—Inanna.
La voz se escuchaba tan lejana que no quise abrir los ojos de lo pesado que los tenía. Me dolía la garganta y sabía que ya estaba seca de tanto llorar, no me imaginaba como debía tener la cara en ese momento.
—Inanna.—volvieron a decir pero esta vez más cerca.
Gruñí de enojo y me tape la cara con la sabana, no quería levantarme. No quería.
—Solo acuéstate y déjame dormir.—le dije entre soñolienta.
—No.—dijo una voz demandante que pude interpretar que estaba molesto.
<<Ok, ahora si estaba despierta del todo.>>
Me aparte la sabana de la cara para encontrarme a un Cameron molesto de verdad sentado a mi lado. Jamás en todo esto meses había visto a Cameron molesto y eso no me agrado, sabía que me había metido en problemas y no sabía porque.
—Cámbiate, necesitamos hablar.—eso fue lo que dijo antes de salir de la habitación.
Perfecto, me levante de golpee y solo me cambio la ropa que había conseguido en mi viejo dormitorio y entre al baño solo para lavarme los dientes e ir a la sala de estar donde me encontré a Cameron sentado en el sofá individual con algunos papeles regados en la mesita de café.
Él solo me vio y volvió a bajar la mirada hacia los papeles.
—Sé que me perdí por un día y estuvo mal pero…—comencé a disculparme pero no me dejo porque me corto secamente.
—No me interesa donde estuviste todo el día, solo necesitamos hablar de una vez por todas.—me señalo el otro sillón y tome asiento.
Esto estaba muy raro, Cameron no es un chico de molestarse y mucho menos me habla así.
—Entonces de que quieres hablar.—me limpie las manos nerviosas en mi pantalón y lo mire. Pero él no a mí y eso no me gusto para nada.
—De que no podemos seguir así Inanna.—esta vez sí me miro pero su mirada no era nada agradaba. Se podía ver que estaba furioso y las miradas que me lanzaba eran iguales a la que mi padre me daba cuando me encontraba el día siguiente borracha en mi habitación.—Ya no puedo seguir así, si sigues así comenzaras hacernos daños a los dos.
—¿De qué hablas?—pregunte confundida.
—¡Pues que después que saliste huyendo de aquí a quién sabe a dónde, tu madre le llego una llamada de un psiquiatra de tu padre que llevaba años atendiéndote y al parecer todo lo que hemos vivido es una mentira!—alzo la voz molesto y me paso los papeles que estaba leyendo.
No los quise mirar, ni los quería ver. Algo dentro de mí se rompió en mil pedazos y sentí que tenías ganas de llorar pero no ya no lo iba a volver hacer.
—¡¿Cuando me lo ibas a decir?!—Me pregunto pero agache la cabeza con miedo de abrir mis ojos y verlo transformase como mi padre.— ¿Cuándo pensaba decirme que solo te gusta vivir de mentiras y manipulaciones? Porque eso es que parece y no me cabe duda que sea verdad, ¿cuándo me ibas a decir que todavía sigues con los vicios y no lo has dejado?
Mi estómago se revolvió cuando escucharon aquellas palabras salir de su boca, y es que sonaban tan feas que me estaban provocando ganas de vomitar.
—¡Yo nunca viví de mentiras contigo!—ahora era yo la que gritaba molesta, como puede creerle a otra persona y no a mi.—Siempre te mostré la verdadera Inanna, nunca te manipule. Además ya no soy una borracha y menos drogadicta, llevo tres años yendo a…
—Pues eso es lo que no parece.—resoplo molesto levantándose del sofá, pasándose las manos por la cara.
Ni siquiera me dejo explicarle que ya estaba limpia de toda aquella mierda y que solo quedaban eran mis traumas y que poco a poco estaba comenzando avanzar.
—No puedo creerlo.—le señale indignada.—No puedo creer que piense esas cosas de mí y yo… y yo que.—comenzó a fallarme la voz.—Y yo que estaba cambiando por ti, pero ya veo que eres igual que todos.
—¡Inan….—intento el acercarse pero no lo deje me levante del sofá y salí huyendo de aquel lugar con el corazón en mil pedazos y el alma destrozada.
Como después de todo esto meses él creía que yo le mentí. Como puede pensar así de mí, yo que le abrí mi corazón, que se lo entregue todo dañado para que él lo arreglara y volviera a destrozarlo como alguna vez lo hizo Alex.
Yo sabía que debía alejarme cuando todo comenzó a cambiar a mí alrededor, yo sabía que nada bueno me duraba por mucho tiempo. Es como si estuviera maldita y las desgracias corrieran por mis venas. Me dolía mucho el pecho y sentía que la respiración me estaba fallando pero aun así no podía parar, no quería que me siguiera, no quería a nadie a mí alrededor. El ser humano solo nació para hacer daño y a mí ya me han hecho mucho daño para recibir otro golpee más fuerte al cual que creo que no tenga escapatoria.
Como una persona te enseña a sonreír después de diez años y la borra en solo un segundo, como puede enseñarte amar y al segundo solo destrozan tu corazón con solo palabras. Como pueden enseñarte a confiar en ella y refugiarte en sus brazos y al segundo solo te muestran que ya no puedes tener un lugar seguro donde estar.
Ya no podía seguir así, no así. Yo había construido un escudo, un bendito muro alrededor de mí para que nadie me volviera hacer daño. Pero él pudo colarse como un ladrón y bajo el escudo, destrozo los muros para después destrozarme y herirme más fuerte de lo que ya mis padres lo habían hecho.