Inmune a tus encantos

Capítulo 5: esto no es una cita


Clare

Me levanto con un dolor de cabeza tan fuerte que siento que alguien taladra mi cráneo, camino hacia mi tocador mi cabello está despeinado y parezco un mapache por el maquillaje corrido bajo mis ojos, tomo ropa limpia y me doy una ducha.

Cuando termino bajo a la cocina encontrándome con Mecha que limpia los estantes como todos los fines de semana. Voy a la cafetera y me sirvo una taza de café, parece que en ese momento ella se da cuenta de mi presencia y pega un pequeño brinco por la impresión, lleva una mano a su pecho —Oh, por dios mi niña —rio — por favor habla cuando te aparezcas así o me dará un infarto.

— Lo siento mecha —me disculpo y me siento en un taburete, ella se baja de la silla y se acerca a mí.

— ¿Quieres algo para desayunar? — me pregunta con voz cálida.

—En realidad, no —tomo mis sienes sintiendo esas punzadas insoportables — mejor algo para este dolor de cabeza, por favor. — junto mis manos mirándola suplicante.

Entrecierra sus ojos dándose la vuelta, camina hasta un estante y toma una pastilla —ten tomate esto, te ayudará — la recibo y me la tomo con un poco de café, ella se sienta a mi lado y no retira sus ojos de mí, me empiezo a sentir incomoda — ayer llegaron muy tarde — comenta.

Tomo un sorbo más de mi café intentando cubrir mi rostro, rogando al cielo evadir su interrogatorio, más, sin embargo, no funciona porque ella me mira inquisitiva — ¿Qué tal el concurso?

Dejo la tasa sobre el mesón — Bien — sonrío. — pasé a la siguiente ronda.

Ella sonríe y me abraza — sabía que pasarías pequeña, eres muy talentosa.

— Gracias — le digo con timidez.

—Ahora si dime ¿A dónde fueron después del concurso? — suelto el aire, soy una ilusa al pensar que me salvaría de su interrogatorio.

— Las chicas, — digo tomando de nuevo mi tasa — quisieron ir a celebrar y… fuimos a una fiesta de unos amigos de Sam.

Ella asiente lentamente — me lo imaginaba — levanto mis hombros culpable — y ¿Por qué no llegaste con ellas a casa? — me atoro con el café que estaba tomando, un ataque de tos hace que no pare, ella se levanta de su asiento y da golpecitos en mi espalda.

Cuando me he recuperado espero haberla despistado para que no siga preguntando, pero continúa esperando una respuesta — pregúntaselo a ellas — me cruzo de brazos — las señoritas me dejaron abandonada en medio de la nada.

Abre los ojos con sorpresa — ¿En serio hicieron eso? — Asiento. Ni yo misma me creo que lo hicieron, no entiendo cuáles fueron sus motivos, pero les costará mucho que les disculpe esta — entonces ¿Cómo llegaste a casa?

La pregunta que tanto intentaba evitar — Emm… alguien me dio un aventón — bajo la cabeza.

— Oh ¿y quién? — hago una mueca.

— Un chico — digo casi en un susurro, ella arruga su entrecejo.

— ¿Te subiste al auto de un desconocido?

Trago saliva — no es un desconocido — digo — es bueno… no sé cómo explicarlo. — tomo mis manos nerviosa, siento que Mecha es como mi madre, siempre ha estado ahí para nosotros desde que tengo memoria, prácticamente nos ha criado a mí y a Sam, a ella podría llamarla madre más que a mi progenitora que, aunque me trajo al mundo no tengo nada más que agradecerle en esta vida.

— Solo dilo mi niña — me sonríe — sabes que me puedes contar todo.

— Me trajo Adam Taylor — Mecha me mira tan sorprendida que me causa gracia, no parpadea y yo muevo las manos frente a su rostro — ¿Estás bien?

Ella asiente sin dejar su cara de asombro, abre la boca para hablar más no dice nada, sale de la cocina y sube al segundo piso, no tengo idea de que le pasó. Tomo de mi café y este se ha enfriado, vuelvo a servirme otro de la cafetera, cuando me doy la vuelta mecha sostiene una revista entre sus manos, en la portada está el chico que sorprendentemente ha puesto cierto interés en mí.

—¿Dices que él te trajo a casa anoche? — señala la revista moviéndola incrédula frente a mi rostro.

Yo asiento — sí, el mismo — me apoyo en el mesón restándole importancia al asunto.

— ¿Cómo paso eso? — pregunta aun asombrada.

Levanto mis hombros — ayer lo encontramos en la playa cuando regresábamos al auto para volver a casa — le explico.

Ella rasca su cabeza sin comprender — pero no entiendo como tú…

La interrumpo — por favor Mecha no quiero hablar más del tema — lavo el vaso después de terminar el café — igual no tiene importancia.

— Si sabes que él es la estrella adolescente del momento ¿No?

Resoplo y me cruzo de brazos — ¿No me digas que también tu Mechita? — ella se ríe y niega con la cabeza.

Camino saliendo de la cocina — ¿Y es igual de guapo en persona? — pregunta y yo me sorprendo.

— ¿En serio me preguntas eso? — me mira con timidez, blanqueo mis ojos irritada — sí, sí es un Dios griego como todo el mundo lo pinta. — ella ríe — Sin embargo, es un tonto más del montón.

Subo rápidamente las gradas y me encuentro en el pasillo con Samantha ella me mira con temor y yo me limito a entrar a mi habitación y cerrar con seguro, estaba muy enojada con ellas e iba en serio, ¿y si él no estaba conmigo en ese momento? Y ¿si en verdad me dejaba en mitad de la carretera por resistirme en subir a su auto con él? No quiero imaginarme que pudo haberme pasado. 

¡Genial! Ahora le debo eso al castaño.

— Clare abre la puerta por favor — me dice Samantha desde afuera.

— Vete. Ahora estoy cabreada — le digo lanzándome sobre mi cama.

— No fue nuestra intención en serio — habla intentando excusarse, pero en este momento no quiero escucharla.

—¡Me dejaron sola en mitad de la nada! — grito.

—No estabas sola— replica — estabas con… él.

Mi cuerpo se tensa y me levanto de la cama para abrir la puerta — ¿Me estás diciendo que me dejaron abandonada con un desconocido porque es su maldito ídolo? — hablo fuerte y ella me mira culpable.




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