Lacey
—¿Cómo sigue? —Rose temía demasiado por la vida de Kyle—, ¿Esta mejorando? —. Su miraba delataba la desesperación por obtener una respuesta que tal vez no sería la esperada.
—Rose —y April estaba consciente de lo delicada que debía de ser —Te juro que hice todo lo que pude.
Kyle llego a un nivel que nadie imaginó.
Antes de ir por las provisiones April consideró la opción de amputarle la pierna para así salvar su vida, debido a que solo contamos con aspirinas y alcohol, pero al encontrar esa habitación tuvimos la ventaja de hallar una caja con medicamentos básicos.
Después de tres días Kyle mostró algunos cambios.
Tomaba agua o comía, cuidando de no atragantarse, y Rose estaba al pendiente de él cada vez que dormía.
Era obvio que Rose se estaba preparando para ver partir a su amigo, de la misma forma que pasó con todos sus seres amados.
—¡Sorpresa! —pero ese día April le tuvo un inesperado final.
—¡Kyle! —que incluso nosotros quedamos sorprendidos.
Kyle había despertado.
Después del cuarto día comenzó a mostrar progresos impredecibles.
A veces podía caminar y en otras se lastimaba los tendones.
No pudimos confiarnos en que mejoraría solo por dar cuantos cuantos pasos.
Rose se quedaba conmigo cada vez que Kyle estaba despierto y durante todo ese tiempo traté de acercarme a ella, pero Rose seguía asustada por el temor a que Kyle partiera.
Al sexto día Kyle ya podía mantenerse en pie y en el séptimo fue el ideal para darle a Rose una grata sorpresa.
Fue como verla despertar en una mañana de navidad.
—¡Estas vivo! —Kyle podía caminar con la ayuda de un bastón — Creí que nunca te volvería a ver.
Por fin la había visto sonreír.
Rose llegó como una pequeña asustada.
No hablaba y aparecía en el momento menos esperado, como un fantasma.
Y ahora era todo era distinto...
Bang ...o al menos la parte que podíamos cambiar.
—¡Maldita sea! —ya que algunas cosas nunca iban a cambiar.
Mientras que todos estábamos en la habitación viendo a Rose sonreír Levi seguía en el granero intentando reparar el motor de esa oxidada lata de sardinas.
—¡Ahhh! —y creo que eso comenzaba el hecho de no tener señal de cable o Wifi —¡Por qué! ¡Por qué no dejas de explotar!
Levi gritaba como un idiota.
Golpeó la moto con una llave de tuercas al ritmo que gritaba insultos, como un bebe esperando su leche
—¿No se supone que sabe de mecánica? —Y Hunter era quien más los disfrutaba.
—Quizás no es tan bueno como piensa —yo, en cambio, lo veía como una opción para distraer mi mente.
Levi gritaba mientras que nosotros lo veíamos desde la ventana, igual que a un reallty show.
—Em chicos —un interés que los otros no compartían— Tal vez sería mejor que se retiren.
—¿Segura? —pregunté
—Debo cuidar de que Kyle este bien, en caso de que ocurra algo.
—Muy bien —dije—, aunque no creo que Rose le vaya a hacer daño.
Ahora Hunter y yo eramos la multitud.
Quizás no teníamos la opción de jugar algún vídeo juego, pero teníamos un tesoro que habíamos anhelado con nuestro corazón.
Soda fría.
Los refrescos fueron los primeros en desaparecer.
Todas las tiendas que fueron saqueadas no dejaron alguna bebida, por eso era extraño y también beneficioso encontrar una soda, aunque estuviese caliente.
Tomar una Coca-Cola fría era solo un deseo que se volvió realidad el día que los chicos encontraron en la habitación diversas cajas de refrescos.
—¿Quieres una soda? —yo amaba las de uva.
—No —Hunter, en cambio, no era muy fan del refresco—, prefiero unas papas fritas.
—¿Quieres aderezo de cebolla?
—Por supuesto —y era increíble el poder tener las opciones que solíamos tener antes.
Elegir el sabor de un refresco o papas y acompañarlas con un buen condimento en vez de comer lo primero que encontrara en una tienda vacia, a pesar de que pudiera estar repleto de hongos o en mal estado.
Teníamos comida, combustible, ropa, un abastecimiento secreto y ahora eramos más.
—¿Te encuentras bien? —Hunter sabía que cuando permanecía callada mucho tiempo era porque tenía miedo de decir una emoción.
—Sí.
—No pareces estarlo. ¿Te ocurre algo?
—No es nada. Es solo...
—Dilo.
—No creí que esto pasara.
—Kyle es muy fuerte.
—Lo sé y estoy sorprendida —mi conciencia no me dejaba verlo como los demás porque me era imposible creer que Kyle despertaría.
¿Acaso eso era una señal de esperanza?
—Son buenas noticias, Lacey.
—Así es, pero una parte de mi siempre va a ver así las cosas.
La típica parte de Lacey Patterson que la obligaba a actuar como alguien que nada la podía complacer, solo para que los demás la vieran ahogándose dentro de sus propias emociones.
—Vaya —Hunter no lo tomó muy bien.
Me miró durante un par de segundos más y luego me ignoró para revizar los anaqueles.
— ¿Viste esto?
—¿Qué?
—Levi y yo hemos traído muchos enlatados, pero no me fije que entre ellos hubiera salchichas.
—No revisaste lo que tomaste.
—Solo tomamos las cajas y las trajimos aquí. Tu estuviste a cargo de abrirlas —de hecho era cierto— mira hay muchas galletas...
—No creo que puedas hacer un hotdog con ellas.
—Tal vez, pero esto sí —Hunter encontró unas bolsas de malvaviscos y una caja de chocolate— tenemos demasiados.
—¿Eres diabeto?
—Sí lo fuera no habría sobrevivido comiendo lo que comí.
—En eso tienes razón —había demasiados enlatados y yo era la única que sabía lo qué eran— ¿Quieres comer salchichas?
—Mejor. Quiero asarlas .
—¿Asarlas? —no comprendí esa idea.
—Sí Lacey. Quiero asarlas.