Inmune

Capítulo 12: Rumbo indefinido.

Nunca imaginé que mis días aquí en la casa de mis padres estarían contados, luego de los muchos enfrentamientos en las que fuí testigo, la comida se agotó en las calles, por consecuencia, se dió inicio a los saqueos en las casas.


Una noche se podía escuchar como los inoculados entraban al edificio frente al mío y entraban a los apartamentos, esas personas eran muy escandalosas y todo lo dañaron a su paso.


Sabía que solo era cuestión para que llegaran a mi edificio y si algo sabía en todo este tiempo vigilandolos, era que no dejaban piedra sin levantar.


Era la noche en la que debía marcharme, me dí la última ducha en el piso que me vio nacer, me coloqué una licra sobre mi ropa interior, luego un jean grueso, después una franelilla, una camisa deportiva, un suéter y luego una chaqueta, una gorra y lentes oscuros completaba mi vestuario, solo esperaba poder mantenerme caliente.


Tomé aquel bolso que preparé un mes atrás, miré las paredes que fueron mi casa, los recuerdos llegaron a mi cabeza, me di la vuelta y salí como un ladrón en la noche.


Sabía que no era la mejor hora para salir, sin embargo caminar bajo el manto de la noche me ayudaría a camuflajearme.


Ya la ciudad se había convertido en un bosque descuidado y desolado.


Caminé, caminé y caminé hasta que mis pies me ardieron, pero no me detuve, caminé por toda la noche y parte del día, cuando comenzó a oscurecer me fijé en dónde podía pasar la noche.


El panorama no era prometedor, pero debía acostumbrarme a mi nueva vida.


La soledad no era problema, de hecho era una vieja amiga, pero el no saber dónde pasaría la noche o que me depararía en un futuro, eso era algo nuevo y aterrador, sin embargo ahora era parte de mi vida.


Entré a un edificio en ruinas, bajé hasta el sótano y dentro de un carro pasé la noche.


Cansado me entregué al sueño, le dí gracias a Dios por hacerme ligero de sueño.


En la mañana me levantó el aullido de un perro, se escuchaba cerca, con cuidado de no hacer ruido observé por la ventana.


Dos niños peleaban por el perro, ambos lo agarraban por un extremo, en eso llegó un hombre caminando con dificultad, tomo un cuchillo y apuñaló el perro a la mitad.


Los chicos miraron a su oponente y salieron corriendo a lados opuesto con su trofeo en mano.


Me comí unas galletas y bebí un poco de agua esperando que el sol llegara a su cenit, pues a los inoculados los rayos ultra violeta de dañaba la piel.


Salí del auto y caminé al norte, preguntándome.


¿Por qué razón debía mantenerme con vida?


La respuesta vino a mi mente en una fría madrugada, se que lo escuché de alguien, más no recuerdo de quién.


"El ser humano ama la vida y aunque morir y nacer forman parte de un mismo ciclo, se aferran frenéticamente a esta sin importar cual sea el inevitable final"




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.