Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Prólogo

Prólogo 

 

Hay luz que me daña los ojos; pestañeo varias veces hasta que se adaptan a la claridad. Por un momento, creo ver personas delante de mí. Cierro nuevamente los ojos y los aprieto con fuerza. Luego los abro.

No es mi imaginación. Veo unas personas frente a mí, las cuales forman un círculo con túnicas pesadas y oscuras. Hay algo en el centro, pero no vislumbro qué es. Camino despacio hacia el círculo, pero nadie parece notar mi presencia, así que acelero el paso y me detengo a unos centímetros de este para mirar a través del espacio que hay entre dos personas. De mi boca sale un sonido gutural.

Grito como una loca sin apartar la mirada.

Nadie se gira a mirarme, nadie me ha escuchado.

Siento que las piernas se me doblan y, jadeante, solo siento el impacto de mis rodillas contra el suelo.

Observo los ojos violetas que me miran, vacíos. Mis labios pronuncian su nombre «Mia», pero ella no da ninguna señal de escucharme. Tiene el vientre inflado como un globo, y las piernas descubiertas hasta los muslos, rodeadas de sangre. Junto a ella, hay alguien cuyas manos sacan algo de entre sus piernas. Un llanto rompe mi tímpano tan fuerte que tengo que taparme los oídos.

Cuando alzo la vista nuevamente, veo el rostro de la persona que sostiene al bebé y siento que el corazón se me detiene. No puedo respirar. Estoy aterrada: ¡es mi madre!




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