Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Capítulo 7: El bosque

Capítulo 7:

El bosque

 

Selt Riquelme

Me arrodillo sosteniéndome de la cama en busca del cepillo. Hoy estoy un poco desorientada, desde que desperté me siento tambaleante sobre el suelo, y no porque me sienta mal es algo que tiene que ver con mi mente. Como una balanza que se inclina más de un lado que del otro, así se encuentra mis recuerdos, imprecisos. Estaba por peinarme cuando sin darme cuenta deje caer el cepillo, en realidad, la imagen de esa niña estaba de nuevo ante mis ojos y mi incesante búsqueda de respuestas en mí misma me hizo perder la movilidad de las manos.

Las hebras blancas de mi cabello caen a cada lado de mi rostro contra el suelo mientras me inclino para mirar debajo. No solo encuentro lo que buscaba, sino que también hay un cuadro. Un cuadro debajo de mi cama, y ¿quién lo puso allí?

Agarro el cepillo, y para alcanzar el cuadro tengo que acostarme contra el suelo.

Olvido por un momento que debo terminar de arreglarme para bajar a desayunar, lo que he encontrado es un retrato de la niña con la que he estado soñando últimamente.

¿Qué significa todo esto?

Tocan la puerta y mi primera reacción es devolver el cuadro al fondo de mi cama. Un instante en que mi corazón se agita con un temor irracional.

— ¿Sí? —pregunto recuperando el aire. No entiendo mi reacción si no tengo nada que ocultar, de hecho, he ocultado algo sin razón. Me levanto y abro la puerta.

—Sé que dije anoche que podías salir, pero hay un poco de tensión en la ciudad, prefiero que te quedes hoy en casa, aunque puedes ir al bosque —dice mi madre sonriendo.

—Como digas madre, practicaré un poco mi magia fuera de casa —sugiero.

—Muy bien cariño, nos vemos en la tarde —se aleja por el pasillo.

Cierro la puerta y me recuesto de la madera. Eso fue como extraño, no es que no sea así todas las mañanas que recuerdo desde… es la muerte del señor Arturo el límite entre dos vidas completamente diferentes en mi cabeza. Tengo que averiguar que me pasa, y quien es esa niña del retrato debajo de mi cama.

Regreso a la cómoda y frente al espejo comienzo a desenredar mi cabello, sin tener idea de por dónde comenzar. Quizás deba revisar por la casa… ¿Buscando qué? Me trenzo el cabello y salgo de la habitación. Mi madre no es la única que ha salido, mis hermanas y Carmelo tampoco están por ningún lado.

¡Más que perfecto!

Con una hogaza de pan me detengo en la sala, sin saber por dónde empezar. Una búsqueda de mi misma en una estructura que debería significar toda mi vida y es justo allí donde algo no encaja. Toda mi vida tiene piezas faltantes.

Paso gran parte de la mañana en busca de algo relacionado con ese retrato, es lo único que se me ocurrió. El parecido con nuestra familia es impresionante, mas, no conseguí nada que pudiera decirme quien es la niña ni porque estaría en mi habitación. Pase casi una hora observando la pintura de nosotras, solo las cuatro como única familia. En un principio se me ocurrió que podría ser una imagen de Nariel de pequeña, pero no. Esa niña se parece a mi madre, solo eso, un parecido que no la hace igual a ella.

Caminar por el bosque ha sido mi solución para despejarme un poco.

Giro y giro feliz de poder estar fuera de casa. Hace mucho que no sentía la libertad del viento acariciándome el rostro, la frescura del bosque

Todavía no entiendo cómo es que he estado tanto tiempo encerrada, no me parece lógico con todo y las explicaciones que mi madre me ha dado, sigue siendo extraño.

No he podido dejar de pensar en eso desde que me desperté, es como un pitido en mis oídos que le da un giro a mi mente desempolvando espacios que se encuentran vació y que no llevan una misma secuencia.

El tiempo es discordante entre un evento y otro dentro de estos ocho meses, todo se reduce a momentos precisos y muy marcados. Me detengo, un poco mareada por todo, las vueltas, mis pensamientos que cada día tienen menos sentido.

— ¿Pudiste encontrar algo?

Es la voz de mi hermana Nariel, está con alguien más, pero no los puedo ver bien. Me agazapo detrás de unos arbustos, y con cuidado de no hacer ruido me muevo hasta un árbol lo más cerca de ellos posible. Esto no está bien, escuchar conversaciones ajenas me recuerda… Mia y yo ocultas en un lugar oscuro escuchando una reunión importante. Una reunión sobre los oscuros, y eso es todo. Como un déjà vu de algo vivido y que repito en este preciso momento.

—No, no hay nada escrito sobre el primer ritual que hizo su madre —responde el hombre… tiene un aspecto demás de extraño, tiene algunas plumas sobre la cabeza como un cuervo… ¿Cuervo? Lo he visto antes, pero ¿dónde? —. Sonia siempre ha sido muy recelosa con sus cosas, su pasado, sus rituales. Si no está en el libro negro, no sé dónde más buscar.

Nariel se cubre la cara con las manos frustrada. Un gruñido sale de sus labios. Su actitud me es desconcertante, ella siempre ha estado involucrada en el trabajo que realiza nuestra madre y esta conversación con ese hombre parece ser a sus espaldas.

—No tengo acceso al libro —dice recuperando la compostura—, mi madre lo ha ocultado de mí.




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