Las rosas vuelven a florecer.
Inanna
— ¿Crees que me quede bonito este vestido?
—Uff te queda precioso
— No vayas a llorar, que después lloro yo también.—y sin previo aviso nuestras lagrimas comienza a salir.
Puedo excusarme que no me siento bien porque acaba de tener a Camila, pero al ver a mi amiga vestida de blanco eligiendo su vestido de boda. Con seguridad puedo decir, que ya hemos crecidos. Y más de lo que podemos contar.
Sam y yo hemos cambiado mucho, ella se volvió la mejor abogada importante de Londres. Después de que nos graduamos ella se fue a vivir a Londres con Tate, este la siguió a donde ella fuera y fue lo más bonito. Porque los dos abrieron un restaurante que el maneja, y ella un pequeño bufe para ayudar a los pequeños jóvenes.
Nos vemos en fechas especiales pero nunca nos dejamos de escribir y llamar, después que nació Camila ella agarro el primer vuelvo para estar ahí, se quedó en mis días de recuperación y aquí vamos de regreso después de tres meses para su boda.
Cameron esta cuidado a los niños, mientras yo como madrina de honor estoy disfrutando un poco con Sam.
—Ya, ya no lloremos que después vamos a estar rojas para la cena de hoy. —le dije limpiándole las lágrimas y ella igual que yo.
—Sí, además ya estamos muy maduras para estar llorando. —le doy un pequeño beso en su frente y me agacho para darle uno pequeño a su barriguita abultada.
No es grande, ellos ya habían decidido casarse. Pero después de los meses se dieron cuenta que estaba embarazada y ya habían pagado el local donde sería la ceremonia.
—Uff cuando este pequeño nazca será un llorón como nosotras, por favor que no se parezca a Tate. —las dos reímos y volvemos acomodar todo.
Guardamos el vestido que ella mando a elegir, y terminamos de arreglar algunas cosas. Toda la mañana y tarde se nos va en ultimando los detalles de todo, y ya para la seis llego al hotel donde nos quedamos. La pequeña casa de Sam están sus padres y sus suegros, así que para no incomodar mucho decidimos estar con los niños en un hotel.
Abro la puerta y lo primero que noto en la habitación es que esta un remolino de ropa en el piso, mientras que uno de mis gemelos sale corriendo con los calzoncillos en la cabeza gritando:
—¡Libertaaaaaaaaaaad! —este no se da cuenta de mi llegada, mientras que su otro hermano va tras de él arreglado con la ropa de su hermano en la otra.
—¡Samiel, debemos estar listo para cuando mami llegue! —y se detiene a medio camino cuando me ve.—¡mami! —grita soltando lo que tenía en manos y corriendo abrazarme, me agacho a recibirlo con los brazos abiertos y recibo el mejor abrazo que pude pedir.
El otro gemelo llega también corriendo abrazarme y le hago espacio, los apapacho todo lo que puedo repartiendo besos a cada uno de ellos. Cuando los miro a ellos, puedo con seguridad hablar, de a pesar que la vida me ha tratado como si yo fuera el que le dio los latigazos a Jesús. Hoy puedo ver esa recompensa, ese rayito de luz después de la tormenta.
No fue fácil llegar donde estoy, tengo mi pequeño consultorio y trabajo a veces desde casa. Pero siento esa paz que alguna vez pedí al cielo.
—¿Por qué mis amores aun no están listo? —pregunto mirando a Samiel mientras le quito el calzoncillo y se lo coloco.
—Papi está ocupado con hermanita, llora mucho —dice Samiel mientras hace una cara de disgusto.
Como puedo los levanto a los dos en brazos y sigo el llanto de la pequeña que sale de una habitación, Cameron la mese de un lado al otro mientras canta una canción de cuna. Pero lo que provoca es más el llanto.
— Creo que a Sam no le molestara que lleguemos unos minutos tardes.—sonrió con gracia al ver la escena, bajo a los gemelos que vuelven a correr fuera de la habitación y yo camino hacia mi chico.
Este sonríe con una pequeña sonrisa de cansancio, le quito a la pequeña mientras le doy la teta. Deja de llorar y le aprieto su manito.
—Solo tenía hambre, papá no te había alimentado por lo que veo —le hablo pequeño a mi niña que se ríe mientras sigue alimentándose.
—Ja, ja, ja muy graciosa. Se acabó toda la leche que dejaste, no podía ser hambre que tuviera.
—Cariño, recuerda que tiene cuatro meses. El apetito es el doble.—le doy un pequeño besos en los labios mientras me acuesto en la cama con la niña, él se recuesta en la orilla mientras masajea mis pies.
—¿Cómo les fue?
—Ajetreado, no creí que esto fuera tan complicado. Lo de nosotros no fue así —le digo cerrando los ojos cansada.
—Claro que esto es diferente mi vida, si lo nuestro fue una pequeña ceremonia civil.
—pero fue la mas hermosa.
—Obvio que sí. —dejo salir un suspiro al sentir el pequeño masaje en los pies.
Hace un año que nos casamos por civil, y la pequeña ceremonia fue en la casa de playa de Sam. Nada de escándalo, nada de mucha gente. Solo su familia y la mía. Era algo que los dos habíamos elegido y decidido, fue muy bonito todo y creo que es algo que siempre vamos atesorar.