Inocencia Robada

MENTIRA

Conocer a Dios en mi clase de catecismo fue maravilloso. Es una linda forma de aprender a sentirlo dentro de mí, así como mi piel se erizaba al escuchar las maravillas que ha creado con tanto amor y esperanza para todos sus hijos.

Siento paz y estoy feliz de conocerlo espiritualmente como el sentir que lo amo sin necesidad de verlo para creer en su amor y respetar su poder.

Me fui a casa tranquila y en paz, al abrir la puerta allí estaba mi hermano Roberto que había venido de Ensenada a pasar el fin de semana con nosotros. Corrí abrazarlo y él también me abrazó, es un hombre perseverante e inteligente, de carácter fuerte a diferencia de mí que soy tan débil, tímida y algo reprimida, él siempre me dice que confía en mí y que nadie en esta casa es más sincera que yo y eso me hace sentir muy bien, feliz.

—Yo sé que si alguien me miente de esta familia y te pregunto a ti si es cierto lo que me dijeron, sé que tú siempre me dirás la verdad.

—Sí, Roberto yo siempre te diré la verdad, yo no te voy a defraudar porque nunca te voy a mentir.

Cuando miré a mi alrededor vi a un hombre más en casa que estaba de espaldas y me parecía a… Sí, es Víctor.

— ¡Hola! Angélica.

— ¡Hola! Víctor.

María me veía bastante molesta, con odio podría asegurarlo y no tenía idea el por qué.

—Angélica, acompáñame a la recámara.

—Si...

La seguí y de pronto cuando nadie nos veía me jaló del brazo izquierdo tan fuerte que me caí sobre la cama aterrada al sentir su coraje.

—Quieres decirme ¿Por qué diablos le diste la dirección de la casa a Víctor?

—Porque quería venir a verte, eso me imaginé.

Me gritó muy molesta olvidando que en la sala estaba Roberto y Víctor.

— ¡No te hagas la idiota! no tenías por qué dársela, no quiero que vuelvas a decir nada a nadie de lo que te pregunten, siempre responde que no sabes hasta que primero me lo hagas saber a mí y yo te diré que responder. Más te vale que no haya golpes entre ellos porque solo tú serás la culpable que entre ellos se hagan daño.

Me invadió el miedo porque no quería que se lastimaran, amo a mi hermano y estoy agradecida con Víctor por darnos casa y comida. Pero... Después vinieron las dudas… Me hizo sentir responsable de sus propias acciones como de sus mentiras.

¿Qué podía pasar? ¿Acaso no va a casarse con Víctor? ¿O ella no piensa cumplir su promesa?...

No entiendo nada. En ese momento no recordaba su confesión que solo estaba complaciendo sus necesidades físicas como ella me lo dijo. Tan solo soy una niña que no comprende las formas de ser de algunos adultos y menos sus necesidades físicas que a mí solo me traen malos recuerdos.

Yo imagino que quiere a Víctor pero también sé que espera a que Jorge la busque para volver con él.

No comprendo a mi hermana o tal vez no tengo la edad para hacerlo, pero si saldré a cuidar a mi hermano y a escuchar por mí misma lo que se digan entre ellos.

Salí a un pasillo corto entre mi recamara y el baño, había una pared de concreto que me cubría de no ser descubierta por mi hermano, de allí escuché lo que decían y recuerdo perfectamente.

¿Desde cuando tienes una relación con María, Víctor?

—Desde hace 7 meses, casi desde que llegó a casa de mi hermana Yolanda, en realidad fue amor a primera vista. Hace poco le propuse matrimonio y ella aceptó encantada.

—María, ¿Por qué lo hiciste? Aún NO estás divorciada. ¿Te quieres casar con él?

NO, no quiero.

— ¿Que dices María? Si tú y yo nos amamos, me dijiste que me darías muchos hijos, que tendremos un maravilloso hogar, que yo seré un padre verdadero para Kristell.

Víctor empezó a llorar y a ofuscarse al mismo tiempo, Roberto entonces intervino ya que él es como si fuera nuestro padre porque siempre está al pendiente de lo que necesitamos en la ausencia de nuestro papá siempre se ha preocupado por ayudarnos y aconsejarnos lo mejor posible.

—Ven Víctor, vamos hablar afuera un momento solos.

Yo me sentí realmente culpable de todo lo que estaba sucediendo, del dolor que estaba sintiendo Víctor, de la molestia y desilusión de mi hermano, por la preocupación aparente de mi hermana, y todo lo ocasioné yo por mi ingenuidad y estupidez.

Antes de salir Víctor sujetó de los brazos amorosamente a María y le preguntó...

— ¿Dime que no fui tu juguete? Mírame, solo soy un hombre enamorado porque tú hiciste sentir este gran amor al corresponderme.




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