Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Capítulo 24: Ella ha vuelto

Capítulo 24:

Ella ha vuelto

 

Aun no puedo sacar la voz de ese hombre de mi cabeza, la desesperación que tenía por detenerse sin poder hacerlo; era un monstruo, pero su conciencia seguía siendo humana. Es un juego tan macabro que tiene el sello de mis hermanas.

No paro de forzar mi mente a ver si recuerdo algo sobre Henry que me permita saber en qué lo transformo mi madre. No fue mucho lo que pude decirle al respecto, y eso tiene a los Guardianes desconcertados.

Llevan horas encerrados, discutiendo la actual situación. Estos son los únicos avances que tienen desde que murió Sonia Riquelme. Mientras, no puedo controlar mi inquietud; ya quiero saber a qué conclusión han llegado con respecto a lo sucedido hoy.

A pesar de que no es la primera vez que me encuentro con… no lo sé qué es, ni siquiera sé cómo llamarlo; no es el primero, ni el único que ha aparecido en la ciudad. Ya ha sucedido en otras ocasiones y los Guardianes lo han ocultado para no sembrar más pánico del que ya existe. No tienen idea de que son, por ende, es imposible controlar a una ciudad en tinieblas.

Las puertas del gran salón siguen cerradas; ellos están adentro, y yo fuera, excluida del asunto por ser solo una civil. Lo que las personas que están fuera de las instalaciones del Concejo no saben es que fui yo quien no dejó ni un hueso del agresor.

Para el mundo allá fuera soy una pobre señorita que ha pasado por una experiencia traumática. No digo que no lo haya sido, todavía me siento en shock por lo que presencié y, más que eso, por no tener idea de que es. Después de todo un año, he descubierto que aún no tengo límites con la magia. Cada día surge algo nuevo, cada vez que me encuentro en una situación de peligro o simplemente me bloqueo, algo surge dentro de mí, una nueva técnica, una nueva forma de usar la magia.

Las puertas se abren y las murmuraciones se elevan sobre el pasillo. Hace más de un año, en la ciudad nunca se habían visto tantos Guardianes juntos. Después de que la bruja más buscada fue condenada nuestra ciudad, que era la más tranquila, donde la maldad casi ni nos alcanzaba, se ha vuelto una de las más peligrosas, un lugar donde con cada tic-tac del reloj podría aparecer un muerto en nuestras calles.

Veo cómo hombres adultos y jóvenes salen murmurando lo que sea que hayan hablado detrás de las puertas. Busco desesperada a Sergio, pero no alcanzo a verlo. Me mantengo en una esquina, distanciada de la multitud que se precipita fuera del salón.

Conozco a muy pocos de los Guardianes que se han instalado en la ciudad, pero ellos me conocen a mí y no es agradable tener sus frívolas miradas sobre mi espalda. Después que todos se retiran, Sergio sale acompañado de Ernesto y el otro chico. Los veo conversar; por sus caras me doy cuentas de que siguen sin obtener nada más que vaguedades sobre lo que nos está atacando. Salgo de donde me encuentro y me acerco a ellos.

—¿Cómo les fue? —pregunto.

Los tres dejan de hablar. Bueno, creo que me he equivocado. Parece que sí tienen algo.

—No muy bien —responde el chico, encogiéndose de hombros.

—Hay algo, pero, aun así, seguimos en nada —dice Ernesto—. Además, el concejo ha tomado una decisión.

—¿Cuál? —pregunto con temor.

Sergio frunce el ceño, algo que me indica que no le agradan mucho las decisiones que ha tomado el Concejo. ¿Tendrá que ver conmigo?

—El Concejo cree que lo mejor es que te alejes de la ciudad, así que, después de la unión, tú y Sergio irán a Pétalos de oscuridad.

—No comprendo. ¿Por qué?

—Hay muy pocos magos mistyc, y has demostrado ser mejor que todos los que se han conocido. El Concejo quiere mantenerte segura para que puedas desarrollar tus habilidades con algo de ayuda. Si tus hermanas siguen atacando y tú no sabes defenderte podría ser catastrófico. Es solo por seguridad de ambos.

—Entiendo —digo, aliviada.

—Es bueno saber que uno de los dos es accesible—dice con sarcasmo—. Nos retiramos, el trabajo en esta ciudad nunca cesa.

Se alejan, dejándonos solos en medios del pasillo. Sergio está algo tenso. Para mí es un alivio que nos podamos ir de esta ciudad, pero para él no. Es un Guardián y los Guardianes nunca huyen de los problemas, del peligro, pero lo están obligados a huir de la ciudad.

—No sería tan malo irnos —susurro.

Él suspira y comienza a caminar. Le sigo. Fuera de las instalaciones del Concejo, la gente, alterada, exige respuesta por lo sucedido. Sergio me toma la mano y, entre empujones, salimos del disturbio rápidamente.

—No me gusta tener que irme cuando sé que me necesitan aquí, pero ya está decidido —dice cuando ya estamos alejados del Concejo.

—Quizás sea lo mejor —digo.

Nos detenemos en medio de la calle. Asiente, aún no muy convencido, y retomamos el paso.

—Lo único que se ha sabido es que hay una extraña magia que posiblemente sea la responsable de tal canibalismo, y no solo eso, es tan poderosa que afecta a lobos, gatos y hasta los mismos magos. El Concejo la ha llamado carnivus, pero es todo lo que tienen y son solo suposiciones. No hay nada en concreto.




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