Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Capítulo 26: Boda de sangre

Capítulo 26:

Boda de sangre

 

Observo mi reflejo en el espejo. Jamás pensé que este día llegaría; verme vestida de blanco era un lindo sueño que hoy se hace realidad.

El vestido blanco es una belleza, con rosas doradas bordadas en el ruedo del vestido y en el corsé; las magas son de tela trasparente con detalles dorados hasta las muñecas. El dorado del vestido realza mi piel. No me veo tan pálida; mis ojos carmesíes brillan, resplandecen y tengo el cabello recogido en un delicado moño. Hoy inicio una nueva vida, una vida lejos de la oscuridad que ha sucumbido la ciudad y que ha destruido a mi familia. Las amenazas de Nariel intentan amargarme el día, pero las alejo y las oculto en un rinconcito oscuro en mi mente. En esta ocasión, las cosas serán diferentes. Tienen que ser diferentes.

Este será un día inolvidable, el mejor de toda mi vida, no hay espacio para el mal. Mis labios dibujan una flamante sonrisa y, sin pensarlo, comienzo a girar como una niña llena de felicidad hasta marearme. Me detengo frente al espejo y la sonrisa se borra de mi rostro. Un grito escapa de mis labios: mi pulcro vestido blanco está manchado con sangre, como alguna vez vi a Mia. Es como si la historia se repitiera. Mi respiración entre cortada, el corazón me golpea el pecho con desesperación. Hago todo por controlarme, por alejar los malos augurios, pero las palabras de Nariel me torturan. Es una maldita pesadilla.

Sergio entra preocupado.

—¿Estás bien?

—Sí —miento al verlo.

Es un muy mal momento para que las visiones regresen, pero que le voy a hacer si Cándida ha decidido desatar ese tormento sobre mí. ¿Qué puede significar?, es un muy mal momento para aprender a entender lo que se me muestra.

—¿Tienes que arreglarte? —dice.

Está sonriendo, está feliz. Sus ojos azul verdoso tienen un intenso brillo. En cambio, yo más que feliz, me siento aterrada. El miedo comienza a apoderarse de mí; en el día más importante de mi vida, tengo miedo, presiento que algo va a pasar.

—Sí.

Trato de sonreír. Tengo que calmarme, y concentrarme en la ceremonia.

—Ya todo está listo. Pronto llegarán los invitados —anuncia con la felicidad reflejada en sus ojos azul verdoso.

—Ya me arreglo —susurro.

Me da un beso en los labios y se lo devuelvo como si fuera la última vez, como si no hubiera un mañana.

Me deja sola.

Trato de sacar la tétrica imagen de mi cabeza. Sé que no es solo una pesadilla; es algo más: una visión. ¿Qué significa? Sacudo la cabeza y aparto todos esos pensamientos que solo me llevarán a mi propia destrucción. Hoy es el día que más he esperado: me convertiré en la esposa de Sergio. Hoy comenzaremos un nuevo día, lejos de los malos augurios de mi familia y de esta ciudad.

Dejo la cama con una sonrisa en el rostro y una amenaza flotando en el ambiente.

***

Una de las señoras que se encargan de los quehaceres de la casa ajusta el corsé, cortándome la respiración; llevar un vestido es todo un martirio. Mientras busco llenar los pulmones de aire, ella me peina entre uno que otro elogio. Pasan algunos minutos y me permite verme en el espejo. Pero en el momento en que mis ojos se enfrentan a mi reflejo, el terror se adhiere a mi piel.

—Estás preciosa —dice la mujer, sonriente. Mas yo no puedo sonreír; lo que intento dejar atrás me persigue. Mi reflejo es el mismo que he visto en la visión con la única diferencia que el vestido no está manchado de sangre ni algo desgarrado. El miedo se aferra a mis huesos, y una extraña sensación se apodera de mi pecho.

—¿Estás bien? —pregunta la amable señora al ver la expresión de mi rostro.

—Sí. Un poco nerviosa —miento con la voz atropellada.

—Eso es normal. Vamos.

Abre la puerta. Dejo escapar un pesado suspiro, intentando dejar en la habitación toda esa oscuridad que lucha por empañar mi felicidad. Doy pasos torpes hasta salir de la estancia. El pasillo se extiende hasta la sala, no hay nadie más que la señora y yo. Ya todos deben estar en el jardín, esperando por mí.

—Niña, camine, que esperan por usted.

Mi acompañante me toma del brazo y me hace avanzar. Me libera cuando el jardín cobra vida ante mis ojos. ¡Está tan hermoso! No es como la boda de mi hermana, pero es perfecto. Los pocos invitados mantienen la vista en mí, los nervios se hacen presente y disiparán el miedo de mi cuerpo. Me encuentro con su intensa y salvaje mirada de Sergio, como si estuviéramos conectados. Camino hasta él.

—Estás hermosa —susurra a mi oído—. Ven, te presentaré a mis padres.

Esas últimas palabras me traen devuelta a la realidad y me doy cuenta de que esto es una completa locura. No me estoy arrepintiendo, es solo que tenemos un año planificando este momento y es justo hoy, el día de nuestra unión, que los voy a conocer por primera vez. No es muy difícil saber quiénes son, ya que los demás rostros ya son conocidos para mí. En cambio, la pareja que se encuentra alejada de todos son unos completos desconocidos. Y es en su dirección que me lleva Sergio.




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