Tres años atrás.
Odiaba mi vida, a mis padres, a mis hermanos, a todo lo que me rodeaba y más odiaba a lo que me he convertido. El olor y el sabor del metal en mi boca solo me impulsaban a seguir golpeando más fuerte y más fuerte a la chica que tenía bajo de mí. No me gustaba que me dirigieran la palabra y muchos menos que me tocaran, pero ella se pasó de límite a la hora de buscarme porque me acosté con su novio en una fiesta mientras estaba borracha hasta el tope.
—¡Ina para!—me gritaba Sam. Pero su voz se escuchaba tan lejana que no le hice caso.
Mis nudillos clamaban descanso, me zumbaba los oídos por la adrenalina que no pensé a la hora cuando me dio una cachetada tan fuerte que todavía me dolía la mejilla. Así que me fui con todo a la estúpida morena que ya su rostro no se diferenciaba de lo golpeada y sangrado que yo la estaba dejando. Pare cuando sentí un brazo muy fuerte que me alejaba de la chica y lo único que podía ver era rojo de la ira que cargaba.
—¡Esta arrestada!—escuche que alguien me dijo, pero de igual forma no deje. Me zafe de su agarre y volví a la morena que no podía moverse y escupía sangre en el suelo.
—¡Esto te enseñara a no tocarme!—la agarre por los pelo con el fin de estrellar su cabeza al suelo.
A mí no me importaba si moría o no, nadie tenía el derecho de tocarme por cualquier estupidez. Ya estaba acostumbrada a mandar a muchas personas al hospital y si ella moría tendría el privilegio número uno de morir en mis manos. Alguien me impido que estrellara su cabeza al piso empujándome tan fuerte alejándome de ella.
—¡¿Cómo una chica flacucha tiene tanta fuerza?!—escuche que alguien grito pero yo seguía intentando levantarme y quitarme a los tres hombres que tenía encima.
Apena estaba cumpliendo dieciséis, la bebida me tenía tan delgada que no me importaba no comer y si comía era porque Sam me obligaba. Mis fuerzas venían de la rabia que le tenía a Alex y a ellie desde esta mañana, se presentaron con la intención de que tenía mi puta obligación. No corrijo. Estoy obligada a ir a la puta mansión de Alex y pasar todo un mes con los mocosos de mierda de hijo de Alex.
Yo no lo iba hacer y así que me dañaron la mañana con discusiones tonta, que llegue al punto que no quería que nadie me hablara o me tocara. Sam al ver mi cara ya lo sabía, y solo se mantuvo al marguen todo el día hasta que salimos del instituto y esa perra con influencia de heroína se me atravesó pensando que me podía ganar.
Todos en el maldito instituto sabían de mi reputación, sabían que era la hija del diablo a la hora cuando me rebelaba. Nadie se atrevía acercarse o hablarme. Cuando me emborrachaba hasta olvidar mi nombre y buscaba pelea o ligues era fuera de este pueblo… Pero nadie se atrevía porque me tenían miedo hasta el tope de no mirarme a los ojos cuando pasaba por su lado, y para completar la cereza del pastel me habían diagnosticado TEI.
No sé qué paso pero los oficiales me arrastraron a una patrulla y de ahí para allá no recuerdo mucho porque lo único que estaba destilando en ese momento era ira y rabia. Y eso dos sentimiento ligado en una persona como yo, no es bueno que digamos.
Además estaba dejando mis medicinas alado y eso empeoraba mis trastornos de ira, esas medicinas solo me ponían lenta y boba. Por lo que también la deje porque bebía y decía claramente que estaba prohibido.
Pasaron tres horas cuando escuche que abrían la reja de la celda donde me habían encerrado y mi cabreo subió cuando lo vi a él cruzado de brazos matándome con los ojos, esta mierda se repetía siempre y aunque él quisiera reprenderme no podía. Nunca pudo desde que me dejo y nunca podrá.
—Sexta persona que manda al hospital.—comenzó sobándose la cien mientras que pasaba por su lado.—¡Deberías estar encerrada pagando el crimen que cometiste!
Medí media vuelta y volví a la celda, pero él no me dejo agarrándome fuerte por el brazo. Odiaba que me tocara así que me zafe de su agarre.
—¡No me toque!—espete molesta aun.— ¡Me vale todo lo que hiciste o pagaste para que saliera del lugar, pero si quieres puedo ir a partirle la cabeza a otra persona y así nos ahorramos los de los crímenes!
—Te está escuchando Inanna.—volvió intenta tocarme pero no lo deje, pasando por su lado.
Los oficiales ya estaban alto de tanto arréstame y salir libre a las tres o cinco horas. Alex era un excelente abogado y la mayoría le tenía respecto, y solo por eso lo llamaban cuando me metía en problema. Yo nunca exigía mis derechos, y solo por cóbramela por llamar a mi padre sin permiso de mí. Terminaba buscando mi siguiente victima en el comando.
—Señor Lynn.—se acercó un oficial que ya me tenía al borde de su payasada a la hora de ser amable conmigo o con Alex.—Me gustaría robarle un poco de su tiempo para hablar sobre de su hija, ya esto se está pasando de la raya y es mejor pararlo de una vez.
—Oficial me gustaría hablar de mi hija pero creo que la salud mental de ella no viene a lo que usted me quiera proponer…
Deje de escuchar porque seguí caminando hasta la entrada y vi mi oportunidad de huir. Tres horas después estaba colocándome hielo en los nudillos y buscando algo de comer, mi madre estaba en su galería y Franyelys en la escuela, siempre tenía la casa para mi sola a estas horas.