Historia corta
¿Inocencia?
Tal vez, siempre va a depender de cómo cuentes la historia…
Esta es la mía…
–– ¡Eiffel, baja ya por favor! –– Grita mi abuela eufórica porque no es la primera vez que lo hace, es más me atrevería a decir que lleva más de media hora en ese plan, pero como siempre yo perdida en el limbo pensando en aquellos ojos y esa manera de ser que me encantaba. Y si, me llamo Eiffel como la torre mi madre y sus absurdos nombres, no imaginen como se llaman mis otros cuatro hermanos. Pero eso no es lo que me trae aqui ahora.
¿En qué iba? Ah sí, ya, en unos bonitos ojos que me tenían en el limbo… siempre me tomaba más, de lo que mi madre insistía llamándome para que bajara a comer escribiendo garabatos estúpidos en cuadernillos viejos lleno de nombre entrelazados, corazones con las iníciales de él y yo en medio y no sé cuantas cosas cursis más.
Todo empieza cuando tenía solo seis años, ustedes dirán ¿6? Y mi respuesta es si, 6años. ¿Qué puedo decir?. Es ilogico pensar que solo una niña de 6años puedise sentir algo mas alla de un simple cariño o aprecio por alguien ajeno a la familia, pero asi paso con él. Desde el primer día de clase y desde la primera vez que lo vi, lo supe, supe que seria algo especial. Lo nunca pude imaginar fue hasta que punto...
Lo que parecio un cariño inocente se convirtío en algo más con el pasar del tiempo y los años.
Cuando tenía 7 me mude con la abuela y a los 10 años me regrese de nuevo con mi madre, cosa que siempre me pareció ilógico pero bueno, allí estaba de nuevo, cosas de adultos como suelen decirnos para darle explicación a algo que no la tiene. A esa edad me fui de nuevo con mi madre y su ahora nuevo esposo debo acotar que fue lo mejor que le pudo pasar. A esa edad me inscribieron de nuevo en el colegio que estudiaba cuando decidieron enviarme con mi abuela y a esa edad confirme que me había enamorado de él por primera vez, si, por primera vez o caí por inocente por primera vez, no lo sé, mejor sigo contando.
El primer dia de colegio en esa segunda oportunidad, todo estaba diferente, mis compañeros ya no eran los mismos, mis amigos ya no lo eran o al menos eso me parecía, los profesores habían cambiado hasta las aulas habían cambiado. Creo que todo había cambiado menos yo, que me moría por saludar a mis antiguas amigas pero que con una sola mirada basto para que me detuviera en seco, me miraron de arriba abajo como un bicho feo, si eso no me detenía créenme que me abofetearía a mi misma para hacerlo, pero no hizo falta mi cuerpo reacciono y cambie de rumbo sin pensarlo dos veces. A estas alturas me importaban poco las reacciones de las demás personas hacia mí, no era la primera vez que lo vivía, es mas cuando me mude con mi abuela por primera vez fue peor, porque allí si no conocía absolutamente a nadie, el principio fue duro pero con el tiempo me di cuenta que tanto ellos como yo solo teníamos miedo. Miedo a lo desconocido y a lo nuevo.
Hasta él estaba diferente, pero para bien. Fue el único que se acerco a saludarme en aquel primer día de la segunda oportunidad allí, y de qué manera. Su olor característico, su sonrisa, sus ojos... todo era perfecto, él era perfecto a como lo recordaba solo que más guapo y alto y tal vez más maduro al niño que solía ser juguetón rayando a lo necio.
Desde los seis cuando lo vi por primera vez, o al menos a mi me paso, me encantaba imaginarme historias mágicas y absolutamente hermosas con él. Si bien era normal para esa etapa creer que estás enamorada también era absolutamente normal creer que él era hombre perfecto y, ¿porque no? para toda la vida. Ahora no tengo 6 ya casi cumplo 11 y los sentimientos por él siguen igual...
...Seguir pensando en esas ilusiones como cuando era niña y ahora con mas ahínco, pienso, no es más que un millón de hormonas empezando a revolotear sin freno alguno a lo que obviamente será una desilusión que te lleve a pensar quizás, en que los hombres no valen la pena y haciéndote creer que en la vida solo puedes enamorarte una vez y solo con el permiso de la muy sobrevalorada inocencia, o solo tal vez lo pienses hasta que otra ilusión tome tus pensamientos y los haga cambiar por completo. Cosa que hasta ahora no ha sucedido.
El tiempo pasó y ya estábamos en bachillerato y tanto él como yo nos acercamos mucho, nos hicimos amigos inseparables, siempre juntos, siempre unidos. Él pasaba las tardes en mi casa o yo en la suya, aunque me gustaba más en la suya ya que su mama era profesora del mismo instituto donde asistíamos y ella siempre encantada en ayudarnos con dudas o cualquier otra cosa que pudiéramos necesitar, no digo que mi madre no lo hacía solo que tenía que atender a cuatro hermanos pequeños y fastidiosos. Había pasado cuatro año desde mi llegada y la amistad con él seguía mejor que el día anterior, hasta que un dia todo cambio.