Clare
Más de una semana ha pasado en donde creo que mi vida ha vuelto a ser remotamente normal, no he sabido de Taylor y eso está bien… siento que todo mi mundo se puso de cabeza cuando lo conocí y para ser sincera no estoy acostumbrada a los cambios, prefiero una vida tranquila y monótona… Sí, en pocas palabras soy una aburrida.
— ¿Dónde están las princesas de papá? — escucho esa voz que tanto extrañaba y bajo de mi cama, en un instante estoy abajo.
Mi padre Garet Hamilton es el hombre más cariñoso que he conocido en mi vida, creo que casi nunca lo he visto enojado y eso que mi hermanita menor es un verdadero dolor de cabeza.
— Papá — digo eufórica y me lanzo a sus brazos. Él me abraza con fuerza mientras besa mi frente.
Si soy una niña de papi ¿Algún problema?
— Mi princesa no sabes cuánto te he extrañado —su colonia masculina es mi favorita me hace adicta a sus abrazos, mi hermana se nos une bajando rápidamente las gradas — oh y a ti también mi revoltosa — Samantha se acerca a nosotros y nos abrazamos, aunque en estos días estamos un poco distanciadas, deducirán el por qué, ella piensa que soy la idiota más grande del universo por rechazar a Adam Taylor el chico por el que todas mueren.
Cuando nos separamos nos sentamos a conversar con papá acerca de su viaje, él es el encargado de mediar negocios internacionales en la empresa de dispositivos electrónicos en la que trabaja más de quince años, y por su puesto tiene que viajar muchas veces en el año, en realidad la mayoría del tiempo pasa fuera del país, pero cuando viene compartimos mucho tiempo juntos, es sin duda un hombre muy dedicado a su familia… por eso es que siempre me pregunto ¿Qué mujer inteligente dejaría a un hombre como él? Por lo que deduzco que mi progenitora no tenía esta cualidad.
— Este es para ti — me dice mi padre entregándome un vestido realmente precioso.
— Gracias —lo tomo y sonrío, él sabe mis gustos a la perfección y eso es genial.
Le entrega a Samantha algunas cosas más y ella salta de alegría al saber que también escogió los regalos indicados para ella, al final saca algo que me deja anonadada — y este es mi favorito — me entrega una guitarra preciosa, la miro maravillada es café con grabados floreados en su extensión, y en las flores brillan pequeñas piedras plateadas.
— Gracias papá — lo abrazo — eres el mejor.
— Sí, ya lo sé —dice sonriendo — ¡Ven mechita! — llama a mi nana que está en la cocina — para ti también hay.
Ella se acerca con una gran sonrisa en su rostro, en realidad a mi padre se le nota la gratitud que tiene con Mecha, ella es lo más cercano a una figura materna en nuestro hogar y mi padre sabe que puede salir del país cuantas veces desee con la tranquilidad de dejarnos con alguien de su entera confianza.
Y les digo algo, siempre he sentido un poco de química entre ellos, y es que mecha no es para nada fea, es una señora muy bonita y conservada, y mi padre a sus 47 se ve de diez años menos, pero, aunque haya esa química no dan el siguiente paso y es extraño… son adultos se supone que debería ser más fácil para ellos decir lo que sienten, pero parecen dos adolescentes tímidos en indecisos cuando uno está cerca del otro.
— Sr. Hamilton que alegría verlo — lo abraza.
—Te he dicho Mercedes que me llames por mi nombre —mi padre la regaña — dime Garet.
Ella asiente con un rubor en sus mejillas para reírse, decido fijar la atención en mi nueva guitarra, ya que parece que hacemos mal tercio, miro a Samantha y le hago una seña con mis cejas incitándole a que los dejemos solos, asiente con una sonrisa cómplice y caminamos hasta las gradas.
— ¿Niñas a dónde van? —pregunta mi padre.
Me volteo — Ponte al corriente con Mecha — ella abre sus ojos y contengo una carcajada —después tendremos una pijamada de padre e hijas.
— Ok —dice mi padre y vuelve a poner su atención en nuestra nana. Se le nota el interés por ella, no puedo creer que después de quince años de trabajar en esta casa no haya pasado nada entre ellos además de miraditas e indirectas.
Samantha sube rápidamente y quiero hablar con ella, no me gusta estar alejada —Sam —le digo, ella se da la vuelta.
— ¿Qué quieres? — me dice con desánimo.
— Por favor, ya no estés enojada conmigo — me acerco hasta ella.
— No estoy enojada — me dice, más yo sé que sus actitudes hacia mí son de puro enojo, camina hasta su habitación y deja la puerta abierta, supongo que debo entrar, aunque lo he evitado todos estos días, ver su imagen en todos lados ya no es lo mismo, ya no se siente igual.
Entro y la miro acostada sobre su cama, me siento a su lado- Dime el por qué tu actitud Sami — ella se voltea y se sienta a mi lado, resopla rindiéndose.
— No entiendo cómo puedes rechazar a alguien como él —señala a la imagen de Adam sobre su tocador, la miro, me tomo el tiempo de ver sus facciones, nunca lo había visto con detenimiento y sin quererlo una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro — ¡SÍ lo vez! — se levanta exaltada.
Me muestro confusa — ¿Qué cosa? — ella pone sus ojos en blanco.
— Que a ti también te gusta tontita.
Abro mi boca para lanzar una explicación coherente del porqué lo que dice es una tontería, pero no sale, no sale nada, ¡maldita sea!
— No puedes ni negarlo — camina por su cuarto, me mira con sus ojos azules — y aun así lo mandas a volar cada vez que se te acerca — entorna sus cejas — eres tan cruel.
Frunzo el ceño — ¿En serio eres mi hermana? — ella contiene la risa — y en respuesta a lo que dijiste no me gusta — lo miro de nuevo — jamás me podría gustar alguien como él.
Ella suelta el aire con pesadez —En el poco tiempo que lo conoces ¿Ha sido un patán? — niego — ¿Se ha intentado propasar contigo? — continúa con su interrogatorio vuelvo a negar no puedo mentir — ¿Y entonces que te pasa Clare?