Capítulo 23
Carnivus
Un año después
El tiempo ha transcurrido casi sin darme cuenta, han pasado tantas cosas; y ninguna se puede decir que sea buena. Ya ha transcurrido un año desde la muerte de mi madre, una mujer sigue presente, aun cuando no lo está físicamente. Olvidar a la bruja que inició las desgracias en la ciudad es imposible.
Con cada día que pasa, su recuerdo cobra más vida; su secta se lleva más vidas. Y los Guardianes siguen igual que hace un año, sin ninguna pista, sin nada que los lleve a terminar con la ola de muerte que azota a la ciudad.
Cada día fallece alguien, no por cosas naturales ni enfermedad. Cada día, como mínimo, hay una nueva víctima en la ciudad, asesinada de una forma macabra. Unos días después de mi última visita a la casa de mi madre, se encontró un cuerpo en el bosque: un hombre de avanzada de edad, con una abertura desde el pecho al estómago, abierto en canal como si fuera un cerdo, con los órganos expuestos. Excepto uno, su corazón.
Después de la muerte de ese hombre, esta ha posado sus alas en la ciudad, llenándola de temores. Cada día nos preguntamos quien será el siguiente que caerá en manos de los Oscuros. No hay pruebas, pero ¿quién más podría ser? Las últimas muertes han sido más terroríficas que las primeras. Se han encontrado cuerpos desgarrados a los que les faltan partes del cuerpo, intuyo que algo se estuviera alimentando.
Además, me siento observada, asechada en cada momento, como tener alguien invisible a mis espaldas cada segundo de mi vida. Este año ha sido una maldita pesadilla. Las muertes, la paranoia y la continua postergación de mi matrimonio con Sergio. Los Guardianes no dan abasto en la ciudad con la mortandad que se ha presentado, y Sergio vive más patrullando las calles, que en casa.
Lo que más deseo es poder huir de esta ciudad, comenzar desde cero en otro lugar donde la maldad que ha iniciado mi madre y que mis hermanas se han encargado de mantener no nos alcance, no nos lastime; pero ocultarme de ellas no es exactamente un acto de valentía, ni mucho menos es la solución al problema. Sé que tarde o temprano estaremos cara a cara nuevamente, y ese día será el final de esta cacería. Pero tengo miedo.
Pensar en enfrentar a mis hermanas me hace recordar todo lo perdí al desafiar a mi madre y me hace ver lo que puede pasar su ese día llega. Sergio está en medio de todo esto y no quiero perderlo, aunque es un riesgo que tengo que correr. El problema es si lograré vivir con ello.
No quiero pensar en eso ahora, lo único que debe ocupar mi mente es mi matrimonio. Lo hemos pospuesto un par de ocasiones, pero ya no vamos a seguir esperando. Sus padres querían una celebración grande. Su único hijo se va a casar, pero, en las condiciones en las que se encuentra la ciudad y las obligaciones de Sergio, lo mejor es que sea algo sencillo entre los más allegados. Razón por la cual, él le ha escrito a sus padres para comunicarles lo urgente que se celebrará el compromiso.
En tres días será la celebración, y el vestido aún no está del todo listo. La modista acaba de tomar los últimos detalles. Para mañana por la tarde debería está terminado, pero, como siempre falta algo, seguramente tendré que venir a buscarlo el mismo día de mi boda.
—Le prometo que para mañana lo tendré listo —dice la modista en forma de saludo.
Eso espero, solo vengo a esta tienda porque es la única que hay en la ciudad, si no, ni siquiera pasaría cerca. Cierro la puerta a mi espalda, y quedo parada en el mismo lugar donde hace más de dos años mi magia despertó. Los recuerdos me asaltan sin previo aviso.
— ¿Qué pasa? —pregunto alarmada.
—Estás ardiendo —espeta Mia.
¿Ardiendo? ¿Otra vez?
Pero si no siento nada; solo un leve malestar, como si algo quisiera salir de mi cuerpo, igual a un volcán a punto de erupción. Y de repente está allí, la misma sensación que me domino por la noche. Ese ardor en mis venas. El rostro de Mia se llena de sorpresa y júbilo.
—¡Estás envuelta en llamas! —exclama a todo pulmón.
—¡¿Qué?! —digo despavorida.
Ella señala mi cuerpo…
El fuego se extendía sin control fuera de mi cuerpo.
La voz de Mia aún resuena en mis oídos, como si estuviera frente a mí. El recuerdo es tan vívido que haberla visto morir es como una pesadilla; las lágrimas amenazan con salir. Las reprimo todo lo que puedo y avanzo entre la gente.
Después de tanto tiempo, ya nadie levanta la mirada para ver a la hija de la bruja, se han acostumbrado a verme con los Guardianes. Al principio, después de la muerte de mi madre, las cosas fueron difíciles. El mundo no me aceptaba aun cuando envié a mi madre a la muerte y esperaba con ansias que mis hermanas también fueran apresadas. Mas, con el tiempo, aprendieron a convivir con una Riquelme que sufrió las mismas calamidades que ellos, las mismas pérdidas, las mismas desgracias. Giro en la primera esquina y me interno en un callejón desolado. Mejor así, la soledad ha sido mi aliada, mi refugio.
Las lágrimas se liberan y humedecen mi rostro. La presión en mi pecho se hace presente, recordándome que todo en la vida tiene un final y que el de mi mejor amiga llegó hace bastante tiempo. Es como si estuvieran estrujando mi corazón.