Inmortal. Guardianes 2. Origen de los oscuros

Capítulo 14: Guardianes

Capítulo 14:

Guardianes

 

Selt Riquelme

Aun aturdida por todo. Salgo de la habitación en busca de Sergio, siento que el tiempo se me acaba. Que debo hacer algo. Es un muy buen momento para que la abuela Cándida aparezca y me oriente un poco, o Simón podría regresar como la sombra que es. Pero a él no lo he vuelto a ver desde aquella vez en mi habitación, cuando sus cadenas lo aferraban de nuevo.

—¿Ya te sientes mejor? —encuentro a Sergio a mitad del pasillo.

—Sí, yo estoy bien. Necesito decirte algo importante —mi voz sale frenética.

—También yo. Vamos regresemos a la habitación.

Su mano sobre mi espalda me impulsa de regreso a la recámara. Pasa seguro una vez que estamos dentro. Pasea la mirada por las imágenes que he dejado desordenas sobre la cama.

—¿Es lo que te entrego Mia? —pregunta recogiendo todo, devolviéndolo a la caja.

—Sí, y ya recuerdo todo. Bueno no todo, todavía no sé qué pasó en la noche que murió el señor Arturo del resto…

—Me alegra que ya no estés a ciegas. Voy a necesitar esto como pruebas para el nuevo canciller, las cosas se han complicado en las últimas horas.

Lo agarró del brazo antes de que pueda dirigirse a la puerta.

—¿Cómo?

—La familia Acosta será ejecutada en la tarde, se le descubrió que son oscuros. Pero el antiguo canciller no está dispuesto a delatar a tu madre.

El castillo de naipes de mi madre se cae… Me preocupa Mia.

—Sergio tenemos que buscar a Mia.

—Lo sé. Iremos por ella. Ya regreso y te explico —sale de la habitación.

Me dejo caer en la cama pensando en esa última información. Las agujas del reloj avanzan muy rápido, a un ritmo que no puedo seguirlas y que me hacen ser más lenta que mi madre.

Estoy impaciente y cuando siento que a no puedo más con este encierro la puerta se abre de nuevo, pero no se trata de Sergio sino de una mujer mayor.

—El señor Augusto la espera en su despacho.

Voy tras ella con el susto rozándome la piel, una cosa era hablar con el señor Arturo el padre de mi mejor amiga y a quien conocí desde niña. Estar frente al nuevo canciller no es lo que esperaba en este momento.

Camino sin darme cuenta por donde voy, tengo demasiadas cosas en la cabeza y casi me golpeo con la señora una vez que se detiene frente a una puerta, la abre para mí.

Entro un poco insegura, soy la hija de Sonia Riquelme, y es mi madre quien ha estado causando muertes en la ciudad. Me relaja un poco ver a Sergio y ese hombre de piel morena, el tercer hombre asumo que es Augusto Arellano el nuevo canciller. Un cabello negro cubierto por algunas canas, y un rostro endurecido y ojos azules parecidos a los de Sergio no me quitan la mirada desde que entro, él me invita a tomar asiento señalando la silla libre.

—Sergio me ha puesto al tanto de todo lo que descubrieron hace meses. He solicitado tu presencia para que sepas lo que va a ocurrir desde este momento con tu madre —explica el canciller.

Respiro despacio, puedo imaginarme lo que pasará. Arturo intentó llegar a mi madre para que fuera enjuiciada, y su condena fuera la extracción de su magia. En esta ocasión dudo mucho que este hombre vaya a tener empatía por la mujer que acabo con la vida de más de un guardián en los pasados meses.

—Voy a dar la orden de apresar a tu madre y hermanas. No habrá juicio, ni opciones para Sonia Riquelme, en el caso de tus hermanas el concejo podría ser un poco más flexible. ¿Espero que no ponga sobre aviso a su familia?

La única opción de mi madre es la muerte, me duele pensar en eso, pero no estoy pensando en suplicar para que le perdonen la vida, en cambio, lo estoy asimilando, resignándome a que ella misma ha trazado su destino, su final. Pienso en decir lo que pasó con Carmelo, las palabras no llegan a mis labios.

¿Cómo explicar la presencia de una mujer muerta en su desaparición? En cambio, prefiero tocar el tema de Mia. Hay que sacarla de la ciudad, donde esté lejos de mi madre. Un pálpito me está enloqueciendo desde que todo volvió a mi mente.

—No lo hice antes no veo porque hacerlo ahora —respondo a su desconfianza. Pero es entendible, apenas toma la responsabilidad de la ciudad y no me conoce, todo lo que se le ha dicho es algo que él no ha vivido.

—No fue Selt quien traiciono a los guardianes, Augusto —espeta Sergio.

—La señorita ayudo Arturo, el traidor está entre nosotros. Aunque nos cueste creerlo, señor —opina el señor de piel morena.

—Me disculpo, señorita Riquelme —dice el canciller exhalando un suspiro—. Debe entender que me cuesta creer que una hija entregue a su madre.

—Tengo mis razones.

—De acuerdo —junta sus manos sobre la mesa—. En cuanto a la familia Acosta fueron sentenciados, Carmelo sigue desaparecido. Ya nos encargaremos de él cuando aparezca.

—Deberían sacar a Mia De La Rosa de la ciudad cuanto antes —sugiero.




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