Inmune a tus encantos

Capítulo 10: Amigo

Clare

Un nuevo día, y siento que me cuesta despegarme de mis cobijas. Ayer dormí demasiado tarde por no poder dejar de pensar en aquel beso. ¡Rayos! no entiendo como pude acceder a eso. Su cercanía, su aliento fresco, su innegable atractivo me había hecho tener un momento de debilidad.

Me doy un baño y me visto para ir a la universidad, la vida sigue y debo sacarlo de mi cabeza de una buena vez, bajo y mi padre se encuentra leyendo el periódico y tomando una taza de café.

— Hola papá — lo saludo cuando entro.

Él me sonríe — hola pequeña — su mirada es extraña me mira con detenimiento intentando descifrar algo en mí no lo sé, decido ignorarlo e ir por una taza de café, me siento junto a él y tomo de mi café en pequeños sorbos. Suspira y me extiende el periódico, arrugo mi entrecejo.

Le echo una ojeada al periódico frente a mí y mi mandíbula toca el piso, cierro los ojos, esto no puede ser posible, de nuevo en el ojo del huracán. En la portada hay dos fotografías, una que recuerdo porque me dio unos días para nada agradables, en donde salimos en su auto después de nuestra no cita y la otra es de ayer… en su concierto… entregándome la rosa frente a cientos de personas.

Maldigo para mis adentros esto no me puede estar pasándome, el titular me desconcierta "¿Adam Taylor tiene un nuevo amor?" llevo las manos a mi rostro completamente avergonzada y miro a mi padre entre mis dedos. Él no se ve molesto al contrario se ve bastante divertido con la situación y yo tan solo pienso que para nada es un padre convencional, otro estaría persiguiéndome con su correa por dejarme exhibir de tal manera.

— Papá lo siento yo…— me interrumpe.

— Tranquila princesa — toma un sorbo de su café, pero el rubor en mis mejillas no disminuye — confieso que me lleve una gran sorpresa al ver a mi hija en mi periódico matutino. — Se ríe.

Dios en este momento me siento más que avergonzada, solo quiero esconderme en un lugar oscuro alejado del mundo — que vergonzoso — digo bajando la cabeza.

Él se aproxima y acaricia mi mejilla — no te debe importar lo que el resto piense de ti — levanto la mirada su sonrisa cálida y llena de cariño me arranca un suspiro — si te gusta el chico tráelo a la casa.

Abro los ojos y él se carcajea jalándome hasta sus brazos, paso mis manos por su espalda aun sorprendida de que lo tome con tanta tranquilidad, yo en cambio me quiero lanzar de un puente… sin soga.

— A mí… no me gusta — digo trabajosamente, y ¿Por qué Clare? Si a ti no te gusta ¿O sí?… rayos.

— Como digas muñeca — se sienta aún con una sonrisa en su rostro.

Bufo y me cruzo de brazos frente a él parece que no me cree y eso me molesta, no me gusta, para nada, simplemente soy una chica puberta-adulta aun hormonal que besó al chico atractivo frente a ella… eso no significa nada.

Muerdo mi uña del dedo índice con nerviosismo al empezar a desconfiar de mis propios pensamientos.

El ríe ampliamente frente a mí — permítete conocer nueva gente — arqueo una ceja — vamos hija, eres preciosa y no es porque seas mi hija, he.

Empiezo a reír por su comentario, ya que eso fue lo primero que se me cruzo por la cabeza — de cierta manera comprendo al chico — continúa con su diatriba y me hago pequeña en mi asiento, no puedo creer que estoy teniendo esta conversación con mi padre, se supone que la madre siempre es la cómplice y confidente en estas cosas, pero recuerdo que no tengo madre y se me pasa — Hija — toma mi mano sobre el mesón — solo te daré un pequeño consejo — lo escucho atenta y quiero contener una carcajada al pensar que me dirá “Usa condón” ¡Maldición como piensas esas estupideces Clare! Mi rubor se acentúa — ve con calma. Él es una figura pública por lo que siempre va a tener a los medios sobre él y las personas que lo rodean — asiento al darme cuenta de que, en menos de dos semanas, todo el país y de seguro el mundo me ha conocido como la otra y la nueva ¡Joder! — no quiero que salgas lastimada o que hablen cosas que no son correctas sobre ti — traga grueso — no respondería sobre mi reacción si algo así llegara a pasar.

Suelto el aire con fuerza al escucharlo y tomo su mano con fuerza — Gracias papá por siempre estar aquí para mí — sonríe ampliamente — y en cuanto al susodicho — ríe con mi expresión — le dejaré en claro que no deseo nada con él.

Sonrío trabajosamente y él arruga su entrecejo — no creo que sea eso lo que deseas hacer, pero…— toma su periódico y se levanta — no cuestiono tus decisiones.

Sale de la cocina dándome un beso en la frente. Me quedo como tonta mirando mi taza de café ¿Mi padre tiene razón? ¿En realidad no lo quiero hacer? Sacudo mi cabeza sacando esas ideas tontas de mi mente.

Salgo de la casa y conduzco hasta la universidad, voy con tiempo así que me relajo y enciendo la radio para hacer de mi viaje algo más placentero, pero me arrepiento en un segundo, reporteros hablando de “La misteriosa chica de melena castaña y ojos de ensueño” (Así me describieron) que ha robado el corazón de Adam Taylor. Pongo mi frente sobre el volante cuando he llegado al estacionamiento, ¿En serio me está pasando todo esto?

Y esta situación no termina aquí, porque desde que bajo del vehículo, mientras camino por los pasillos, paro en mi casillero, voy al baño, y entro en el salón recibo decenas de miradas curiosas, de envidia, odio no lo sé, pero es tan incómodo que me entran unas ganas terribles de regresar a mi casa y enterrarme debajo de mis cobijas. Respiro hondo.

¿Y es que todo el mundo lee el periódico en la mañana menos yo?

Resoplo sentándome en mi pupitre, escondiendo mi rostro con vergüenza, la mayoría de mis compañeros me miran y yo quiero aplastar un botón y desaparecer.

Veo como mi amiga entra con una gran sonrisa en su rostro, me mira y corre a sentarse junto a mí, por lo menos ella no se ve sorprendida por mi reciente aparición en los medios.




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