— ¿Qué fue eso temprano?
—Nada.
Me deje caer en el sofá cansada de haber tenido un día de cansado.
— ¿Como que nada?—volvió a insistir Cam a mi lado. —Ina, te mire a los ojos y parecía que tenías ganas de matarlo y mucho más.
—Es que tenía. —era verdad.—El idiota lleva dos días acosándome como si yo fuera un billete de lotería ganador y eso no me está gustando.
Ya no tenía paciencia para mentir y más con Cam que insistía como loco poniéndome los pelos de puntas.
— ¡¿Qué?!—se sorprendió y me hizo que lo mirara.
—Ya escuchaste Cam, yo no voy a volver a repetir las palabras. Me tiene cansada con su acoso a donde quiera que vaya, está ahí. Y te lo juro que si se me vuelve a cruzar por el camino no dudare.
Cerré los ojos porque enserio estaba muy cansada y agotada. Me lleve las manos a la cara para idear algo, toda mi mente en estos momentos parecía una maraña de telaraña pensando por aquí y pesando por allá.
—Voy hablar con él y le voy a dejar bien claro que tú eres mi novia. Y que se aleje de ti.—murmuro a mi lado molesto.
—Si hablas con él, empeoraras las cosas. A lo mejor ya dejara de acosarme si sabe que estoy saliendo contigo.—me levante y me incorpore para mirarlo. Su silencio no me gusto pero después asintió
—Ok. Está bien, no hablare con él. Pero si vuelve a estar tras tuyo me avisa.—me sostuvo la cara para que lo mirara y lo hice. Asentí con cuidado cuando él me dio un beso en los labios.— Ahora vamos a la habitación a calmar esta ansia que tengo por ti.
Me robo una sonrisa al escucharlo hablarme así que me abalance sobre de él rápido. Cam me agarro y comenzó a quitarme la ropa cuando llegamos a su habitación.
***
La mayoría de las cosas no se resolvía con sexo. Ya que es un método poco flexible, Sam lo veía como un método productivo para calmar sus ganas o ansiedad a no estar sola en lo que queda de la noche o el día. Tiene un trastorno que algunas veces intente quitárselo mientras dormía pero no lo lograba, ya había jurado no volver a hipnotizarla y no lo volví hacer.
Pero con Cameron era una de forma que me gustaba, él siempre era rudo y dulce a la vez. Que no me molestaba que marcara mi cuerpo con chupetones. Yo lo odiaba a gran manera, no me gustaba que cualquier hombre marcara mi cuerpo como si fuera un ganado, pero termine aceptándolo por Cameron me gustaba más que él fuera lo que yo tanto no busque.
—Me gusta tu tatuaje.—los dedos de Cameron recorría la tinta de la frase de la costilla. Subía y baja poco a poco hasta detenerse donde él quería.
—Deja mis tetas quieta.—lo reprendí con una sonrisa cuando volvió apretar.
—No voy a parar, además tenemos toda la noche para esto.—se subió encima de mi comenzando a repartir besos por todo mi cuello excitándome.
Algo dentro de mí se encendió como bombillo a punto de estallar al recordar algo que lo aparte rápido.
—¡Mierda!—murmure desesperada buscando mi ropa interior por el suelo.
—¿Qué haces? Vuelve a la cama.— no le hice caso y como pude me vestí rápido.
Revise la hora en el celular y ya eran más de la siete. La rara debería estar echando humo por la cabeza o que se yo. Quedamos para vernos a la siete y veme como ando corriendo de un lado para el otro buscando el punto que Tyler me dio para el trabajo.
—¿A dónde vas? Si hoy no te toca trabajar.—se cruzó de brazo bajo el umbral mientras yo buscaba el maldito punto que no lo conseguía.
¡Maldita habitación! Todo era un desastre, no sabía que era limpio o que no. En esto momento te entra las ganas de recapacitar y ordena tus cosas por esos motivos estúpidos pero después te acuerda que lo odias.
—La rara me va a matar y voy tarde.—murmure lanzo ropa por todos lados. ¿Dónde estaba mi bolso?—¡¿Dónde diablos deje mi bolso?!—chille cuando movi una pila de ropa en la esquina y no estaba.
Me agache bajo la cama y nada, perfecto.
—Creo que lo dejaste en la sala cuando llegaste.—dijo Cameron. De inmediato deje de buscar bajo la cama y salí disparada hacia la sala.
—¡Gracias!—le grite cuando lo vi alado del sillón.—Nos vemos más tarde, voy retrasada.
No le di tiempo de responder, salí corriendo del piso todo lo que pude. Para cuando llegue a la dirección que la rara me dio, casi me da algo al ver la pequeña casa floreada con enredaderas por una parte de aquella casa. Di un pequeño paso y me fui de boca contra el césped al chocar con un mocoso que tenía mucho carro de juguete en el suelo regado por todos lados.
—¡Maldición!—murmure por debajo ya molesta intentando levantarme. Pero volví a pisar mal otro carrito y volví a quedar en el suelo comiendo césped.
<<Una de las cosas porque detesto a los niños.>>
—¡Eres chistosa!—el mocoso no dejaba de burlase de mí. Que cuando lo mire lo fulmine con mi mejor cara de odio que le dio miedo y volvió corriendo a su casa rápido.
Mi mirada era igual con Franyelys y con mis hermanos, ellos me tenían miedo cuando me enfurecía o cuando perdía la paciencia. Me volví a levantar con cuidado y me sacudí la ropa tenía césped seco en ella.