Capítulo 21:
Casa Riquelme
Desde el ataque en la ciudad no hemos vuelto a tener indicios de que mis hermanas estén cerca, pero no quiere decir que las cosas hayan vuelto a la normalidad. La muerte de mi madre trajo tranquilidad un par de días, la presencia de Henry y aunque no fue mucho el daño que causo el pueblo volvió a sumirse en un miedo descontrolado. Se tuvo que redoblar la vigilancia en toda la ciudad, pero, desde ese día, no ha ocurrido nada.
Ya hace más de dos semanas, sin embargo, que el terror de las personas de la ciudad sigue palpable en el ambiente. Mis hermanas han sabido muy bien cómo ocultarse, y eso solo quiere decir que esperan el momento justo para atacar. Esperan en las sombras un momento de debilidad entre los Guardianes para ejecutar su venganza.
Me pregunto qué será de la vida de la hija de Mia. ¿Seguirá con vida? Espero que no. Su futuro está lleno de destrucción; su vida, condenada para hacer el mal sobre la tierra.
—¿En qué piensas? —La voz de Sergio me sobresalta y dejo caer el tenedor—. Lamento haberte asustado.
—No importa —digo sonriente.
A pesar del poco tiempo, he logrado convivir en esta casa con los Guardianes de manera armónica, sin dejar que el pasado me afecté demasiado. Desde que las desgracias acecharon mi vida y a la ciudad, no he vuelto a pisar la casa donde me crie.
Los Guardianes han ido a registrarla en varias ocasiones, pero no han encontrado gran cosa. Tampoco han dado con el sótano oculto de mi madre, así que hoy tengo que acompañarlos a revisar la casa. Prefiero no asistir, sé que con solo entrar todo el dolor del pasado se apoderara de mí de nuevo, pero no puedo negarme.
Ante todo, soy una Riquelme, hija de la bruja creadora de una secta satánica que quiere la destrucción de los Guardianes y la esclavitud del mundo. Por más que fui yo quien la entregó a las autoridades, sigo siendo su hija y, mientras mis dos hermanas demuestran que la familia lo es todo, yo me encuentro bajo el ojo del huracán.
Un mínimo desliz y podría ser condenada a la misma muerte que mi madre. No los culpo por pensar que podría ser una de ellos. ¿Cómo podrían saber ellos que reamente estoy de su lado, apenas dos semanas después del incidente que cobró tantas vidas?
Por lo tanto, es mi obligación decir todo lo que sé sobre mi familia, todo lo que puedo recordar y cada secreto que esconda la casa. Entre ellos, el sótano que usaba mi madre para hacer sus trabajos, aunque dudo mucho que mis hermanas hayan dejado algo allí que sirva para ubicarlas.
—Pienso en la hija de Mia.
Recojo el cubierto de la mesa y lo hundo sobre un pedazo de manzana.
—Ah, esa niña —dice.
—Sí, me preocupa que siga con vida —digo con un hilo de voz.
Se siente horrible pensar así de la hija de mi mejor amiga, lo único que queda de ella en este mundo. Todas las visiones sobre la muerte de Mia se hicieron reales. ¿Por qué con esa niña habría diferencia?
—¿Crees que será un problema? —pregunta con la mirada perdida en el candelabro del centro de la mesa.
—Mucho más que eso, mi madre me explicó algunas cosas antes de morir —respondo pensativa. Él vuelve la vista a mí, interesado en lo que estoy por decir.
Desde la muerte de mi madre tampoco hemos hablado mucho, menos de lo que ella y yo conversamos en la celda.
—¿Qué cosas? —comienza a jugar con una servilleta de tela, enroscándola en sus dedos.
—Dijo que… —Los recuerdos vienen a mí como una lluvia helada que alcanza mis huesos. Llevo días evitando recordar; no me ha funcionado por completo, pero sí lo suficiente como para llevar una vida más o menos normal—. Que todo lo había hecho con el fin de crear una criatura nueva, algo que destruirá los Guardianes y la esclavizará del mundo. Algo que jamás hemos visto, y que no será fácil destruir.
—Piensas que la hija de Mia es esa criatura.
—No lo pienso; lo sé. ¿Cuánto presenciaste esa noche? —nuestras miradas se encuentran—. Quiero decir, hasta qué punto prestaste atención a lo que hacía mi familia.
—Creo que no mucho —sí, esa es la respuesta que esperaba escuchar. Es más, creo que no detalló casi nada de todo lo ocurrido; toda su atención era llegar hasta Fabián y arrancarle la cabeza—. Mi único objetivo fue Fabián. Desde el momento en que lo vi participar en lo que sea que hacían, abandoné todo razonamiento.
—Pues yo sí mantuve el mío, y sé que todo lo que ocurrió.
Aún duele recordar, pero es necesario. Los Guardianes necesitan poner estos hechos por escrito y con el mayor detalle posible, para tratar de evitar la próxima… Se supone que esto no debe volver a suceder, pero nunca se sabe.
—Te escucho —cruza sus brazos sobre la mesa, fijos los ojos en mí. Ahora tengo toda su atención, me arrepiento de haber comenzado la discusión.
Suspiro, preparándome para el torrente de imágenes y sensaciones que esta conversación me provocará. Puedo aplazarla, pero tarde o temprano tengo que hablar de lo sucedido ante el Concejo.
Tengo dos opciones, dar todos los detalles que recuerde o dejar que un mago mentalis entre en mi cabeza y reviva cada escena. Eso nunca pasará, un mentalis en la cabeza es algo que voy a impedir de por vida, así tenga que revivir por mí misma la muerte de Mia una y mil veces. Hablar con Sergio será como practicar para un público más grande.