Inmarcesible

29. Proceso de sanación

Dos meses

Todo sigue oscuro aquí; la terapia de choque ha funcionado a un 10 %, pero aún sigo teniendo pesadillas. Las medicinas para controlar mi TEI me mantienen neutra, y si le sumamos que hay días que dejo de tomarla y siento que todo me da vueltas.

Hoy se cumplen dos meses desde la última vez que he visto a Cameron, y tres meses desde que estoy aquí internada. No he visto a Sam, ni me he contactado con nadie del mundo exterior.

Con Daniel he avanzado un poco en el momento de la psicoterapia. Trata de buscar los reactivos a mis trastornos. Se puede decir que el primero es la pintura y la música, si la mescla me lleva a lugares donde mi mamá duraba horas en los estudios y se olvidaba de mí.

Si las hago por separada, no surten efecto, pero juntas encadenan el reactor para el trastorno.

A pesar que no recibo visitas porque me las prohibieron, la enfermera que me atiende pasa una taza de café con magdalena de chocolate. Y una pequeña nota que dice que soy inmarcesible.

Creo que ya le dijeron que no puede recibir visitas, y me da su espacio. Aún no le escribo; tengo problemas para agarrar un lápiz o sentarme frente al pequeño ordenador que está en la sala de descanso.

Cinco meses

La psicoterapia está ayudando un poco en mi trastorno de despersonalización-desrealización. Me está ayudando a controlar los síntomas para mejorar. Daniel me ha inscrito en mucha terapia psicodinámica.

La intención de esta terapia se centra mucho en revelar los conflictos inconscientes que se determinan en mi cabeza con los problemas actuales para solucionarlos; ahora no pienso mucho.

Daniel ha dicho que el trabajo va lento, pero he avanzado mucho, porque mi caso es muy especial y creo que yo también lo estoy notando. Ya no tengo muchas pesadillas y no pienso tanto en el pasado; hoy se puede decir que puedo sentarme al aire libre y conversar un poco con las personas que me rodean.

Sé el nombre de la enfermera; se llama Ramona. Tiene una hija que es abogada, y tres nietos; hemos hablado mucho y hasta le he hablado de Cameron. Ella es la que siempre me dice que mejore por los dos, pero no sé cómo decirle que presiento que ya no es lo mismo.

En cinco meses, Cameron pudo conocer a alguien mejor y sanamente, pero ella me contestó:

—Si ese chico te hubiera dejado u olvidado, no seguiría manejando todos los días 3 horas para traerte la taza de café y la cosa fea que comes —dice ella cambiando el suero mientras deje el pincel a un lado. — Como si aquí no sirvieran el mejor café.

Murmuró ella indignada y me reía por lo bajo de ella.

Todos los días en mis tiempos libre me la paso pintando, creo que me relaja un poco. Así que pensando en sus palabras, decidí tomar una hoja y lápiz, y por primera vez escribí todo lo que siento.

Al final de la hoja dejé escrito que si seguía amándome, me esperaría y estaría ahí en la puerta esperándome cuando salga. Sin estar ese día, sabría que el desicidio continuaría sin mí, y lo entendería.

Ocho meses

Estoy muy feliz. Sam ha venido a visitarme. Le han dado permiso, he avanzado mucho y ya no dependo de los medicamentos como al principio. Tomo lo que son necesarios, pero siento que estoy feliz por todo. Veo más color de los que no vi antes; eso lo demuestro abrazándola.

—Okey, ¿te está drogando escondida? —pregunta en un susurro cuando suelto la carcajada separándome de ella.

—No boba, ¿por qué lo dices?

—Porque no eres una chica de abrazos, además tienes algo en el rostro. ¿Qué es eso? —señalan mis labios preocupados y yo le doy un pequeño golpe en el brazo.

—Déjate de estupideces, boba, que solo es una sonrisa.

Ella suelta una carcajada igual que yo, y ahora la que abraza es ella.

—Te extraño un monto.

—Yo igual.

Duramos hablando la hora que nos dieron estipularlo, y con ojos aguados pude despedirme de ella.

Un año

Llego el día, el día que me dieron la boleta de salida. El día que Daniel y mi psiquiatra dijeron que podía enfrentar el mundo exterior sin miedo a recaer. El día que puedo pararme en medio de la multitud y reír a gusto con todos, mantener una conversación y no fastidiarme en el proceso. No tener pensamientos negativos en mi cabeza rondando todo el tiempo.

Respiro hondo mientras sostengo en mi mano la pequeña caja que guarda todos los papeles de Cameron, desde el día uno que me escribió. Con la otra mano arrastro la maleta y, con una pequeña sonrisa nerviosa, camino a la puerta de cristal que da a la calle. En ésta está parada la enfermera Ramona con una pequeña planta en sus manos. Mientras sus ojitos se han vuelto cristalinos, me detengo delante de ella, también nerviosa y triste por despedirme.

—Es una flor de loto. Su significado es la pureza del cuerpo y del alma. Y aquí, mi niña, sano las dos cosas. Así que no quiero volverte ver por aquí —me dice entregándome la pequeña flor que está metida en un pequeño frasco.

—Gracias por todo, Ramona, sin ti creo que aquí no fuera tan fácil —le di un pequeño abrazo de despedida y nos separamos. Ella abrió la puerta y una pequeña sonrisa adornó su rostro.




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