Inmune

Epílogo.

Las rutas se hicieron más largas, los enfrentamientos más seguidos, eran muchos los inoculados y muy pocos inmunes.


Cambié mi bolso por un fusil, mis jean por pantalones camuflados, mis franelas sueltas por camisas y mi fiel máscara por unos lentes nocturnos.


—Tienes el cabello largo. —Comentó Amber pasando la mano por mis cabellos.


—Si, ya debo cortarlo. —Contesté vigilando a los inoculados que se acercaban directo a una de nuestras trampas.


—Déjalo así. Te queda bien.


—Hagan silencio. —Dijo Henry, en el fondo se lo agradecí.


Eso era otra cosa que había cambiado, mis noches de soledad se fueron para dar paso a una hermosa chica de cabello oscuro.


Los inoculados pisaron el lugar exacto que activó el mecanismo de la trampa, el grupo de 12 quedó reducido a cenizas.


—Nuestro trabajo aquí terminó. —Me puse de pié y seguí al norte.


Nunca supimos quién envió esas cajas, lo que sí sabíamos eran tres cosas.


1- No sabían nuestra ubicación exacta y eso era muy bueno.


2- Por alguna razón aún les eramos útil a quienes enviaban las cajas.


3- Esto apenas comenzaba.


Luego de las primeras cajas decidimos que debíamos investigar más a fondo los hechos de todo lo que sucedió.


—Sigues aquí o estás con la cabeza en el aire. —Comentó Pixie sacándome de mis pensamientos, su cuerpo estaba enroscado en el mío.


Nadie sabía de nuestras noches compartidas y era mejor así, aunque a veces deseaba que Amber se enterara.


—Pienso. —Contesté metiendo mi mano en su cabello—. Mañana tendremos un largo viaje e iremos de día.


—Lo sé, puede ser muy peligroso. —Suspiró y pasó sus manos por mi cara—. Te voy a extrañar.


—Tranquila volveré antes de que te des cuenta. —La observé dormir, me gustaría quedarme atrapado en este momento, pero no era posible.


La mañana llegó y con ella una gran misión me esperaba, le di un beso en la frente a Pixie y salí de la habitación sin hacer ruido.


Para este viaje solo íbamos puros hombres, algunos los he conocido en estos meses aquí.


Raúl paso corriendo por el pasillo he hizo todo lo posible por tropezarme.


Al principio me dió igual, pero luego pasó Oliver seguido de Luis, así que corrí con ellos algo sucedía.


Entramos al ambulatorio un hombre en etapa 3 de la vacuna se encontraba en una camilla, estaba casi muerto respiraba trabajosamente, sus ojos estaban completamente azules y su cuerpo tenía raspones y moretones.


—Él es el congresista Nelson Malvino, o mejor dicho ex congresista. —Anunció Mauricio.


—El equipo 5 lo encontró camino al punto de recolección de inmune. —Continuó Tony.


—Existe... Una ciudad subterránea. —Tomó aire y tosió—. Donde solo habitan las familias de lo altos mandos políticos... Un grupo selecto de científicos y unos cuantos de los más ricos empresarios... Ellos... —Una fuerte tos lo interrumpió, metió su mano derecha en el interior de la chaqueta que tenía y sacó una carta.


Yo la tomé enseguida y la abrí.


"Escribo estas líneas mientras sé que aún me queda tiempo y memoria para hacerlo, he visto lo que hace la vacuna y también sé que la humanidad corre peligro si continúa en marcha su plan. 
Solo me queda advertirles, están en peligro"

—Maldita sea, solo dice estupideces. —Comentó Raúl molesto.


—Lo que iba a decirnos realmente, ya lo dijo. —Manifestó Tony cerrando los ojos de Nelson.


—¿Y qué era? —Preguntó Cyntia.


—Lo que ya sabíamos. —Contesté.


Guardé la carta en mi bolsillo trasero, en la sala solo había silencio, tomé mi fusil y salí, al percatarme de que nadie me seguía me detuve y me giré.


—¿Qué esperan? Esta guerra apenas está comenzando. 




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