Clare
Resumiré que ha pasado en estas últimas tres semanas.
Mi amistad con Peter volvió a la relativa normalidad. No ha vuelto a hacer algún comentario o a intentar algo que me haga sentir incomoda. Sin embargo, en nuestro combo falta alguien… después de aquella discusión en mi habitación no he vuelto a hablar con Luci, ella se ha alejado completamente, se sienta del lado opuesto del salón y en la cafetería en el puesto más alejado. Debo confesarlo su indiferencia duele como un demonio, pero es inútil forzar las cosas, así que he decidido hacerle caso al castaño; voy a dejar que las aguas se calmen para poder hablar con ella.
En cuanto a él no tengo mucho que decir, siempre encuentro un mensaje suyo en mi buzón que me arranca una sonrisa, una llamada que a veces puede durar una hora… o una escapada de la prensa a algún lugar lejano en donde podemos compartir besos… y nada más. Creo que nuestra especie de relación se ha quedado en un punto de no avance, pero tampoco de retorno. Es algo extraño, pero para ser sincera prefiero mantenerlo así, aún no estoy preparada para abrir mi corazón y siento que lo que tenemos es agradable… mientras dure… porque todo acaba, de eso soy consciente, por lo que prefiero no aferrarme a nadie, creo que esto de ser abandonada por la persona que te dio la vida me ha dejado la enseñanza de que por más que alguien supuestamente lo represente todo para ti en cualquier momento todo puede acabar, otro ejemplo es mi amistad con Luci y que después de 14 años de ser casi hermanas ahora nos veamos como completas extrañas.
— Clare ¿Estás bien? — me pregunta Peter mientras tomamos algo en la cafetería.
Asiento con desdén, me mira inquisitivo — no has probado tu comida — señala mi plato —sigues pensando en Luci ¿No es así?
Hago una mueca y miro mi plato, para este entonces mi comida esta revuelta y poco apetitosa, me imagino porque he jugado con ella con mi tenedor desde hace media hora — la extraño. — confieso cabizbaja.
—Yo también — dice él mirando a la mesa en donde nuestra amiga está comiendo sola, su rostro lleno de amargura me forma un nudo en la garganta — tenemos que darle espacio. — dice mirándome de nuevo.
Resoplo — esto no pasaría si no fueras tan irresistible — se ríe y levanta sus cejas con diversión.
— lo siento entonces — dice tomando de su late, deja de reírse — sabes que yo no deseo lastimarla Clare — baja la cabeza. Parece sentirse culpable con todo esto.
— lo sé. — suspiro — pero ¿Quién le dice al corazón a quien querer? Aunque no sea correspondido.
Levanta la mirada y asiente — dímelo a mí — su mirada azul como un hermoso y extenso mar hace que pase mi saliva con dificultad.
Me levanto de la mesa y él me mira confundido — debo ir por la biblioteca. — le digo tomando mi mochila, asiente y vuelve a tomar su café. - Te veo después.
Hace un ademán con la mano y salgo de la cafetería. Aunque todo se ha calmado siento que en cualquier instante entramos en una conversación que llevará a algo más, así que prefiero alejarme, y después retomar lo nuestro como si nada… Sí, lo sé inmaduro y patético tomando en cuenta que somos dos adultos que pueden aclarar sus sentimientos.
Voy a la dichosa biblioteca a retirar un libro de no sé qué solo para cubrir mi mentira, después de las clases llego a mi casa y apenas abro la puerta me arrepiento, veo una escena que me deja impactada, mi padre y Mecha están en la cocina, haciendo lo que Adam y yo aprovechamos cada vez que nos vemos.
Carraspeo incomoda cerrando la puerta detrás de mí, y ellos se separan al instante, las mejillas de Mecha toman un tono rojo carmesí y mi padre sonríe nervioso frente a mí — hijita, llegaste. — dice con un tono de voz que me hace contener una carcajada.
—Ajá. — digo caminado hasta ellos y abrazando a papá. Su corazón late con demasiada fuerza y no puedo evitar sonreír, esto le hacía falta. Creo que jamás se permitió volver a sentir después de que esa cruel mujer un día se marchara partiéndole el corazón y dejándolo solo con dos pequeñas niñas que empezar a criar.
— mi niña — dice Mecha moviéndose ansiosa por la cocina. — ya te preparo algo para comer.
— Tranquila mechita. — digo sonriéndole — yo voy a mi habitación — me alejo unos pasos — ustedes continúen con lo suyo.
Sus rostros me causan gracia al ver como se han llenado de rubor, camino hacia las gradas y escucho que algo conversan, decido subir y respetar su privacidad, me lanzo sobre mi cama con una gran sonrisa. Al fin se está dando la oportunidad de ser feliz y eso me llena de alegría.
Después de una hora en la que peleo con mi mente para resolver los casos que nos ha mandado el profesor de finanzas, alguien toca mi puerta — hija ¿Puedo pasar?
— Claro. — le digo sentándome en la cama, él entra a la habitación sonriéndome.
— Princesa, lo que viste allá abajo…— intenta excusarse.
— Me encanta — le digo con una sonrisa cariñosa.
— Pero… — me acerco hasta él.
—Pero nada padre — él me sonríe — te mereces esto. Te mereces ser feliz.
Suelta un sonoro suspiro — Mercedes es muy especial para mí. — confiesa y yo siento que mi corazón se derrite de tanta ternura — pero siento no estar preparado.
Arrugo mi entrecejo y lo guio hasta mi cama, él se sienta a mi lado y parece que estuviera peleando con muchas cosas en su interior — papá, date una oportunidad a sentir de nuevo.
Me mira — ¿Y si no puedo preciosa? —suspira — siento que aún puede haber la posibilidad de que tu madre….
Lo interrumpo levantando mi mano — papá no guardes esa esperanza. — arruga su entrecejo y me mata decirle la cruda verdad, pero no puede seguir esperando por un imposible — han pasado 16 años, si no lo ha hecho en todo este tiempo no lo hará ahora — siento un sabor amargo al decir aquellas palabras, pero todas son la pura realidad, de pequeña guardaba la ilusión de que mi madre apareciera por esa puerta, no me hubiese importado su abandono la hubiera perdonado, pero ahora después de tanto tiempo siento que más la odiaría si la volviera a ver… por lo que prefiero que eso nunca pase.