Inmune a tus encantos

Capítulo 4: Coincidencia

Adam

Confieso que me sorprendió mucho que aquella peculiar joven no fuera mi fanática, supongo que no le gusto a todo el mundo, y eso está bien, aunque no puedo negar que eso me descoloca un poco, me topé con una chica testaruda y esquiva, como una especie de reto, y lo peor de todo es que prácticamente he olvidado como se conquista a una chica, nunca me he esforzado para tener novia, ya sea porque soy famoso y no lo piensan dos veces o porque mi manager maneja mi vida a su antojo de tal manera que hasta mis relaciones amorosas son escogidas por ella.

Acabaron las audiciones después de otra hora y media, pero mi cabeza ya no se encontraba en el concurso, mis pensamientos viajaban a la bella chica de ojos verdes con su guitarra y hermosa voz… ¡Rayos! Es tan buena, no entiendo como nadie la había descubierto antes.

Terminadas las audiciones me dispongo a salir del auditorio, quería ir a mi departamento, pero una voz para nada agradable me detiene antes de cruzar las grandes puertas — Taylor — volteo y me encuentro con Tamara. Se ve demasiado molesta, y aunque siempre tiene ese rostro de querer matar a alguien, hoy me mira queriendo matarme a mí específicamente.

— ¿Qué quieres Tamara? Estoy muerto quiero descansar — Se acerca haciendo sonar sus tacones.

—  No creas que he olvidado lo de esa joven — frunzo mi ceño.

— ¿Qué joven? — finjo no recordarla. Aunque lo cierto es que ha rondado en mi cabeza desde que la vi en su pequeño automóvil.

— No te hagas el idiota Adam — respiro profundo, no sé por cuanto tiempo aguantaré tantos insultos — sabes de quién te estoy hablando, esa chica que, aunque talentosa no debería haber avanzado a la siguiente ronda.

— Pues no concuerdo contigo — la miro fijamente — esa chica merece estar aquí y no interesa si no es mi fanática.

— Era un requisito para que concursara — levanta su voz.

— ¿Sabes que pienso acerca de las reglas y requisitos? — ella no me quita sus mortíferos ojos de encima — que se pueden ir a la mierda.

Cierra sus ojos conteniéndose de matarme, pero enseguida los abre e intenta levantar su mano para tomar mi mandíbula, gesto que se ha convertido en algo cotidiano en ella, más no se lo permito y tomo su mano en el aire — escúchame una cosa Tamara — tensa su mandíbula — nadie es indispensable en esta vida y si continúas cagando cada cosa en mi existencia te largarás, y esta vez para siempre.

Sonríe irónica — eso nunca pasará — mueve su mano que aún mantengo sostenida con firmeza — primero destruyo tu carrera.

Niego con la cabeza — te equivocas — una media sonrisa asoma en mi rostro — tú no eres nadie. Si has logrado algo es por mí — frunce su ceño — y lo sabes tan bien, o quieres que te recuerde como te… — me interrumpe.

— Cállate Taylor o no respondo.

Suelto su mano y camino a la salida — ¿Te gusto esa chica verdad? — me detengo en seco, la miro por encima de mi hombro.

— Yo soy imparcial — ella se burla — pero debo aceptar que... sí, me gustó, más eso no influirá en mi decisión — volteo un poco para mirarla mejor — y espero que tampoco influya en la tuya.

— Eres patético — dice cuando estoy saliendo del auditorio.

Decido ir en mi carro, no quería estar ni un minuto más cerca de esa mujer. Conduzco hacia el departamento, pero de pronto cambio de idea, necesito despejarme y calmar esta maldita impotencia que siento al no poder llevar mi carrera como lo deseo, todo sería muy diferente si así fuera.

Conduzco hasta la costa, parece que hay una especie de fiesta a la orilla del mar porque una gran cantidad de jóvenes alcoholizados se mueven al ritmo de la música, decido parquear mi carro un poco lejos y camino por la orilla intentando mantenerme desapercibido, la brisa de la noche golpea mi rostro, me siento sobre la arena, apreciando el inmenso mar frente a mí, pero algunas voces hacen que me ponga en alerta y mire de donde provienen.

Se podría decir que soy un hijo de puta afortunado.

Por la orilla del mar venía la chica de cabello castaño hasta la cintura y esos ojazos verdes, con sus dos amigas supongo, porque son las chicas que la acompañaron a la audición, ellas vienen tarareando una canción, mi "no fan" lleva sus zapatos en las manos y camina descalza por la arena, y por su estado alegre deduzco que han tomado.

Ellas se aproximan sin percatarse de mi presencia, ¿Debería saludarlas? O ¿Me quedo aquí y me hago el invisible para que pasen de largo sin notar mi presencia? Joder ya saben lo que haré.

Me levanto de la arena y limpio mi ropa con mis manos, me aproximo a las tres chicas que están demasiado felices por el alcohol en su sistema, apenas me ven abren sus ojos como tres lechuzas en mitad de la noche, no puedo evitar soltar una pequeña risa.

— Adam — dice la chica que por su parecido físico con Clare podría decir que es su hermana — ¡maldición! Esto debe ser un sueño. Uno muy hermoso y caliente.

Sonrío y sin percatarme la chica se lanza a mis brazos y tengo que tomarla con fuerza para que no se vaya de bruces al piso — cásate conmigo — besa mi mejilla — vamos a las Vegas ahora mismo.

Abro mis ojos sorprendido y suelto una carcajada, la chica sigue aferrada a mí sin intensiones de alejarse y yo ya me estoy incomodando. Clare me mira con cara de pocos amigos, sí sé lo que piensa “otra vez este” pero esta vez juro que fue mera coincidencia o talvez el destino, quien sabe.

Se aproxima y regaña a la chica — ¡Por Dios Samantha!, aléjate de él — me mira y sus mejillas están sonrojadas —lo siento mi hermana es un poco… loca.

Niego con la cabeza en un gesto despreocupado — descuida — miro a la chica aun en mis brazos —pero ¿Podrías ayudarme?

Ella asiente y se acerca para tomar a su hermana de la cintura, la aleja con dificultad porque sus brazos se enredaron en mi cuello con fuerza — noooo —se queja la rubia — déjame Clare… nos vamos a casar y a tener lindos niños tan guapos como el padre.




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