Pronto Winston se percató de la presencia del archiduque por lo que rápidamente se dirigió a él.
La pregunta saco de sus pensamientos a Kieran quien rápidamente volvió a su postura para responder.
Para Kieran ya no era raro descubrir que su esposa era la terquedad hecha persona y que no sería el tipo de archiduquesa que seguía las ordenes de su esposo sin cuestionar e incluso debatirlas.
Pero como Lyra no es de darse por vencida.
El archiduque sonrió ante eso, sabía perfectamente que había ganado una pequeña batalla y por alguna razón eso lo emociono más que cualquier medalla que le hayan dado.
Ante esta escena los ojos de Clara que había estado observando de cerca brillaban con odio puro, era difícil creer que el archiduque que todos conocían era el mismo que en ese momento hablaba tan tranquilamente con esa mujer, tan animado que incluso sonreía.
Sin embargo, todo eso paso a un segundo plano, cuando las puertas del archiducado se abrieron para dar paso al carruaje que se acercaba, Eamon cabalgaba adelante guiando el camino.
Al ver esto tanto el archiduque como Lyra volvieron a su postura inicial, Kieran adquirió una expresión seria, mientras Lyra observaba todo con detalle, era la primera vez que conocería a alguien de Nefaria y quería saber que tan confiables podrían ser.
Un momento después el carruaje se detuvo justo en la entrada de la mansión archiducal, con lo que rápidamente uno de los guardias de Nefaria se apresuró a abrir la puerta del carruaje, del que el visitante hizo su entrada, bajando elegantemente.
El príncipe era un hombre alto, de porte elegante, con los cabellos oscuros recogidos hacia atrás y una sonrisa calculada que parecía tan diplomática como peligrosa, Alaric Nightshade, todos sabían perfectamente de él, la mano derecha del rey, el actual comandante de sus ejércitos, un estratega increíble.
Kieran sabía perfectamente que su visita no podía ser por el acuerdo de paz, deba ser algo más, de lo contrario el segundo príncipe no haría tal viaje en persona, pero, ¿Qué puede ser?, se preguntaba, a la par que daba unos pasos hacia adelante para recibirlo como dictaba el protocolo.
Sin embargo, mientras ambos intercambiaban formalidades, la mirada del príncipe se desvió hacia a alguien el particular y entonces la vio.
Lyra había permanecido en silencio, unos pasos detrás de su esposo. Perfectamente consciente de la etiqueta que se debía utilizar en estos casos, Para la ocasión se había decidido por un vestido sencillo en comparación con los normalmente utilizados entre la nobleza, pero igualmente elegante que a ella le quedaba perfectamente a la medida destacando aún más sus rasgos, la luz que caía sobre ella realzaba su porte noble. Sus ojos, tan serenos, pero firmes, su sonrisa cálida, pero medida, por un segundo su mirada se cruzó con la del príncipe.
Ese instante fue suficiente para él, quien inmediatamente se inclinó en forma respetuosa hacia la archiduquesa, en forma de saludo dirigido a ella.
El ambiente se tensó de inmediato ante la efusividad del segundo príncipe con la archiduquesa. Los criados y soldados allí presentes intercambiaron miradas nerviosas, conscientes de que un halago tan directo por parte de un hombre hacia una mujer casada, podía ser interpretado como una provocación.
Las miradas se dirigieron al archiduque que permanecía inmóvil, aunque su mandíbula se tensó apenas perceptiblemente, gesto que no pasó desapercibido para Lyra quien también sabía perfectamente que el acto del segundo príncipe, aunque pareciera inofensivo podía crear muchos problemas,
Por lo que consciente de cada mirada, respondió con la debida cortesía que la diplomacia exigía, pero sin ceder demasiado terreno:
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Editado: 04.10.2025