Cameron.
Tres años después…
Mi mirada se posa en el plano de diseño nuevo, ya con esta es la quinta vez que lo cambio y no es porque no me guste el diseño que hice, no. Es porque cada vez que termino el diseño del nuevo restaurante, los dueños llaman de nuevo para incluir algo o quitarlo de los planos, como si mi paciencia ya no estuviera al máximo de estallar.
Resoplo molesto antes de mirar la puerta de mi despacho cuando se abre fuerte dejando pasar a dos pequeños castaños tan hermoso como su madre corriendo hasta donde estoy sentado.
—Papá Samuel… Samuel no quiere ayudar a mamá.—dice Samiel cuando lo cargo y lo coloco en mi regazo.
Está a punto de llorar porque sus ojitos color miel como los míos están cristalizados y sus mejillas están rojas como un tomate. Paso mi mano por sus mejillas antes de mirar a Samuel que si está llorando sin moverse en la puerta, tiene sus manos en la espalda y sus ojos no abandonan los míos demostrando que algo no va bien.
—Ven aquí Samuel, ¿qué está pasando?—sí, mi pequeño es igual a su madre, testarudo y sensible. Lo contrario a su hermano.
Él niega antes de pasarse su pequeñas manos por los ojos y señala tras de él.
—Ma-mi necesita ayuda… está naciendo mi hermanita.
Me levanto de golpee cargando entre mis brazos a Samiel y paso por el lado de Samuel que sé que me está siguiendo, de los tres es que él más se preocupa por su madre y cuando mi chica a veces tiene ataque de depresión es como si él lo sintiera también y es que es tan pequeño, pero también inteligente.
Inanna y yo habíamos decididos que nos quedaríamos con los gemelos porque nos sentíamos bien así, pero hace unos ocho meses atrás ella volvió a quedar embarazada y aquí estábamos de nuevo, cuando ella se graduó hace dos años nos mudamos a Miami a las afuera en una casa pequeña donde pudiéramos estar los tres tranquilo y sin problema, ella había montado su consultorio en la ciudad y yo solo acepte propuesta que tenía pausada antes.
No fue fácil salir de un lugar donde crecimos para estar en un nuevo lugar desconocido y enfrentarnos a los problemas de formar una nueva vida, porque no fue fácil que mi chica montara su consultorio y más con su expediente clínico.
—¡Dios, Dios, Dios… no puedes estar naciendo ahora Camila!—la voz asustada de Ina me puso en alerta cuando llegue a nuestra habitación, en el piso había un charco de agua y cerca del closet de ropa había algunas ropa en el suelo como si ya la estuviera guardando pero paso otra cosa y cayeron ahí.
Mi chica estaba en la cama aguantándose el vientre ya abultado asustada, baje a Samiel y me acerque a ella para ayudarla, necesitábamos ir a un hospital.
—Nena ya estoy aquí.—dije besando su frente fría y sudorosa que no me importo para nada.
—¡Dios, tu eres el culpable que yo sufra tanto!—me chillo apretando fuerte mi mano antes de volver abrir los ojos que no sabía que había cerrado por tanta fuerza.
—Papi llame a abuelo Ty y dice que viene en camino.—volteo a ver a mi pequeño Samuel que tiene el teléfono de emergencia en la oreja y no deja de llorar.
Si, por toda la casa ahí teléfono de emergencia con los numero de mi suegro Ty, de Ellie, Alex, mío y de Inanna. Creímos que si alguno de los dos podía tener algún problema ellos solo marcarían el número correspondido que nos comunicaría a todos. Fue idea de Inanna enseñarle eso mientras ella guardaba reposo por el embarazo.
—Gracias campeón, ahora llévate a tu hermano a la sala y ten mis llave en la mano.—le dije antes de sostener a su madre en brazo que parecía que no podía caminar.
Él asintió bajando el teléfono y agarro la mano de Samiel y lo saco fuera de la habitación.
—Son los ángeles más inteligente que hay, no crees amor.—me dijo Ina mientras aguantaba las ganas de gritar del dolor.
—Lo creo amor.
—Los educamos también, que creo que se parecen más a ti que a mí.
—Pero de que hablas nena, si tienen tus facciones y tu mirada.
—Sí, pero tienen tus ojos y tu gran personalidad. Saben amar mejor que yo y perdonan muy rápido.
—Porque los dos lo enseñamos nena.—susurre parándome en la entrada de la sala donde mis dos ángeles estaban ahí esperándonos.
De que estaban asustados los estaban, pero estaban colaborando para que todo se nos tornara fácil.
—¡Quiero ir con mami atrás!—chillo Samiel corriendo hasta abrazarse a mi pierna, mientras que Samuel me extendió las llave y agarro la mano de su mami.
—Yo también quiero estar con ella.
Ella comenzó a llorar y no solo del dolor sino también de alegría hasta llegar al vehículo.
—¡Cam, necesito que conduzca más rápido cariño… porque Camila ya quiere conocer a sus padres!
Los gritos de mi chica no me ayudaba a concentrarme para nada y más cuando los gemelos también intentaba tranquilizarla pero parecía que la bebe venía con todo.
Al llegar al hospital, visualice a Ty en la entrada de emergencia con Ellie y franyelys, le hice señas para que agarrara a los gemelos mientras yo entraba a la sala de parto con mi mujer.