"Lana"
Abrí mis párpados lentamente hasta recobrar la vista. Mi mirada se clavo en el techo.
Color blanco.
Con dificultad me senté. Me encontraba...
¡ESPERA! ¡¿EN DONDE ESTOY?!
—veo que ya despertaste —escucho la voz de Rowan.
Giro la cabeza y lo encuentro en una silla con un cóctel en la mano derecha.
—¿Es-estamos en u-un avión? —pregunto al mirar a mi alrededor.
—¡Correcto! —dijo con el tono de voz como si hubiera respondido una pregunta para ganar la lotería.
Sigo mirando y estoy en una camilla. Al lado tengo una pequeña ventanilla donde se ve el cielo azul. Ya es de dia.
—Porque rayos estoy en un avión? ¿Donde esta Antoinette? ¿A dónde vamos? —pregunto mirando a Rowan.
—Estamos en un Jet y la niña está con los familiares más cercanos que tenía. Ahí hay un papel con el número al que puedes llamar para comunicarte con ella —me extiende un papel y sigue hablando —.Y estamos en Australia, y ya casi llegando a la ciudad de Cairns al norte del país.
—¿Acabas de decir Australia? —pregunto incrédula.
—sí —responde re tranquilo.
—Osea... ¿Que haremos aquí y... Que harán conmigo? —pregunto con los ojos abiertos de par en par por la noticia.
—Seras nuestra Dama —dice con una gran sonrisa de oreja a oreja —. Debes tener hambre. Ah y te dormimos para que no fastidiaras y también olvide informarte que tú señora está muerta también.
La dama. Esas palabras sonaron ajenas a mi.
¿Que significaba?
¿Que quieren de mi? ¿Quien soy yo para ellos?
Agarró una taza de té y se la bebió como si nada cuando hace un momento sostenía un coctel que desconozco.
—Dijiste Dama —suena raro cuando sale de mi boca.
—Sí. Serás la Dama de Australia —afirmó con su sonrisa.
Sonrisa la cuál me empieza a parecer falsa, como todas las que me ha dado.
Osea.
Me dieron de comer un sándwich y jugo de naranja.
La verdad el sándwich estaba bueno.
Opinó aquella vocecita fastidiosa que no sabía que vivía dentro de mi hasta anoche.
🧭🧭🧭
Cuando llegamos al aeropuerto Rowan vestía de forma casual con unos vaqueros azules y una camiseta blanca.
Al igual que yo llevaba unas converse negras.
Se me hizo extraño saber que aquel hombre fue el que interrumpió en la mansión donde vivía, con mas de 10 hombres con traje militar y con rifles de asalto y las caras cubiertas tratando de asesinar a todo ser viviente que estuviera con la familia Merchant. Y ahora me encuentro bajando de un avión privado en Australia viendo cómo Rowan me ofrece la mano par bajar las escaleras como todo un caballero y vestido de manera que hace que no parezca asesino.
Ahora este es el momento donde tiene que aparecer un asteroide apocalíptico y acabar conmigo.
Pero al parecer no aparece.
Rowan y yo caminamos por el aeropuerto como si fuésemos dos personitas normales.
Rowan arrastra una maleta la cuál me dice que hay cosas de las cuales no quiero saber.
Veo gente corriendo que parece a punto de perder sus vuelos. Otros llegando y lanzándose a los brazos de familiares. Veo parejas dándose un beso de reencuentro. Otra parejas despidiéndose en lágrimas y promesas.
El clima es cálido.
Salimos a la parte de la entrada donde encontramos una persona que nos espera.
Subimos a un auto y... No tengo idea de a dónde vamos. Los otros hombres ni siquiera bajaron del avión.
El carro arrancó y empecé a ver muchas palmeras y edificios en la calles. Gente corriendo. Otras con bolsas de supermercado. Jóvenes y adolecentes caminando en grupo.
—Bienvenida a Cairns. Considerada la vía de acceso a la gran barrera de coral de Australia, es una ciudad del area tropical del norte de Queensland... Al menos eso es lo que dice Google maps —dice el y me mira. Estamos sentado juntos en la parte de atrás del carro —. ¿Cómo te sientes?
Me pregunta con amabilidad.
Yo lo fulminó con la mirada.
—¿Que como me siento? ¡TENGO MIEDO! Matas a la familia para la que trabajo, me llevas y me dices que seré la Dama y no se de que. No sé quién carajos eres, apenas se tu nombre y estoy en otro continente. ¿Cómo crees que me siento, Rowan?
El asiente lentamente.
—Tienes razón. No sabes nada de nada. Dejame explicarte: mi nombre es Rowan Walker. Tengo 28 años. Soy la mano derecha del comandante general del ejército Australiano —respira profundo haciendo una pausa y me mira de hito en hito —. Estoy cien por ciento seguro de que quieres saber porque la familia Merchant fue eliminada... Bueno casi toda —. El carro frena y Rowan y yo miramos a la carretera. Que susto, solo es por el semáforo —. Bueno... El caso es que los Merchant cometieron traición en contra de Australia.
—¿Cómo así? —pregunto yo sin despegar le la mirada sabiendo bien que podría estar disfrutando el paisaje y aprovechando el viaje gratis.
Rowan aparta la mirada y su expresión es... Es de tristeza.
Después le entra la risa. Se ríe y ríe. Pero ríe con amargura y sin gracia.
Sin mirarme habla.
—Es irónico. La familia que siempre estaba recordándonos la famosa frase: La traición se paga con muerte. Y los acabaron muriendo son ellos -suelta el pero... A mí parecer no me lo decia a mi —. Esa familia rompió un acuerdo de confianza dándole información confidencial del país a otros países a cambio ¿de que? ¿A qué no sabes? —dijo con sarcasmo —. Dinero.
Nos quedamos en silencio.
¿La familia Merchant codiciosa? ¿Deseosas de más dinero? ¡Es imposible! Son las personas más humildes que he conocido.
Fueron ellos los que me dieron trabajo después de perder a mis padres.
La señora Georgina Merchant era aquella que llegaba a mi cuarto para contarme los chismes de la fiesta de no sé quién. La que me llevaba de compras...
—Una familia millonaria que no se conforma con tener suficiente plata. Ellos firmaron un acuerdo y lo rompieron, la muerte de toda la familia es la paga de sus actos. Ellos sabían que esto iba a pasar —se pasa una mano por la cara —. Solo seguimos órdenes de las autoridades y... Lo que pasó con otra familia en china fue peor, así que no te sientas tan mal. Además te dejamos con vida porque puede que con vida seas útil. Eso eso es todo.