Me levante sobresaltada porque sentía que mi pobre corazón no iba aguantar más, me dolía el cuerpo entero, la respiración me estaba fallando y me sentía toda sudorosa y nerviosa. Mire a todos lados buscando algo que pudiera reconocer donde estaba pero todo estaba oscuro.
Y ahí fue cuando me atacaron los miedos y comenzaron las voces a revelarse otra vez en mi memoria. Una pesadilla había desencadenado que me volviera a condenar a mis cadenas, habían vuelto hacerme daño como la primera vez y eso solo había dañado más mi triste vida.
Me levante de la cama muy asustada y con la respiración a mil, solo pude llegar al baño y encender la luz. Ya adentro solo me deje caer en la regadera y la abrí, solo dejaría que el agua calmara todo el daño que estaba pasándome. Solo necesitaba aguantar un poco más y todo acabaría.
Solo necesitaba aguantar…
Ya habían pasado unas cuantas horas desde mi pesadilla pero aun así el dolor y el recuerdo no se alejaban, seguían ahí recordándome la vida de mierda que tengo y que no valdría la pena seguir otra vez.
No entendía que problema tenía el mundo conmigo, porque me golpeaba tantas veces quería derrumbarme. Primero lo de mis padres, después me convertir en una persona diferente y ahora Cameron. Aunque no lo quisiera ver lo seguía amando y esta mierda duele con solo recordar los bellos recuerdos que vivimos, estaban ahí para hacerme más daño de lo que ya había recibido de la vida.
Me levante y salí de la ducha, me cambie lo más rápido que pude y baje las escaleras. La casa de Sam aún estaba vacía y no tenía ganas de comer o salir de esta cueva, pero lo necesitaba, necesitaba aire. Necesitaba que el aire fresco me diera en la cara y me reviviera por última vez.
Cosa que no pude lograr por tres semanas y lo peor es que no sabía dónde estaba Sam, solo venia de noches y se iba de madrugadas. El dolor seguía ahí y sabía que Sam solo me estaba dando mi espacio para poder superarlo pero no conto que este dolor era mucho más doloroso a los de los anteriores y que por destino no podía dejarme sola por nada del mundo pero lo olvido y una vez más me dejo sola en su casa.
No comía y tampoco hacia el esfuerzo de levantarme de la cama, pero lo tenía que hacer porque necesitaba respirar y oler aire fresco. Y casi lo consigo cuando baje las escaleras después de tres semanas de estar encerrada en aquella habitación.
—¿Que carro te atropello?—la voz de Mathew me asusto, el idiota salía de la cocina con un bote de helado en la mano.
—¡Pero que mierda te pasa chico!—me queje dando un paso atrás.
Creí que la casa estaba sola y solo por eso baje.
—Sé que mi compañía no te agrada.—me examino de pies a cabeza y volvió a su helado.—Pero parece como si un carro te hubiera atropellado mil veces… Das pena ajena preciosa.
—No me lo recuerdes idiota.
—¿Dónde está mi prima?
—Si no sabes tú que eres su primo como voy a saber yo.
Pase por su lado dirigiéndome al jardín trasero, escuchando sus pasos cuando me seguía. Dios, no estaba de humor en serio para estar soportando a otro idiota.
Cuando el aire toco mi cara y me estremecí por el frio, sentí un escalofrió de pies a cabeza y un mareo repentino que me hizo sentarme rápido en una de la silla.
—No me digas que volviste a tus andanzas de borrachera y ahora tienes resaca.—se burló sentándose a mi lado. Él siempre era así y lo detestaba por eso. Y solo por eso lo ignore todo el rato hasta que se me pasara el mareo.—Deberías comer un poco a ver si te vuelve un poco el color a tu cara, porque parece un zombie viviente. Estas más pálida que el color blanco y….
—¡Cállate Mathew!—lo corte ya harta. Es como si el idiota fuera un radio y nunca se callara por un segundo.
—Perdón pero no te enoje.—resoplo y volvió a callarse.
El frio ya se estaba aumentando y el dolor de cabeza fue disminuyendo, solo que todavía me sentía mareada y eso se me iba a pasar en unas horas. Solo podía mirar aquel jardín bello, decorado y mantenido a la perfección.
No dure mucho hasta que sonó mi celular que estaba en la casa cuando hice el intento de levantarme, todo se me nublo mis piernas me fallaron y solo sé que después hubo mucha oscuridad.
***
Me desperté con el sonido de un pitido, me dolía mucho la cabeza y el cuerpo. Sentía los parpados muy pesado y me costaba mucho abrirlo, hasta que todo en mi entorno se volvió aclarar. Estaba en un hospital otra vez, la sabana, las cortinas y paredes blanca me lo confirmaba y más cuando gire a mi derecha y solo vi aparato medico otra vez.
Me incorpore torpemente y pude ver a Mathew acostado en el sillón de la habitación. Así que solo me desmaye, estaba a punto de llamarlo cuando una enfermera ya mayor entro y me vio.
—Ah… ya despertaste, voy a llamar al doctor.—fue lo único que dijo antes de salir por la puerta.
—Mathew.—lo llame pero el idiota no me respondió y ya estaba comenzando a roncar. Respire hondo antes de soltar el grito que asusto al doctor gusto en el momento cuando estaba entrando.— ¡Idiota levante!
Mathew se levantó asustadísimo del sillón mirando a todos lados como si estuviera perdido hasta que su mirada cayó en mí que solo le sonreí dulcemente, me iba a responder hasta que el doctor carraspeo la garganta y me miro mal.