Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Capítulo 12: Tormento

Capítulo 12:

Tormento

 

Sonia Riquelme

Federica se ha tomado muy en serio lo de torturarme, a donde vaya se ha convertido en mi sombra. Esa niña que creí olvidada con su muerte en la cabaña ha regresado más viva que nunca en mis recuerdos.

Está jugando en los escalones, saltando de uno a otro hasta llegar al suelo, luego vuelve a subir y vuelve a bajar. Se vuelve intolerable su presencia. Quemar lo último que tenía de ellos no ha sido suficiente, ¿qué más puedo hacer?

Su melena pelirroja está manchada de sangre, la abertura en su garganta sigue goteando como si apenas y hubiera pasado el cuchillo y no hace ya más de… ha pasado mucho tiempo desde aquel día.

—Morirte, querida —el susurrar de mi madre me hace saltar del mueble. No está por ningún lado, pero ha sido ella.

—¿Todo bien madre? —intento no parecer una desquiciada delante de Nariel, que viene bajando las escaleras sin notar la presencia de la niña que sigue jugando en los escalones.

—Sí, es solo que comienza a preocuparme la tardanza de Carmelo en aparecer —me siento de nuevo.

Ese muchacho no ha aparecido, ya envié al cochero a buscarlo en su casa, pero no ha regresado con noticias. Esto es muy extraño, por los callejones no lo vieron en la madrugada y tampoco en lo que va de mañana.

—Tanils se ha quedado dormida —se sienta a mi lado—. Madre, he estado pensando que quizás Carmelo regreso a la casa en vez de ir en busca del cuervo, recordemos su capricho por Selt.

Con toda la presencia de los muertos de mi familia, ni siquiera me había tomado el tiempo para pensar en eso. Es posible que Carmelo se haya desviado, y… No esa niña no pudo haber recordado nada. Actúa con normalidad, y la última vez que nos enfrentamos a su clara memoria casi se nos escapa.

—Podría ser, pero Selt no manifiesta haber recordado algo. Yo no creo que ella haya sido capaz de lastimarlo, en su mente apenas y puedo convocar un poco de fuego. No la creo capaz.

—¿Está segura de eso madre? —Nariel me hace dudar—. Yo pienso que ella ya debe recordar algo, quizás no todo, pero si lo suficiente como para andarse con cuidado y ¿cuál es la mejor forma?

Me masajeo el entrecejo, ahora entiendo. Por eso estás aquí Federica, por eso aparecen por todas partes y a cada momento, me distraen y le dan tiempo a la niña de atacarme de nuevo. La están ayudando, como he sido tan tonta.

—Hoy mismo solventamos ese problema, Selt tiene que estar visitando a Mia y a ese lobo Sergio. Estoy segura de que él la traerá a casa, y para la noche…

Tocan la puerta. Que mal momento para interrumpir. Nariel va a abrir.

Federica me observa desde la escalera con los brazos cruzados sobre el barandal. Muevo mis labios sin pronunciar palabra.

No podrán conmigo.

—Estás equivocada, hermana, tu final está cerca —responde la chiquilla.

—Malas noticias madre —anuncia Nariel cerrando la puerta.

—¿De qué se trata? —no le quito la mirada a mi pequeña hermana.

—El señor Cesa Acosta nos informa que su hijo no ha regresado a su casa, ya les ha comunicado a los guardianes que Carmelo está desaparecido.

—No es tan malo, seguimos sin saber dónde está.

—También manda a decir que el concejo ha decidido nombrar a Augusto Arellano canciller de Enmerald, y que en este momento se están haciendo cambios de los guardianes que ya estaban en la ciudad. Lo que significa que quienes nos siguen será enviados de regreso a Pétalos de oscuridad. El nuevo canciller está haciendo mesa limpia, por seguridad.

La chiquilla se ríe a carcajadas y soy la única que la puede oír.

De nuevo todos mis planes se vienen abajo, como una copa de cristal cayendo al suelo.

—¿Qué haremos ahora madre?

—Hay que adelantar nuestros planes, esta misma noche. Si Augusto está moviendo a los guardianes es porque sabe algo, o lo sospecha y con Selt en la calle las cosas se complican más.

¿Qué tanto pudo haber recordado, y que habrá hecho con Carmelo?

—No debiste dejarla salir —me reprocha Nariel.

—Tienes toda la razón —, he tenido la cabeza en otra parte y no en lo que realmente es importante.

Pero eso no lo puede saber mi hija, hay mucho que ella desconoce de mi pasado. Con lo que hizo intentando liberar a Simón no puedo confiarle más de lo que ya sabe.

—Supongo que traeremos al felino —dice Nariel.

—Has que el anciano vaya a la mansión De la rosa, yo despertare a tu hermana. No tenemos tiempo que perder —me acerco a las escaleras, pero no soy capaz de subir el primer escalón, Federica está en medio.

—Pero se acaba de dormir —replica Nariel.

—La necesitamos despierta —impongo mi voluntad.

Nariel sale de la casa.

Subo el primer escalón, Federica se hace a un lado de inmediato. Sonrió por mi victoria. Ella no se mueve mientras recorro e pasillo y alcanzo la puerta de la habitación de Tanils, un escalofrío se desliza por mi espalda erizándome la piel. Entro en un momento de indecisión, si abrir la puerta o no. La presencia de la chiquilla está en mi espalda.




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