Inmune a mis encantos.

13 | La nueva faceta de Wallace Bennett y un triangulo amoroso.

ADVERTENCIA

 

HAY ESCENAS ALGO... SEISIS Y EXPLÍCITAS.

EN LA MITAD DE LA PRIMERA PÁGINA.

SIN MAS QUE DECIR, BYE.

 

 

 

 

 

JANISSE

 

Wallace besa mi cuello con algo de locura y desesperación.

Acaricia mi cuerpo con premura, delineando mis curvas por debajo de la tibia agua.

 

Las manos del sub-capitán del equipo de baloncesto del Instituto bajan desde mi desaliñado cabello hasta mi espalda. Proceden a quitarme el sostén.

Con nada de dificultad, cumple su fin, cosa que me asombra.

Mis medianos senos quedan ante él.

 

Bennett se hunde en el jacuzzi un poco más. Acerca su rostro a mis pechos. Su lengua los roza. Empieza por el inicio de ellos, sube con rapidez hasta mi pezón y finaliza unos centímetros arriba.

Cierro los ojos y muerdo mi labio, extasiada.

Gimo fuertemente cuando sus dedos rozan mis pezones y los pellizcan. Haría lo que me pidiera, fuera lo que fuera en este momento.

Me toma de la cintura y me sienta en el borde del jacuzzi.

Deja besos desde mi cuello hasta mis pechos, sigue descendiendo.

Sus dedos se infiltran en mi pantie. Tira de ella. Resbala desde mis piernas hasta el agua. Las burbujas se la llevan. Luego, se hunde lentamente.

Sigue con sus besos húmedos en mi piel, ahora, en mi vientre. El calor en mi amiga se hace presente. Musito un «Uh» al sentir que la punta de su lengua se pasea a su antojo por mi piel. Dicha acción, me provoca.

Me muerdo el labio con fuerza cuando besa mi monte de Venus. Un pequeño gemido se me escapa.

   

Abrupta e inesperadamente, para con sus besitos y caricias, sale de entre mis piernas y me dedica una mirada llena de nostalgia, cosa rarísima en Joey Wallace Bennett O’ conell.

 

-¿Te das cuenta que estamos cogiendo por primera vez, precisamente… en el día de cumpleaños de… Nathan? –me pregunta serio, con un toque de melancolía y culpa, en su voz ronca y dulce.

-Eso... creo –musito intentando evadir los miles de recuerdos donde se encuentra el rubio. Dos lagrimillas bajan por mis mejillas

-Yo… Soy un desgraciado. No pensé en lo que… te lastimaría algo como esto. Nena, perdóname… -dice limpiando las cristalinas y diminutas gotas que se habían fugado de mis ojos. Mis pómulos se tornan rojos al sentir el tacto del pelinegro sobre ellos

-No… importa, Wallace. Él y… yo, ya no tenemos nada –digo intentando sonar fría y firme 

-Claro que importa y, eso no tiene nada que ver. Sé que lo amas, Janisse… Tus ojos dicen ello, aunque luches por negarlo… -responde ante mis palabras- Joder, qué balde de agua helada –ríe bastante triste

-Wallace… ¿Tú…? –Pregunto, y en mi mente, ya maquino su respuesta

-Sí, Janisse. Me gustas. Me encantas. Siempre ha sido así. De hecho… eso fue antes de que Nathan y tú se conocieran pero… creí que te tenía asegurada y, mi querido mejor amigo, hizo lo que yo no. Reaccioné y ya era demasiado tarde… como para intentar hacer algo. –Cuenta recordando- Conquistarte era una misión imposible. Con Noah el celoso… *Suelto una risilla algo tristona* En fin, Neyd lo logró. Yo quedé descalificado. Perdí. Sin siquiera haberme dado cuenta…

-Wall… -musito viéndolo a los ojos. Acaricio su largo cabello liso y color ébano. Él cierra sus ojos ante el contacto de mis uñas en su cuero cabelludo. Se ve tan tierno e inocente… 

 

-¿Puedo pedirte algo, Jann? –Interroga abriendo sus ojazos y mirándome con un brillito demasiado tierno como para soportarlo

-Lo que tú quieras –contesto sonriente

-Dame una oportunidad. Dame el chance de hacerte feliz, de ser quien te devuelva las sonrisas que el fuerte dolor de su ruptura se llevó, de intentar no cagarlo todo… Ahora que… ya no hay nada ni nadie de por medio, quiero que… seas tú la que me enseñe… lo que es el amor –pide acariciando mis muslos y viéndome con una dulzura enorme, pero que no llega a ser empalagosa

-Yo… - *me interrumpe*

-No es necesario que me respondas ahora, nena. Tómate tu tiempo. –Me dice, interrumpiéndome-   Si esperé tres años, unos días no serán nada –susurra con la voz apagada, viendo a otra dirección. El corazón se me encoje en el pecho. A mis trece añitos, veía a Wallace, inalcanzable. Y ahora resulta que le gustaba. Dioss, mío ¿Hasta ahorita me lo dice?

 

Nuestras miradas se unen nuevamente.

Wallace sonríe como nunca antes. Es una sonrisa tan… pura, auténtica.

Sin duda, este no es el mismo Wallace payaso, alocado y algo narciso.

Estoy presenciando la nueva faceta de Wallace Bennett.

 

La cosa da un giro de 180°.

Los ojos del sub-capitán del equipo de futbol americano, están aguados.

 

-No me dejes, Jann. No… de nuevo –implora escabulléndose entre mis piernas para abrazarme.

 

Pega su cabeza de costado a mi abdomen. La mueve de un lado a otro sin despegarla, ocasionándome unas fuertes cosquillas cuando sus cabellos rozan mi piel.   

 

-No te dejaré, Wall. Nunca –digo siendo yo ahora quien limpia sus lágrimas.

 

No sé por qué pero algo muy en el fondo, me incita a besarlo. Eso hago. Pero no de una forma típica, desesperada o caliente. Es un corto y casto beso.

 

Me detalla con descaro y siento que mi cara está en llamas.

Pega su cuerpo totalmente al mío, eliminando incluso, el espacio que una hormiga podría ocupar.

 

Empuja mi cuerpo, acostándolo en el tibio suelo.

Sale del agua y se acuesta sobre mí, apoderándose de mis labios, milagrosamente llenos de labial rojo y gloss.

 

Rato después, me levanta con sus manos en mi trasero, alzándome para dirigirnos a su habitación.




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