque se parecían mucho y aunque uno era más grande que el otro siempre eran del mismo tamaño, hasta sus propios padres a veces lo confundía a tal punto de llegar al final de marcarle la frente con sus nombres con marcador. Eso me pareció ridículo al principio porque desde que los vi sabía quién era quien y ya.
No era tan difícil, Travi tenía los ojos más claro que Trevor y uno era más rebelde que el otro. Además Travi era el mayor tenía 6 y Trevor 5.
-He, mocoso suelta.-hice una mueca de asco pero a él le causo gracias.
-¡¿Sabes que papá te está buscando?!-me dijo Travi con una sonrisa de oreja a oreja.
Estaba más rígida que un palo, no podía producir un ruido, nada de nada. Y estaba a nada de responderle cuando escuche su voz.
- ¿Inanna, eres tú?-y ahí fue cuando la escuche a ella acercándose. Me zafe de los mocosos con un poco de delicadeza y salí huyendo como siempre.- ¡Inanna espera!-me grito pero ya era muy tarde, ya estaba cruzando la calle cuando me trague el grito cuando un auto freno por no mirar a los lados cruzando la calle como si fuera inmortal.
-¡Oye mira por donde cruza! -el hombre ya mayor me grito sacando la cabeza por la ventanilla, lo ignore y seguí huyendo.
Corrí una distancia muy lejana de todos conteniendo las ganas de llorar. Lo que faltaba que hasta en mi pinche lugar favorito, hasta ellos aparecían ahí.