Inmunes

3

Los casos del virus Night continuaban de manera impredecible.

Podía decirse que una de cada ocho personas era contagiada y solo la mitad lograba despertar antes de los seis días. Eso sí seguía con los protocolos de higiene, porque también existían casos de personas que morían al instante, como Barb.

Los casos eran demasiado cortos como para considerar que esto fuese una posible pandemia por esa razón los sistemas de salud no creyeron necesario el crear alguna cuarentena.

Prácticamente afectaba a un miembro de cada familia en la ciudad. Eso me colocaba en la obligación de seguir con el gran problema que no habría tenido sí Gwen no se hubiese enfermado.

Mi madre nunca me envió el dinero, los dueños del departamento iban a desalojarme y la mamá de April fue contagiada tres días después de que Barb falleciera, solo que ella tuvo la suerte de poder ser conectada antes del tiempo limite.

—Te prometo que solo serán unos días —me sentí obligada a apoyar a mi mejor amiga de la única forma que también podría beneficiarme. Sin embargo April no quería que nadie durmiera en el cuarto de su madre—. Va a estar bien, April. Es una mujer muy fuerte.

Dormí en el sillón de la entrada, un lugar demasiado incomodo, y la acompañé cada vez que iba al hospital. Incluso la abracé cuando el tiempo limite llegó y su madre no despertó.

—De veras lo siento —sujetarla fue lo más difícil que he hecho en mi vida, porque no la dejé ver el instante en que el medico desconectó el respirador.

Su cuerpo fue cremado y April colocó las cenizas junto a la televisión de su sala. De esa forma cada vez que ella viera la tele se sentiría como sí su madre aun estuviese ahí acompañándola.

Durante todo ese tiempo también me enfoqué en buscar departamento y encontré uno a veinte minutos de la escuela. Podía irme cuando quisiera pero eso sería abandonar a mi mejor amiga en el momento más triste de su vida.

—¿Estas segura? —April estaba convencida de lo que hacía.

Yo en cambio no sabía sí lo estaba haciendo era por ayudarla o para no mudarme a ese departamento que parecía haber sido usado por un vendedor de metanfetamina.

—Ella ya no esta, Lacey. Y tu lo necesitas más —Pero la habitación de su madre.

No podía aceptarla.

April me la ofreció con la condición de que la cuidará. Podía guardar mi ropa y accesorios sin tener que quitar las cosas y debía limpiar a los muebles cada siete días, como su madre lo hacía.

—Bienvenida a casa Lacey.

—Gracias —Era oficial.

April era mi nueva familia.

Las semanas pasaron y los casos del virus Night continuaron.

En nuestro vecindario se vieron tres en personas entre las edades de 25 y 32 años por otra parte en el centro eran más abundantes y todos pertenecían a adultos pero no menores de 21 años. De esa forma se llegó a la teoría de que el virus no podía afectar a los jóvenes.

Los casos eran impredecibles, pero no los protocolos de seguridad.

Cada tres días debíamos hacernos un examen de sangre. Teníamos prohibido usar cubre bocas o guantes pero sí gel anti bacterial. Y admito que vivir con April me daba la ventaja de poder entregar mi examen antes de tiempo.

—Suerte.

—Igual, Lacey —ya que en la escuela April estaba a cargo de esos exámenes.

Todo por la salud y la educación.

—Buenos días chicos— aunque no pareciese así.

En cada grupo tenía, por lo menos, dos alumnos con un familiar infectado; había chicos que perdieron a sus padres, tios, primos, hermanos mayores o incluso abuelos, todo por culpa de un virus que no afectaba a los menores.

Durante todas las clases di la materia sin pensar en lo que pudiera pasar.

Los chicos estaban nerviosos o tristes y corrigierme los ayudaría a pensar en otra cosa.

Después llegó la hora de la comida.

—Te toca pedir, Lacey —ese día April estuvo muy ocupada con las pruebas.

—Lo sé —otra vez iba a terminar tarde—. Veré que encuentro.

—Revisa la app de Pizza Hut. Hoy tienen muchas promociones.

—Veamos —la app tenía muchas sorpresas— wow— para lo que pedían por mayor.

Había paquetes de dos pizzas jumbo, tres y hasta de cinco, pero de todos me llamó la atención uno que consistía en una pizza de pepperonie grande con la orilla de queso, un refresco y pan con ajo por solo 7 dolares.

Y llegaría en treinta minutos o sería gratis.

—Perfecto —ahora solo faltaba esperar— no puede ser —durante casi toda la hora de comida.

Cuando faltaron diez minutos para que terminara el descanso recibí una llamada del restaurante. Al parecer tuvieron un pedido mayor y eso hizo que el mio se retrasara como tal me ofrecieron a traérmelo gratis dentro de una hora.

Yo tenia demasiada hambre y no me sentía con deseos de quejarme.

—Buenos tardes, chicos —como odiaba tener que trabajar con el estomago vació—. Hoy vamos a ver los diferentes tipos de gases —Eso siempre hacía que mi día fuese lento—. Por favor saquen sus libros.

—Sí, profesora —en especial cuando se trataba de una clase con Levi Bellow.

Levi perdió a su padre la semana pasada, pero no era de esas personas que expresaban sus sentimientos a través del llanto o la rabia, a diferencia de algunos alumnos.

De hecho no habló con nadie.

En cada clase permanecía callado y solo miraba la entrada del salón, como sí estuviese esperando a que algo pasare.

—Miss —por fin escuché su voz— necesito ir al baño.

—Ve —no sabía sí estaba ocultando algo pero al menos dijo algo.

Por lo general solo necesitaba diez minutos para desear arrojarle una botella de acido sobre los labios, como al resto de los chicos pusieron atención a mi clase.

Muy pocos hablaron.

—Profesora —pero la clase tuvo una pequeña interrupción— ¿Qué tal? —por Mark—Buenas tardes jóvenes.

—Hola Mark —él no se veía preocupado pero tampoco actuaba como él Mark que solía espiarme.



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En el texto hay: apoyo confianza, virus, uber

Editado: 17.10.2020

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