De hecho me sentía un poco mejor después de quedarme dormida en todo el viaje y pude descansar un poco. Sam no paraba de parlotea cuando llegamos a la casa de la playa de sus padres, quedaba en Miami. No fue fácil salir del pueblo, pero lo conseguimos.
Con respecto a la casa era preciosa, era una casa de madera de dos pisos. Tenía una sala preciosa y amueblada, la cocina era pequeña y brillaba como el oro, y que no se diga las habitaciones. Solo había cuatro y eran preciosas. Nos quedaban cuatros días para volver a clases y yo solo quería disfrutar un poco de la paz con mi amiga, antes de volver.
—¿Esta segura que necesitamos mucha comida?—pregunto Sam mientras yo llenaba el carrito del supermercado con alimento. En la casa no había ni pan, para uno saborear. Así que después de cambiarnos de ropa porque hacía un calor infernal, fuimos a comprar comida para cenar.
—Yo quiero comer macarrón con queso y aquí solo vende comida chatarra.—hice una mueca cuando vi una salsa extraña.
—Por qué tengo la sensación que cada vez que viajamos, compra mucha comida y solo hace macarrón con queso y no lo demás.
—Porque me gusta el macarrón con queso y tú siempre te come lo demás.—cruce el siguiente pasillo para las golosinas.
—Deberíamos salir muy a menudo de viaje para verte en eso shores, porque siempre te veo en jeans o vestido.—me dio una nalgada agarrando un chocolate.
—Olvida al chico de la esquina y no vuelva a darme una nalgada.—la regañe cuando vi que comenzaba a coquetear con un moreno alto que estaba observándonos.
Me sobe la nalga porque me había dado duro y agarre las primeras galletas que vi.
—Tu siempre me corta las fiestas.—me hizo puchero mientras me seguía.
Me detuve en la primera caja y comencé a colocar todo en la caja para que la chica me dijera cuanto era. Después de pagar la cuenta he íbamos de camino a casa con dos chicos a los lados porque Sam se la ingenio para que cargaran nuestra cosa que pesaban un poco de lo costumbre.
Isaac y el otro chico que se me olvido el nombre, entraron con nosotros a la casa y eso porque Sam los dejo entrar como agradecimiento que le iba a dar un poco de bebida o que se yo.
—¿Y son turista?—pregunto el chico que se me había olvidado el nombre.
Yo no pensaba hablarle, odiaba hablar. Además, era muy peligroso hablar con desconocido pero eso mi amiga no lo entendía por cuanto más se lo explicara.
—Un poco.—contesto Sam con una risita y le entrego una cerveza que ella había comprado aparte.
—Se le nota, porque nunca habíamos visto unas chicas tan hermosas.—contesto Isaac con una sonrisa divertida.
Por su tono de voz de coquetería ya sabía a qué venia, lo había escuchado muchas veces. Sam se rio como estúpida, mientras que yo ponía los ojos en blanco comiendo de mi galleta.
—No digas eso, he estado un día aquí y he visto muchas chicas más linda que nosotras.
—Pero nunca habíamos visto a una sexy castaña como tú y a una pelirroja tan bonita como ella.—me estaba señalando con la cabeza aunque no me dignara a verlos.
El color rojo ahora era el color que prefería en el pelo, porque el naranja ya me estaba fastidiando. Y porque aquí no había el color que quería.
Sam por su parte se sonrojo y yo fingí que nadie estaba ahí y solo estaba yo sola.
<<Si seguía ignorándolo a lo mejor se irían.>>
—¿Ella es muda o qué?—pregunto él otro murmurando. Su tono de voz sonaba a decepcionado e incómodo.
—Ignórala, ni siquiera sabe que estamos aquí.—respondió Sam como si ya estuviera acostumbrada a esta escena conmigo.
—¿Como que no sabe? si vinimos todos junto.—pregunto Isaac confundido.
—Solo ignórala, ni te moleste en preguntar porque vas a parar a loco...—y ahí siguieron hablando y hablando de que se yo porque deje de escuchar y subí a mi habitación.
Ya arriba me coloque mi traje de baño y volví a bajar ignorándolo a todos como siempre. Me dirige a la orilla del mar para relajarme un poco porque sentía mis musculo contraído desde el viaje y ya estaba oscureciendo. Era perfecto esta horas para bañarse, nada de bronceado y nada de quemadura en la piel. Camino hasta la orilla y siento el tacto de la arena mojada y agua bajo mis pies. Camino más adentro y siento un poco de frio y el agua salada que comienza hacer su trabajo en mi cuerpo.
Nade una gran hora en la playa hasta que todo se puso oscuro y solo la luz de la luna alumbraba el agua y se reflejaba todo hermoso. A los lejos vi la casa y las luces encendida, no quise salir porque a lo mejor Sam iba a estar con sus nuevas conquista.
<<Pero si no sales del agua, te volverás una pasa.>>
Mi conciencia solo sirve para reclamarme.
Salí del agua y solo me senté en la orilla en la arena mirando la luna y lo preciosa que estaba hoy. En el aire se podía oler a sal y hacia un poco de frio. Me coloque mi vestido playero arriba del traje de baño y me quede ahí mirando la nada y a la vez todo.
El cielo estaba estrellado, con tantas preciosas estrellas que adornaban el cielo como un gran lienzo hermoso junto con la luna que estaba por encima del mar dejando ver a un gran pintor que sería increíble pintar esa imagen.
—Y yo que pensaba que nunca ibas a salir.—al escuchar esa voz tan cerca de mí. Me sobresalte un poco asustada.
—¿Qué?—fueron las únicas palabras que pude articular cuando gire un poco la cabeza para ver si no era mentira lo que había escuchado y encontrándome con eso ojos que colocaron mi mente en blanco de golpe.
Se dejó caer tras de mí y me rodeo en un abrazo.
¿Qué estaba haciendo? O sea sus abrazos eran tranquilizantes y seguros, pero ¿qué estaba haciendo aquí?
—Fui ayer a ver como seguía tu amiga.—comenzó a explicar como si leyera mis pensamientos. Cerré los ojos con mucha fuerza para no imaginarme que él estuviera ahí y hubiera escuchado todo.—Y cuando vi el taxi pensé que ya se iba pero vi salir a tu amiga muy pálida y con unas maletas y pensé lo peor. Así que rodee la casa para entrar por detrás cuando escuche la discusión.