Tenía mucho calor y no era porque era de día, no.
Más bien era porque el cuerpo de Cameron me ponía así cada vez que lo veía sin camiseta, tenía media hora caminando de un lado a otro sacando materiales de su habitación porque tenía un trabajo que hacer y sus compañeros llegaban entre un rato.
Pero lo que me ponía más calurosa era la forma como sus musculo se contraía a la hora de moverse. Hice todo lo posible para distraerme y no quedarme viéndolo como una babosa con hormonas revoleteaba. Yo nunca me puse así con otros chicos porque los odiaba en aquel entonces y solo tenía cabeza para otra cosa. Pero Cameron cambio todo en mí que ahora solo dejo que él sea el único que me toque y nadie más.
Me gusta cuando me abraza o cuando nuestros cuerpo se rozan cuando dormimos juntos, me gusta sentir ese hormigueo cuando el comienza a pasarme sus dedos por mi piel hasta llegar a mi tatuaje. No me he revolcado con él porque todavía no me siento preparada, y él no insiste como veo que algunos de las conquista de Sam si lo hace. Por eso me limito de besarlo y no provocarlo.
—Deberías ponerte una camiseta.—murmuro ya abanicándome con la mano.
<<Enserio hacía mucho calor.>>
—Entre un rato.—me contesto con aquella sonrisa divertida. Agarre una hoja que tenía alado de mi laptop y comencé a echarme aire.— ¿Tienes calor?
—No, solo estoy excitada al verte sin camiseta.—puse los ojos blanco cuando él comenzó a acercase.
<<Bueno era verdad que solo la ocultaba con sarcasmo>>
—Me encanta tu sarcasmo.—se burló dándome un beso en la frente.—Si quieres enciendo el aire.
¡Maldición! Era esa mierda porque hacia tanto calor, porque el aire estaba apagado. Y yo que pensaba que era Cameron, bueno aunque Cameron también me pone caliente cuando esta así sudadito y todo.
—¡¿Qué?!—estalle apartándolo molesta.
—Fue Justin, creyó que así ahorraríamos en energía.
—¡¿Este chico está mal de la cabeza o qué?!
Me levante del sofá y camine hasta el aire acondicionado, lo iba a matar y de eso estaba muy segura. Cuando encendí el aire y sentí la ola de frio volví al sofá y comencé adelantar los trabajos de algunos profesores.
Me coloque los auriculares con música fuerte al fondo de Ava Max Psycho, siento que la letra me describe mucho. Cuando llegaron dos moreno muy encantadores que empalagaban a simple vista.
<<Bueno a mi vista. >>
Eran los compañeros de Cameron, uno de ellos se me acerco a saludarme mientras que yo solo seguía escribiendo y escuchaba música. No sé qué dijeron porque no lo escuchaba, pero si logre ver la reacción de Cameron cuando me señalo. A Cameron no le gusto para nada y solo lo fulmino con la mirada.
Llevaba más de una hora sentada en ese sofá con la laptop en mi regazo sin parar de escribir y enviar los trabajos. Ya mi trasero pedía descanso a igual que mis oídos. Me quite los auriculares y deje la laptop a un lado.
—...Yo creo que no sería bueno que la estructura fuera así.—escuche que dijo alguien.
—Yo solo me encargo de las medidas, a mí no me mire.—dijo otro.
Me limite a no seguir escuchando y me levante para buscar algo de comer. Solté mi maraña de pelo, porque ya me dolía la cabeza. Saque un pote de helado del refrigerador y me quede parada ahí viendo como discutían los tres en la sala. Hasta que tocaron la puerta y fui abrirla, me arrepentí en ese momento cuando vi a la rubia con los ojos rojo e hinchado de tanto llorar, tenía una pijama rosa chillón que si Sam la viera se moriría por tener una igual.
—Necesito...necesito.—comenzó a balbucea con la voz ronca de tanto llorar.
<<Bendito drama en donde me vine a meter.>>
Razones por la que nunca hablaba y odiaba a las personas.
<<Excepto Cameron, a ese lo amamos. >>
—No puedo servirte de ayuda, porque no estoy disponible.—intente cerrarle la puerta, pero metió la mano.
—¿Cómo lo supiste?—casi no me grito porque sabía que no estaba sola.
—Sabes, ya estoy cansada de toda esta mierda de "¿Oye Inanna como lo supiste?" o "¿Cómo lo sabes si nadie más lo sabía?"—espete ya cansada jalándola de un brazo y abriendo la puerta de su piso. Ya adentro estaba una de sus amigas de la idiota y la lance al sillón junto con ella.— No te conozco y tampoco tengo ganas de conocerte.—la señale mientras que ella estallaba en llanto sentada en el sillón.—¡Si tienes problema mentales o familiares ve a un psicólogo o desahógate con tu amiga, pero a mí ni me busque. Porque yo no estoy en condiciones para darte explicaciones o ser tu guía espiritual!
—¡Solo quiero que me digas como lo supiste, eso es todo!—me grito intentando levantarse del sillón.
Ya perdí la paciencia que tenía. Me cruce de brazos frente a ella mirándola de arriba abajo, sus ojos mostraban dolor y odio. Sus brazos estaban arañados y con pequeñas marcas y su bendito tic nervioso no me dejaba tranquila.
—¿Inanna por qué está estudiando una carrera que no va acorde a tu personalidad? —las palabras de mi psiquiatra llegaron a mi mente en ese momento y tuve que parpadear como cinco veces para saber ya la respuesta.
—Quiero ayudar a otros en sus traumas o problemas, que cuando me vean digan: <<Si ella pudo salir de eso, yo también puedo.>>. No quiero tenerlos 3 o 5 horas hablándome de su vida, solo desde los dos minutos saber cuál es el problemas y ayudarlo. Porque lo que decían ser profesionales no me ayudaron, yo quiero hacerlo con los demás.— esa fue mi respuesta, él asintió antes de volver a mirarme y comprendí en este momento que ella necesitaba mi ayuda, pero yo me negaba a dárselo porque todavía necesitaba sanar para después ayudar a otro.
— ¡Vamos acabar ya este trauma una vez por todas!—la espete agarrándola del brazo y jalándola hasta el baño ignorando todo. Ella se rehusó pero no pudo conmigo.