Amber y Henry me condujeron a través de unos tuneles de esta infernal caverna, me sentia como si estuviera en la era paleolítica, o como muchos lo conocen en la epoca de las cavernas.
Henry giró a la izquierda en un pasillo, dando paso a otro húmedo pasillo, aproveché la caminata para observar un poco más a Henry y claro a su compañera, ellos se miraban de vez en cuando y parecían comunicarse con la mirada.
—Hemos llegado. —Anunció la chica deteniéndose frente a una puerta.
—¿A dónde? —Indagué, Henry abrió la puerta.
—Como verás hemos construido túneles, mientras tu estabas jugando a el teatro, aquí Tony y los demás sobrevivientes estábamos trabajando duro. —Lo miré sin mostrar ningún tipo de emoción.
—Sí deseas culparme por todo lo ocurrido, adelante, pero debes entender que saldrás a hacer reconocimiento conmigo y como mínimo debo saber que a pesar de todo no me pegaras un tiro por la espalda. —Entré a lo que parecía una habitación—. Por cierto te felicito.
—¿Cómo por qué? —Habló confundido mirando a Amber.
—El acabado te quedó genial. —Henry abrió la boca.
—Los hombres y sus malditas testosterona. —Amber pasó por mi lado y me rozó el hombro—. ¿Qué debemos hacer para camuflarnos?
Pasé mi vista por la estancia, era pequeña y medianamente equipada, tomé unas hojillas, algodón tijeras y me paré frente a ellos.
—Amber ¿Qué tan corto quieres tu cabello? —La chica abrió los ojos sorprendida—. ¿Aquí tienen gorros? Preferiblemente de color negro. —Pedí.
Henry gruñó y salió dejándome solo con Amber.
—No lo quiero tan corto. —Suspiró resignada.
—Vamos que se hace tarde. —Ella me miró.
Me acerqué a ella cautivado con sus ojos negros, pasé mis dedos en sus cabellos lisos luego con una mano tomé todo su cabello en un puño y con la otra se lo corté.
Al terminar de cortarlo, nuestros rostros estaban tan cerca, que podía sentir el aliento de Amber, sin poder evitarlo acerqué un poco más mi rostro al de ella, pero en el último segundo recordé que era estúpido comenzar una relación en nuestra actual situación.
—¿Qué fue todo eso? —Preguntó mirando la puerta por donde Henry salió.
—Solos humanos siendo humanos. —Contesté preguntándome, ¿Cuánto tiempo podré mantenerme alejado de aquellos labios pecaminosos?—. Da igual acércate para terminar de alistarte.
Ella así lo hizo, tomé las pocas cosas que tenía, afeité sus cejas por completo, aproveché la humedad del lugar y del barro que se hacía en las paredes.
Pasé mis manos por su rostro pintandolo, luego fui bajando por su cuerpo, rompí la manga de su camisa,seguí bajando y tomé el borde de la misma y tiré de ella para deshilachar.
Agarré la tijera y me arrodillé frente a ella, corté varios lugares del pantalón y luego lo ensucié un poco.
—Creo que con eso bastará. —Comenté poniéndome de pié.
—¿Las cejas era necesario? —Preguntó mirándose en el espejo.
—Por desgracia sí, pero volverán a crecer. —Ella se giró.
—¿Cómo te hicistes esos cortes?
—Algunos son reales. —Recordé que debía retocar mi propio maquillaje.
Se instaló un silencio en el cuarto mientras yo colocaba nuevas manchas en mi rostro y ropa.
—Aquí está. —Comentó Henry entrando a la habitación—. Fue difícil conseguirlo, pero aqui lo tienes.
—Gracias. —Tomé el gorro y se lo coloqué a Amber, teniendo cuidado de no dejar ninguno de sus cabellos fuera.
Admiré mi trabajo no se lo había dejado tan corto, pero creo que el gorro le daría el camuflaje perfecto.
—¡Vaya! Te ves... —Comenzó a decir Henry.
—No termines esa frases. —Lo cortó ella.
Henry al igual que yo se afeitó la cabeza y las cejas, y siguiendo mis instrucciones se rompió, para luego ensuciar su ropa.
—Estamos listos. —Dijo con júbilo.
—Aún no. ¿Y las armas? —Pregunté.
Salimos de esa habitación e hicimos un recorrido casi igual al anterior solo que esta vez fue más corto.
Ambar sacó una llave y la metió en una puerta, lo que me asombró pues ninguna de las otras habitaciones tenía puerta.
Al entrar me quedé más impactado, había en existencia al menos unos 200 fusiles Ak 103, unas 100 pistolas glock, además tenían granadas y 6 lanzacohetes RPG.
—Vamos, debemos dar una larga caminata. —Los apresuré tomando dos glok 9mm las coloqué en mi espalda, luego agarré un fusil AK 103 me lo coloqué en la espalda, tomé otro y rematé con un par de granadas.
—¿Por qué tomas armas como si fueras a la guerra? —Comentó Henry con sorna.
—¿Dudas de qué se viene una guerra? —Contesté sereno.
—Hasta no ver, no creer. —Afirmó Amber, sin embargo tomó un arma larga y otra corta.
Henry siguió su ejemplo, tomó dos armas cortas, una la colocó en su espalda y la otra en la muslera.
—Qué mal, tan bonita y tan ingenua. —Le murmuré a Amber.
Salí del cuarto de armas en la misma dirección por la que llegué.
—Es para el otro lado. —Dijo Amber divertida.
Cerró de nuevo la puerta, emprendimos el camino a la salida, cuando el aire nocturno golpeó mi cara, me sentí algo mareado.
—Luego de un tiempo te acostumbras. —Murmuró Henry dándome una palmada en la espalda.