Inmune

Capítulo 15: Continuará...

Caminé por la cueva con dirección a mi habitación.


—Para allá no queda el ambulatorio. —Me reprendió Amber.


—Lo sé, pero resulta que me gustaría bañarme, luego descansar un poco, cuando venga Tony a decirme que encontró en la autopsia yo le contaré lo que escuché.


—Tienes razón. —Amber entró a mi cuarto—. Toma lo que necesites, te llevaré al baño.


Cada vez que tenía que caminar por los pasillos de esta caverna me sentía claustrofóbico, en algunas ocasiones los pasillos se volvían tan estrechos que pensabas que las paredes serían de un momento a otro.


No sé cómo lograron hacer esta caverna, o si ya estaba cuando Tony y su hermana se instalaron aquí, pero la verdad resulta que es un buen escondite.


—Aquí es, solo ten cuidado que la corriente es fuerte. —Amber salió y me dejó en ese lugar.


La cueva tenía su propio jacuzzi, el agua caía desde un hoyo en lo alto de la estancia, que además tenía una forma circular, el ambiente olía a tierra mojada y entraba una cálida brisa.


Desnudé mi cuerpo y dejé la ropa sobre una roca lisa, acerqué mi cuerpo con cautela a la orilla del río, miré un rato el agua que a pesar de parecer seguro lo último que necesitaba era que un cocodrilo me comiera a estas alturas del partido.


Metí una mano y comprobé que el agua estaba helada, sin pensarlo más deslice por completo mi cuerpo dentro del agua, tuve que reprimir un grito por lo fría que estaba.


Enjaboné mi cuerpo como pude, miré como toda la suciedad era arrastrada por la corriente.


Salí y me sequé con una toalla.


Me coloqué el boxer y escuché unas voces acercándose, me giré para mirar el lugar por donde entré y allí con una sonrisa en la cara estaban Amber y Pixie con una sonrisa amplia en la cara.


Sin prestarles atención me puse un jean viejo y una camisa suelta, me coloqué mis medias y luego las botas.


—Tony te busca. —Dijo Pixie—. De hecho viene en camino para acá.


—Eso lo he podido notar al escuchar su voz. —Contesté tomando mis cosas y pasando entre las chicas.


Ellas me siguieron por los húmedos pasillos, donde me encontré con Tony, Henry y Mauricio, sus caras eran serias, eso no era bueno.


—¿Qué encontraron? —Pregunté cuando llegué a ellos.


—Los pulmones estaban intactos, así que la vacuna funcionó, pero el cerebro estaba muy dañado, tenía pequeños quistes y bultos. —Me respondió Mauricio.


—¿Y el órgano reproductor? —Indagué.


—Eso es lo curioso. —Tony se rasco la frente—. Tanto como los internos, como los externos, tenían daños irreversibles; Al igual que al cerebro su aparato reproductivo tenía pequeños quistes, y el pene estaba necrosado.


Inconscientemente me llevé una mano a mi pene, creo que todos los hombre presentes lo hicieron.


Pero eso que me decía a Tony, solo corroboraba lo que había escuchado.


—Yo también tengo algo. —Les conté lo poco que logré escuchar, para cuando termine de hablar ya se habían unido Amber y Pixie.


Tony se pasó las manos por cara.


—Por el momento todos vayan a descansar, fué una noche larga, ya en la noche tendremos una reunión y debatiremos cómo proceder.


Cada uno se fué a lo suyo, yo volví al lugar que habían asignado como mi cuarto, me acomode en la cama y permiti mi cuerpo entrar en reposo.


Las detonaciones sonaban a mi espalda, corría lo más rápido que podía, miraba a los lados y cada uno de los que me acompañaban caían sin vida al suelo; Miré a ambos lado buscando a alguno de los inmunes que conocía, pero no había ningún rostro conocido.


No entendía qué sucedía, pero seguía corriendo, traté de acercarme a otro de los chicos que corría, hasta que al fin lo logré.


—¿Qué está pasado? —Pregunté a gritos.


—Nos atacan los... —Sus palabras fueron cortadas por una bala que atravesó su cabeza. Observé en cámara lenta como su cuerpo caía al suelo.


Sin poder detenerme para ayudarlo, seguí corriendo sin un rumbo fijo, no sabía de donde nos atacaban, o quienes nos atacaban.


—¡Frank! ¡Frank! —Escuché que me llamaban, no podía saber quién lo hacía, sin embargo seguí la voz. 

 

Pase cerca de un árbol y rodé por el suelo, me levanté, sin embargo una raíz me hizo caer de nuevo.


—Ya no tienes donde correr maldita cucaracha. —Elevé el rostro para ver la cara de mi asesino, pero una luz me cegaba.


¡Bam! ¡Bam!


Salté sobre el colchón, sudado con la respiración agitada, una mano llegó a mi frente, pero la aparte de un golpe.


—Tranquilo Frank, soy yo, Pixie. —Esta encendió una vela que le iluminó la cara—. Mi hermano te mandó a llamar.


Pasé las manos por mi rostro, obligando a mi cuerpo a recuperar la calma.


—Yo también lo tengo. —Habló ella rompiendo el silencio de la cueva.


—¿El qué? —Pregunté confundido.


—Pesadillas, por eso casi no duermo. —Confesó.


No sé si fue por la pesadilla, o por su confesión, o por la intimidad que nos ofrecía la vela, solo me dejé llevar por el momento y acerqué mis labios a los suyos.


La besé con calma, sus suaves labios se movieron con los míos, en pocos segundos su cuerpo subió al mío, sus caderas comenzaron a crear una deliciosa fricción.


Era el primer contacto cercano con una chica en años, mis manos se movían con torpeza, pero exploraban su cuerpo con eficiencia, su ropa cayó al suelo y mi boca besó cada milímetro de su piel expuesta.


Rodé en la cama y disfruté de su suave piel, de su peculiar olor, de su cabello sedoso, sus gemidos y su desnudez fueron el motor de mis deseos.




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