Inmortal: Canción de amor

CAPITULO 8

Tropiezo torpemente al retroceder, mi cabeza no procesa bien las palabras, así como mis pensamientos, mis pasos se vuelven lentos, caigo de espaldas, esto debe ser una broma, mis manos sudan y sin poder evitarlo tartamudeo al hablar.

—Pero… tú estás muerto— logro decir, Nicolas me ha dicho que su hermano se había ido, yo supuse que la bruja lo había matado, quizá interpreté mal la historia, ¿Cómo es que está aquí?

—¿Cómo sabes de mí? — pregunta mientras se agacha poniéndose a mi altura, su expresión seria me intimida.

Soy la persona más tonta del mundo, no debí decir aquello, levantaría muchas sospechas y no puedo explicarle a alguien la existencia de Nicolas, ni siquiera si se trata de su hermano quien se supone que es un vampiro el cual debería estar muerto.

—¿Qué quieres? — digo poniéndome de pie e intentando correr, pero, el chico se mueve con una velocidad impresionante, el asombro que me causa me vuelve a paralizar y caigo nuevamente de espaldas.

El tiende su mano hacia mi e inmediatamente la rechazo.

—Como he dicho anteriormente, tienes algo que me pertenece, esperaba que amablemente me lo devolvieras— su tono de voz no demuestra amabilidad alguna, sin embargo, más que intimidar parece estar muy impaciente.

—No sé de qué hablas.

Camino haciéndome la idea de que no va a detenerme, pero él me sujeta fuerte del brazo.

—Yo creo que si lo sabes— Sebastián me acerca a su rostro— si sabes de mi existencia, supongo que sabes lo que soy—me dice —lo sabes ¿verdad? — vuelve a decir está vez gritando y sus ojos se tornan rojos.

—¿Qué eres? — completamente nerviosa y al borde de las lágrimas trato de alejarme, pero él es mucho más fuerte que yo, si lo que he leído en el diario que encontró Mary y la historia que me contó Nicolas es real, entonces sé perfectamente lo que es, aunque no quisiera creerlo, la solo idea me paraliza de miedo.

Sebastián me mira con enojo, detallando lentamente mi rostro, luego, tras una sonrisa enseña claramente sus colmillos, ni siquiera me da tiempo a gritar, rápidamente me muerde justo en mi musculo trapecio, es la sensación mas dolorosa que he experimentado, me quejo mientras siento como succiona lentamente mi sangre.

—¿Te duele? — pregunta sarcásticamente con mi sangre escurriendo de su labio inferior.

—¡Auxilio! — grito mientras él me sigue sujetando fuertemente, haciendo que sea incapaz de moverme.

—¿Sabes qué pasará si bebo de ti por más de dos minutos? ¿o si acelero la velocidad de succión? — me pregunta y yo niego sin poder ver con claridad su rostro a causa de la vista nublosa por las lágrimas, ruego para que me suelte, pero parece que verme suplicar le complace— De mis colmillos saldrá veneno, sí, sí, como las serpientes, pero ¿sabes lo que hace? Te convertirás lenta y dolosamente en vampiro, a menos que— Sebastián acaricia lentamente mi cuello— beba de tu yugular y mueras desangrada antes de que eso pase, supongo que ninguna de las dos opciones te gustaría ¿verdad? Entonces, escucha atentamente mi tercera opción.

Sebastián me suelta con brusquedad, siento sangre escurrir por mi espalada y un dolor insoportable en toda el área en donde me ha mordido, observo como él se limpia las manchas de sangre.

—Deliciosa debo admitir, no me molestaría si prefieres alguna de las dos primeras opciones.

—¿Qué quieres?

—Ya te dije— Observo como Sebastián se pasea por toda el aula hasta dar con mi bolso, lo abre y empieza a hojear uno de mis cuadernos — horrible letra, por cierto, ¿entonces, Evelyn?

—Ya te dije que no sé de qué me hablas.

—De la caja, ahórrate las mentiras, sé que la tienes en casa, dámela y te dejaré en paz, niégate y te mataré y luego me tocará negociar con tú hermana, ¿no quieres eso verdad? — Sebastián sonríe de esa macabra manera que hace que mi cuerpo se paralice.

—¿Para que la quieres? — pregunto haciendo abuso de mi valentía, él se muestra enojado, retrocedo, sé que se ha molestado, sé dirige hacia a mi y antes de que puedo suplicar Sebastián se detiene, mira por una de las ventanas y su semblante cambia, parece estar nervioso, aunque no puedo negar que aún se ve enojado y da realmente miedo — Problemas— lo oigo susurrar— sígueme— me dice dirigiéndose a la puerta.

Por alguna extraña razón parece muy convencido de que lo seguiré, sin embargo, es mi oportunidad para intentar escapar.  Corro por los pasillos vacíos hacia la salida deseando encontrar a alguien que me ayude, pero, al acercarme a mi objetivo logro ver al hombre que se llama Valerio, esta vez viene acompañado, corro de regreso, y tropiezo con alguien.

—¿Por qué tanta prisa? — me dice un hombre desconocido, intento pedir ayuda, pero este hace una señal en dirección a Valerio que cada vez está más cerca.

—Suéltame— intento soltarme de su agarre, pero el hombre sujeta fuertemente la herida de la mordida lo que hace que un grito de dolor se escape de mi boca.

—¿No te dije que me siguieras? — repentinamente el hombre que me sujetaba cae al suelo, su espalda sangra y justo detrás de él se encuentra Sebastián con la mano ensangrentada, no se que es peor si dejarme atrapar por Valerio o seguirlo. Sebastián no me da tiempo a pensar, me sujeta la mano y me arrastra consigo —¿No puedes correr más de prisa? — se queja, rápidamente siento como mis pies se levantan del suelo, Sebastián me levanta fácilmente y me pone sobre sus hombros, él es realmente rápido, siento como si estuviera en una montaña rusa a toda velocidad, mi vista se nubla y siento unas terribles ganas de vomitar, aunque lo intenté no pude tener mis ojos abiertos por mucho tiempo.



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En el texto hay: vampiros, fantasmas, romance

Editado: 08.08.2021

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