<<No vales nada para mi…. >>
Aquellas palabras volvieron a repetirse, mientras esperada fuera de aquel edificio. Me temblaba las manos y la sentía muy sudorosa, llevaba unos días que no hablaba con ninguno de mi familia, solo ignoraba sus llamadas y seguía con mi vida. Pero después de pensarlo mucho ayer en el trabajo ahora me encuentro frente el edificio donde trabaja.
Además fue una de las recomendaciones de mi psiquiatra, enfrentar todo aquello que te hace doler.
Cameron no sabe que vine y creo que piensa que estoy durmiendo. Salí muy temprano solo con el motivo de encontrármelo a él solo en su despacho. Entre decidida aquel lugar y presione el botón del piso de su despacho, hubieron poca personas que me saludaban porque ya me conocía cuando era pequeña, pero como yo solo iba con una sola misión y no veía nada más que negro no me moleste en devolverle el saludo.
El ascensor se detuvo en el piso y yo salí dispuesta a enfrentarme otra vez con mi padre, lo primero que vi fue a Trina sentada en su escritorio con una cara de angustia. No paso mucho para que notara mi presencia y se volviera nerviosa y perdiera el color de una vez.
—Tu no me importa zorra.—le espete pasando por su lado.
Ella nunca me dijo nada porque sabe que soy la hija del hombre con quien se casó y solo por ese motivo, solo pierde todo su valor cuando me ve. Abrí la puerta del despacho de mi padre cuando lo vi sentado sobre su escritorio firmando o leyendo unos papeles. Él alzo la cabeza de golpe cuando me vio y me sonrió muy feliz. Yo solo me inmute a fulmínalo con la mirada para darle de entender que yo no estaba de ánimo.
<<Vamos bien por lo que veo, he.>>
Primer paso: “Estar en un lugar abierto y ambientado”
Eso era lo contrario a lo que me había dicho Daniel.
—¡Inanna, siéntate!—me señalo una silla y yo negué.
—Ya veo que tu queridísimo hijo está mejor que nunca.—eso le borro la sonrisa que tenía y negó un poco molesto.
Segundo paso: “Primero escucha y después hablas”
—Tu sabe que tu abuela solo querías que volviera a casa… bueno no solo ella, nosotros también.—si ya sabía que habían usado un plan b, del mal gusto.
Tercer paso: “Exhala y respirar antes de hablar”
Me cruce de brazos molesta solo mirándolo a él. Él se quedó en silencio como si estuviera aguantándose de decirme algo o no, en ese momento se aclaró la garganta nervioso y bajo la mirada a los papeles.
—¿En dónde te estas quedado?—me hablo con timidez antes de volver a subir la mirada para verme.
Tercer paso: “No responda a la defensiva”
—Bajo un puente.—fui directa y seca.
—Enserio Inanna. ¿Dónde te esta quedado? Sabes que puedes volver a ca….
Y cuarto paso: “por nada del mundo no explote en cualquier estupidez que digan”
—¡Estoy viviendo bajo un puente porque es más cómodo que esa casa. Y sabes, mis nuevos amigos drogadictos no hacen tantos ruidos como lo hacen ustedes!—ya estaba irritada y esa palabra solo lo provoco.
<<Bravo, ese debería ser el primer paso que te debió dar Daniel. Te merece un gran aplauso porque está haciendo lo contrario>>
Era como si mi subconsciente se burlara de mí y no lo dudaba, no me gustaba estar en lugar encerrados y más en un terreno que no era mío.
—¡Inanna, no sé qué te pasa! ¡Te pierde por semanas y nadie sabe de ti. Y ahora que te veo solo lo que haces es ponerte a la defensiva como si yo fuera el malo!
<<No vales nada para mi…. >> volvieron a sonar en mi cabeza como si me echaran un balde de agua fría. Me estremecí y negué tapándome los oídos.
—Ina ¿te pasa algo?—mi padre se levantó de su silla muy nervioso para acercarse a mí y yo retrocedí nerviosa.
<<oh no, otra vez no>>
—Solo… solo déjame en paz.—le murmure nerviosa retrocediendo hasta la puerta.— ¡Ya yo no soy una niña, olvídate que existo por una vez por toda y solo enfócate en ti!
Sin dale tiempo de responder hui de aquel despacho, corriendo escalera abajo. Sentía como si me estuviera faltando aire y necesitaba respirar aire fresco o me desmayaría en cualquier momento.
Cuando cruce aquella puerta de cristal grande y mi rostro sintió la brisa fresca, ahí pude respirar con más calma. Me aferre a mi sudadera y corrí lo más lejos de aquel sitio, no quería volverlo a ver y tampoco saber nada de él. Yo necesitaba tranquilidad, no dolor a cada segundo o en cada momento. Solo corrí hasta que me dolieron las piernas y ya no podía respirar más, me deje caer en aquel césped verde.
Había retrocedido mucho, y si le contaba a Daniel se iba a decepcionar.
Me costaba respirar y mi corazón latía muy rápido. Cerré los ojos para tranquilizarme un poco y fue cuando sentí aquel escalofrió que me corrió por todo el cuerpo. Abrí los ojos de golpe para encontrarme aquellos ojos que me estaban volviendo loca cada vez que lo miraba seguido. Algo en su mirada era distinta a las otras que yo había mirado, se inclinó hasta quedar de sentadilla y me miro de pies a cabeza.