—Inanna.—me susurraron con una voz muy dulce.
—Solo déjame dormir.—gruñí aferrándome a la sabanas.
—Venga Inanna, no has comido y está muy débil.—volvieron a insistir. Pero esta vez la voz se escuchó mucho más cerca que me dio un escalofrió.
—¿Cameron a ti nunca te han dado un puñetazo muy temprano?—gruñí abriendo un ojo para comprobar que estaba a mi lado con una sonrisita divertida. Me encantaba cuando su humor cambiaba y más sus ojos.
—No, pero serás la primera.—medio un beso en la frente y se incorporó.—Venga, vamos a comer. Te veo muy pálida y desde ayer no has comido.
¿Por qué se preocupa por mí tanto? Ósea, sé que estoy hecha un asco de tanto llorar. Pero no es para que me mimen... Aunque lo estoy pensando mucho mejor, nadie en todo esto nueve años se había preocupado por mí tanto como lo ha hecho él en tan solo días de conocernos.
—Fui a la tienda de la esquina por una crema para tus manchas rojas y creo que sé el motivo porque te salieron.—entrecerró los ojos mirándome cuidadosamente.
—Llore.—murmure muy bajito para que no me escuchara pero igual él asintió como si me hubiera escuchado.
—Quería estar contigo pero Sam me dijo que era mala idea y además estaba muy borracha y sola con eso dos idiotas abajo.
Me lleva una mano a la cara y respire hondo unas cuantas veces antes de levantarme.
—Me ayudas, creo que esto me pasa por ser de piel sensible. —me señale la cara un poco cansada.
Él me miro un segundo antes de agacharse frente a mí y agarra la crema que había dejado en la mesita de alado.
—Creo que te pasa muy a menudo, cuando llorar, te enojas o te sonroja.—me sonrió picándome el ojo y algo dentro de mí se estremeció.
Bendito Cameron.
Él sabía perfectamente el efecto que estaba haciendo en mí y lo gozaba, torturándome con esa sonrisa y esos ojos. Sus dedos comenzaron a pasearse por toda mi cara con una delicadeza, como si tuviera miedo de que me fuera a romper en cualquier momento. Cerré los ojos para no mirarlo y no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.
—¿Quién te dijo que estábamos aquí?—pregunte todavía con los ojos cerrados.
—Tú amiga, cuando te vi entrar al taxi mucho más roja de costumbre pensé que te iba a dar algo y ella solo me dijo que venían a este sitio y me dio su número muy rápido.
Bueno desde aquel día no recuerdo que digamos muchas cosas, solo sé que escuche que Sam hablaba pero no sabía con quién. Pensé que era conmigo que hablaba. Cada vez que estoy furiosa con mi padre o mi madre me olvido de lo demás y solo me enfoco que éxito yo sola.
—Perdón.
—¿Por qué me pide perdón?—dejo de aplicarme la crema confundido y abrí los ojos para verlo.
—Por la fea cosa que me escuchaste decir y por la forma como me transformo cuando uno de ellos dos me cabrea.—murmure tímidamente bajando la mirada al suelo.
—Oye mírame.—me agarro por la barbilla para que alzara la mirada y lo viera. Sus ojos mostraba un poco de enojo y no sé si es por mí o por lo que en verdad soy.—Si crees que te considero loca o cualquier otra cosa esta equivocada. Llevo dos años observando a la chica que tengo al frente y sé que está rota, dolida o lo que sea que en el pasado te hubiera marcado.—me agarro la cara con su dos manos y frunció la ceja arrugando un poco la nariz.—No hay nada que yo pueda solucionar, solo necesita un poco de amor y que alguien se preocupe por ti. Tu padre solo quiere llamar tu atención y lo está haciendo por la fuerza y eso te está matando Inanna... No conozco a tu madre o como te trata, pero una cosa si se. Ella debería preocuparse más por ti, que él idiota de tu padre... Inanna no llores por favor.
No me estaba dando cuentas que las lágrimas estaban saliendo como chorro de catarata. Todo lo que Cameron me dijo habían removido los cimiento que tanto años me costó formar, nadie en su puta vida me había hablado así o darse cuenta de lo que pasaba en mi alrededor. Nadie se preocupaba como él lo estaba haciendo y eso me estaba haciendo más daños que mi padre metiera el dedo en la llaga.
—Cameron por favor no hables más.—susurre todavía en sollozo abrazándolo con mis pocas fuerzas.—No quiero escuchar esas palabras.
—Inanna te la seguiré diciendo hasta que me canse. No sé cómo fue tu niñez o tu adolescencia, pero he visto algo en tu mirada y es que nunca te soltaron una palabra bonita o una palabra de aliento en medio de esa tormenta.
<<Era cierto, nadie estaba ahí para decirme: Todo saldrá bien.>>
Ni mucho menos se acercaban a preguntarme que me pasaba, solo se limitaron a gritarme, regañarme, mandarme a psiquiátrica, intérname en reformatorio o mandarme a psicólogos. Pero de una cosa si se, lo que siembre hoy es lo que cosechara más adelante, todo lo que me dieron fue gritos, yo le devolvía los gritos más fuertes. Me trataban mal, yo los trataba peor y cuando metía el dedo en la llaga, yo la profundizaba más hasta llegar el borde de la locura.
—Solo déjame ser la luz en medio de esta tormenta.—me lo estaba pidiendo calmadamente.
Y yo sin darme cuenta estaba asintiendo y abrazándolo con más fuerza, que yo ni sabía que tenía.
<<Te lo dije, eso ojos y sonrisita iban a ser tu perdición.>>
Estaba derrumbándome poco a poco para no hacerme daño, sabia en que momento apretar y en qué momento aflojar la cuerda cuando estaba conmigo. Y se lo agradecía mucho en verdad.
—Y ahora vamos a comer.—me sonrió cuando me aparte de él un poco.
Toda la mañana y tarde se nos fue recorriendo los centros turísticos con Cameron que había en la zona donde estábamos. Sam decidió quedarse por motivos de la resaca que tenía, solo levanto la mano en señal que seguía viva cuando la llame antes de salir de la casa.
Me costó mucho hablar en la mañana y eso era solo para callar a Cameron que parecía un loro parlante, y eso que intente ignorarlo muchas veces, pero él siempre atraía mi atención con cualquier cosa. Solo le sonreí a modo de que lo estaba escuchando cuando comenzó hablar de una comida exótica que habíamos visto comer unas personas en un restaurante cuando pasamos por el frente. Yo como siempre puse mi cara de asco y eso a él le causo gracias.