Me levante de aquel charco de barro todavía fresco cuando los rayos solares tocaron cada parte de mi cuerpo. Estaba húmeda y temblando del frio cuando me levante con cuidado y comencé a caminar a una sola dirección. No me importaba si estaba del asco o que la gente me mirara mal cuando pasaba por su lado.
Una hora después estaba volviendo a revivir las pesadillas que tanto me mataban. Pero era necesario, necesitaba cerrar este ciclo de una vez por todas para poder ser feliz.
Entre a la casa y como predije cuando me dispuse venir. No iba a ver nadie. Camine hasta el estudio de mi madre y al pisar el suelo de madera ya estaba llorando otra vez, el olor a pintura fresca me carcomía y el dolor volvió a mi otra vez cuando me senté frente aquel lienzo en blanco y solo había alrededor las paletas de pintura y los pinceles. Respire hondo tratándome de calmar por una vez y dejar que el dolor me hiciera daño recordándome una parte de mi pasado.
Agarre la paleta de pintura y comencé a trazar línea de colores de un lado a otro en el lienzo, solo me deje llevar por el dolor y la ira. Necesitaba desahogarme y cerrar este ciclo de una vez por todas. Mamá y Franyelys no son las únicas que tienen ese don de dibujar o pintar, yo también lo adoraba cuando mi padre se sentaba conmigo y me inspiraba a que fuera igual de exitosa que mi madre en la pintura.
Cada dibujo que trace o dibuje en un lienzo, él lo colocaba en su estudio o despacho orgulloso de mí. Por eso odiaba y me desaparecía cuando mi madre pintaba, odiaba el olor a pintura y destetaba todo lo que me recordaba a él.
—Es hermoso.—la voz de Franyelys me asusto cuando me había quedado observando aquel retrato familiar que alguna vez fuimos.—No sabía que pintaba también.
—Te lo puedes quedar.—me levante limpiándome las manos. El retrato era muy colorido ligado con colores oscuro y vivo, reflejando lo que éramos en aquel entonces.
—Gracias.—se adentró entregándome un vaso con limonada que acepte.—Lo cuidare con toda mi vida, es la primera vez que me regala algo y pintas de maravillas.
—No te emociones mocosa.—pase por su lado alborotándole el pelo.—Llevo más de once años que no pinto y eso solo es un error.
—Yo no veo error en la pintura, llevo años intentando ligar colores vivos con colores apagados y darle vida a mis pinturas pero nunca no lo logro.
—Porque ellie nunca te enseño que los colores brotan solos cuando ellos te lo piden, no cuando tú lo desea.
Enarco uno ceja confusa.
—¿Cómo así?—se cruzó de brazos sin dejar de mirarme.
—Hay muchos que pinta por pintar y esfuerza los colores en un lienzo que no tiene la culpa de nada y hay otros que se dejan llevar por los sentimientos y lo expresa en los lienzos dándole vida a las imágenes.
—Como tú en esto momento.
—Sí.
La deje en la cocina y fui a cambiarme, todavía había dejado ropa aquí pero necesitaba estar presentable. Para cuando baje Franyelys estaba en la sala con el lienzo en su piernas y observándolo con una hermosa sonrisa que en mis tiempos pasado fuera dicho que era fea y se la borraría de un instante.
Franyelys se dio cuenta de mi presencia y agrando más la sonrisa con un destello de alegría que no me había percatado en ver antes.
—¡En serio muchas gracias Ina!—chillo feliz siguiéndome a la cocina.
Saque un pedazo de tarta de la nevera y me senté en la mesa de la cocina a comer. Mi hermana no era fea, en nuestras familias somos las mujeres más bellas castañas, mi abuela era hermosa y prácticamente éramos una fotocopiadora de chicas James. Nunca hubo un chico que sacara nuestros rasgos o esparciera el apellido. Como ninguno.
—Ina ¿puedo acerté una pregunta?—a Franyelys cuando se le da mucha confianza después de los tres minutos abusa al tope. Me lleve un pedazo de tarta de mora a la boca y asentí.
—Dispara mocosa.
—¿Por qué eres así con todos?—se dejó caer en una silla a mi lado.
Sus ojos estaban llenos de preocupación hacia mí, buscaba la forma como acercase sin que yo le saliera con una pataleta o una grosería que terminaría en disputa o amenazarla.
Deje de comer y respire hondo antes de mirarla.
—Soy así porque estoy dañada y nadie puede arreglarme.
O eso creía.
—¿Cómo así? Porque desde que tengo uso de razón te he visto llorar, gritar, beber y hasta te he visto muy golpeada en un hospital.—comienza a llorar sosteniéndome la mano y se me parte el corazón al verla así.—Nunca te he visto comportarte conmigo como tú te comporta con Sam, siempre te desapareces en mi cumpleaños y cuando me ve en fechas muy importante tu rabia siempre la pagas conmigo ¿qué te hice para que no me quieras como tu hermana?
Sus lágrimas me están matando y es porque ella no tiene la culpa de nada. El culpable de todo es Alex y no ella. Le limpio las lágrimas y me acerco para abrazarla.
—Franyelys cariño tú no tienes la culpa de nada, solo que Alex y ellie me dañaron mucho cuando tu naciste y no fue por ti.—la agarro la cara para que me mire. Y sus ojos se pusieron rojo solo con llora, al igual que su cara.— Nunca estuvieron para mí, nunca se acordaron de mi existencia y muchos menos me dieron el amor que tanto te dan a ti y a los chicos.